MARTES Ť 21 Ť AGOSTO Ť 2001