MARTES Ť 21 Ť AGOSTO Ť 2001

Las otras facetas de Gabriel Vargas

El creador de La familia Burrón también
ha desarrollado la plástica y el diseño

BurronAunque Gabriel Vargas nunca ha pensado ''mandar a calacas'' a doña Borola, don Regino y su entrañable prole: Macuca, El Tejocote, Foforito y el fiel perro Wilson, su exitosa historieta La familia Burrón le represente cierta carga.

Es un caso similar al de Quino. El personaje clásico del dibujante argentino, Mafalda, llegó no sólo a convertirse en su sombra, sino en un gran lastre que le impidió incursionar en otros derroteros e inquietudes creativos, por lo que un día decidió de buenas a primeras deshacerse de la ocurrente niñita.

Lo mismo sucede con el resto de los cuarenta y tantos monitos más que conforman La familia Burrón, publicada por vez primera a principio de los cuarenta, luego de que "Varguitas" había alcanzado gran éxito con su personaje Jilemón Metralla, un ex diputado prepotente, con ínfulas de poder y bien transa. Pero esa es otra historieta...

El gran y quizá único reclamo que tiene Varguitas con los burrones es el de obstaculizar que se le conozcan y reconozcan otras facetas de su vida. "La gente no sabe nada de mí", asegura con un dejo de tristeza.

Pocas son las personas, por ejemplo, que saben de su incursión al arte formal mediante la escultura y la pintura al óleo y acuarela. Fue una actividad que practicó de manera empírica y cuando se adentraba al mundo de las historietas, hace ya muchos ayeres, cuando menos más de 50 años.

También es poco conocido el trabajo exhaustivo que durante más de 40 años derrochó en la creación de suplementos periodísticos, o sus "ilustraciones serias" para recrear la Vida de Cristo, la Vida de Pancho Villa o el suspenso de los episodios de Sherlok Holmes

Con todo y sus pequeños desencuentros o mínimas inconformidades, Gabriel Vargas halla en su entrañable historieta "el único motivo" de su existencia y asegura que ésta continuará apareciendo los martes de cada semana, aun en las contingencias económicas más severas, "hasta que me llegue el momento de clavar el pico". ANGEL VARGAS


ENTREVISTA

Gabriel Vargas, creador de La familia Burrón

''La historieta en México, diezmada por la televisión y los folletines vulgares''

La serie, objeto de estudio y reflexión por sociólogos e intelectuales, existirá hasta que ''clave el pico", dice el dibujante octogenario; el compendio del clásico ya va en dos volúmenes; se prevé lanzar 50

ANGEL VARGAS

El creador de La familia Burrón, Gabriel Vargas, es pesimista respecto del futuro de la historieta en México. Le augura corta vida no sólo por la desigual competencia que desde hace años ha librado contra los dibujos animados de la televisión, sino por la proliferación de revistas con imágenes y contenido procaces, vulgares.

Sin embargo, considera su trabajo más allá del bien y del mal, y asegura que su popular historieta, con más de medio siglo de publicarse de manera ininterrumpida, existirá hasta que ''me llegue el momento de clavar el pico".

vargas_gabriel03Gabriel Vargas y la entrañable familia que nació de su ingenio han sido merecedores, desde hace varias décadas, de cumplidos, reflexiones, análisis y ensayos diversos, y en los años más recientes, de reconocimientos y homenajes múltiples.

Uno de estos últimos comenzó el año pasado y, al parecer, se prolongará durante largo tiempo, pues Editorial Porrúa, en colaboración estrecha con el dibujante, se propuso recopilar el mayor número posible de los cerca de mil 200 episodios de La familia Burrón, para conformar una colección editorial.

A la fecha se encuentran disponibles en el mercado los tomos uno y dos, y se anuncia que dentro de unos días aparecerá el tercero.

Homenaje a un grande del cómic

Porrúa informa que el proyecto prevé superar la media centena de volúmenes, cada uno integrado de 12 capítulos y un aspecto biográfico del autor.

''Es un homenaje que hacemos al más grande representante del cómic en México y a su más conocida creación que, sin duda, ha alcanzado con toda justicia el rango de clásico de la literatura mexicana", dijo José Miguel Pérez Porrúa, por parte del sello editorial.

Los episodios corresponden a la segunda época de la revista, iniciada a mediados de la década de los setenta, cuando el dibujante se separó de la cadena García Valseca y fundó la editorial GyG (que son las iniciales de su nombre y el de su esposa, la periodista Guadalupe Appendini).

Nacido en Tulancingo, Hidalgo, hace 83 años, a don Gabriel Vargas le ruborizan los calificativos de cronista, sociólogo o filósofo de lo mexicano y se asume, con modestia, como monero.

En entrevista, aclara que su trabajo con los Burrón siempre se ha basado en ocurrencias y que nunca ha pretendido, a través de la historieta, ejercer postura política alguna, acaso sí crítica social indirecta.

Se declara una persona apolítica de toda la vida. Esto tiene su explicación: cuenta que ''siendo un chamaquito" su familia tuvo altercados con miembros del Partido Nacional Revolucionario (el antecesor del PRI), que se tradujeron no sólo en constantes balazos contra la casa donde habitaba, en la colonia Peralvillo, sino en severas golpizas contra dos de sus hermanos, el mayor y el menor.

Y todo por la negativa de rentar parte de la casa para que los políticos instalarán allí sus oficinas, dice.

''Desde esa época no me importa que entren 20 mil presidentes de la República. Sólo observo los movimientos sociales que ocasionan estos tipos. Algunos son gente tratable, otros no. Pero siguen habiendo fulanos que se creen dueños del mundo, y casi por lo regular son del PRI'', señala.

''Al país lo roban tranquilamente y nadie hace nada, empezando por el Presidente que esté en turno; ninguno ha tenido el valor de llamar a cuentas a su antecesor. Como ejemplo está el caso del orejón (Salinas de Gortari), todo el mundo sabe que se robó millones y él anda tranquilo por el mundo."

Estamos igual, sólo más pobres

Gabriel Vargas desestima que La familia Burrón vaya o deba tener algún cambio en su trama ahora que llegó al poder un partido político distinto al PRI:

BURRON-1''Estamos igual, como siempre. La única diferencia es que somos más pobres cada día. Los sueldos de los obreros son verdaderamente miserables, ¿qué va hacer una familia con 40 pesos? Los políticos dicen, también como siempre, que el país está boyante, que va para arriba, y eso es una gran mentira.

''Veo un presente y un futuro pesimistas. He visto los movimientos sociales desde hace muchos años y siempre son las mismas quejas. En cada manifestación la gente sale a gritar su miseria, su hambre, y nadie resuelve algo.

''La situación (económica) ha desencadenado cada vez más la inseguridad. Los delincuentes son más salvajes, no sólo roban sino que ahora matan, tomando ejemplos de las costumbres estadunidenses donde las películas y series de televisión hablan de crímenes horrendos. Desde hace muchos años llegando las siete de la noche no piso la calle ni a fregadazos. Salir a divertirse o a entretenerse en la noche ahora es arriesgar la vida."

Es por esas razones, subraya, que ''en La familia Burrón seguiré contado la vida cotidiana, como siempre. El país sigue igual, para abajo, sólo que con más rateros y más individuos que intranquilizan a la humanidad. (Vicente) Fox sólo ha despertado expectativas; hasta allí se queda".

El credo del dibujante

Para el creador los valores principales de cualquier trabajo son la pulcritud, la honestidad y el respeto. Comenta que, por ello, siempre ha cuidado de que sus historietas estén bien realizadas en los trazos y en los diálogos, pero sobre todo que nunca se valgan del lenguaje vulgar ni que se erijan en censoras de las situaciones de alguna época.

Y, como ejemplo de esto último, apunta que él y los burrones son muy respetuosos de que ''las mujeres de hoy anden por ahí enseñando todo el mondongo. Eso es vivir su época y cada quien tiene la suya. La actual es de un vacilón tremendo, en el que no puedo participar porque soy más viejo que Matusalén".

De lo que sí se declara abierto y acérrimo crítico es de las publicaciones que abusan del dibujo pornográfico y del lenguaje vulgar en aras de vender cantidades estratosféricas, con lo cual, considera, cometen un atentado de muerte contra el mundo de las historietas.

Compara este aspecto con su trabajo y subraya que en los casi 60 años de La familia Burrón nunca ha utilizado una palabra altisonante ni el albur, así como el término Dios, ''porque se puede creer en él o no, pero es una figura que debe respetarse".

Las situaciones y los poco más de 50 personajes de la historieta han sido producto de las vivencias de su creador, quien durante muchos años nutrió el ingenio, entre otros aspectos, mediante recorridos por vecindades de Tepito o Santa Julia.

Afirma que conoció a los Burrón de carne y hueso cuando era chiquillo. Se trataba de una familia vecina que tenía un hijo apodado el baby con el cual acostumbraba jugar, recuerda:

''La señora, de cuerpo grueso y pecho turgente, como de cantante de ópera, era voluntariosa y bien mandona; mientras que el señor, que se llamaba Regino, se aplicaba a fondo para cumplir las órdenes de su esposa."

Y así, años más tarde, tomó ese modelo para crear a doñar Borola Tacuche, don Regino Burrón y su prole: Macuca, el Tejocote, Foforito (hijo adoptivo) y al fiel perro Wilson.

BURRON-2También existieron, asegura, el poeta Avelino Pilongano y su abnegada y trabajadora madre, doña Gamucita; Floro Tinoco, junior mejor conocido como el Tractor; Ruperto Tacuche, delincuente regenerado; Susanito Cantarranas y la Divina Chuy, fino libador de neutle y machín a toda prueba, el primero; exótica, de irresistibles encantos, la segunda; y los caciques y compadres Briagoberto Memelas y Juanón Teporochas, por mencionar algunos de sus personajes.

En el trajín desde la juventud

Gabriel Vargas se hizo caricaturista por accidente y necesidad económica, pues desde que comenzó a dibujar de forma profesional, antes de los 15 años, su intención era dedicarse a ''la ilustración seria".

Incluso, no es exagerado afirmar que se trata de un artista innato, ya que no sólo desde muy corta edad demostró su gran capacidad para el dibujo, sino que también se reveló como pintor y escultor, aunque estas últimas facetas debieron quedar relegadas de su vida por factores de orden monetario.

''Las personas no saben nada de mí. Creen que nada más soy La familia Burrón y eso no es cierto. Creí que mi vida sería de periodista e hice un sinfín de revistas y suplementos durante más de 40 años, además de manejar las campañas de suscripción de la Cadena García Valseca y Excélsior", explica.

''Tanto trabajé que mi cuerpo lo resintió, primero, con una amnesia incipiente que me duró un día y después con un derrame cerebral. Lo primero fue hace mucho tiempo y lo segundo tendrá 21 años.

''Durante muchos años agarré a los Burrón nada más en ratitos, los tenía arrumbados y ahora son lo único que tengo, lo único que me hace vivir. No sé cómo es que han tenido tanto éxito. Nada más estudié la pura primaria y al cabo de los años me he enterado que me han leído personajes de mucha educación, como don Alfonso Reyes, Carlos Monsiváis y Sergio Pitol.

''Me apena no haber cursado ni siquiera la secundaria. Mi sueño era ir a la universidad y hacerme médico, como mi madre quería. Por la miseria y las necesidades me dediqué a trabajar. Sin saber nada, me lancé primero a dibujar y luego a escribir. Me aventé al puro valor mexicano y para salvar las situaciones. Jamás en mi vida, bajo otras circunstancias, me hubiera atrevido a hacer historietas; es algo que me daba mucho miedo."


Parteaguas del humor

Para Carlos Monsiváis ''no es exagerado decir que hay un humor popular antes y después de Gabriel Vargas". El escritor, en un ensayo publicado en La Jornada Semanal el 10 de mayo de 1998, con motivo del 80 aniversario del dibujante, asegura que el personaje por excelencia de La familia Burrón es la vecindad, ''el espacio clásico de la imaginación popular hasta fechas recientes, que de allí se extiende a terregales, mercados, residencias, billares, carpas, al orbe en suma de las transas, la represión policiaca, la solidaridad en la escasez, la carestía, el desempleo, la pequeña corrupción, las necesidades apremiantes. Los Burrón nunca se apartan de su rasgo distintivo: la inseguridad económica".

Agrega que ''Vargas finca su humor en el choteo de las inercias tradicionalistas (el machismo, la primera de ellas), y en el elogio irónico del pintoresquismo, la trampa de la gran ciudad donde lo entrañable es sinónimo de lo aplastante, y lo que nos quiere es lo que nos impide cambiar".

''Con choteos, sarcasmos y sátira Vargas enriquece el sentido del humor urbano. Borola y sus vecinas, en lucha constante contra los precios del mercado y los bolsillos vacíos, originan una mitología caricatural de la resistencia."

Monsiváis subraya la enorme aportación del dibujante al lenguaje coloquial en México: ''A su recopilación del habla popular no la limita la mera fidelidad de quien transcribe. Anticipa, inventa, imagina, borda sobre las palabras. Es decir, se maneja en la línea creadora del caló, de las germanías, y se aparta de la tradición de quienes improvisan sobre temas y palabras de la sexualidad, juego vulgar y ocasionalmente ingenioso. Pero Vargas no se atiende a las mecánicas del albur, lo suyo es flexibilizar el idioma, y por eso inventa o reproduce lo más vivo y de mayor colorido en el habla popular.

"De allí su influencia imponderable. Populariza términos: 'azules', o 'acólitos del diablo' (los policías); usa de las distorsiones del anglicismo (yu en lugar de tú, feis por rostro, etcétera), o de la cultura oral: las 'tambochas' o las 'tepalhuanas' para los glúteos, y así sucesivamente".

Subraya que es pretensión explícita del creador describir la vida familiar del mexicano pobre de clase media y aproximarnos al proletariado y al lumpen proletariado, aunque sin tener como guía pretensiones sociológicas, sino el costumbrismo.

Concluye el cronista: ''La familia Burrón es la evocación graciosísima de un mundo que se niega a desaparecer mientras no tenga con qué pagar el entierro".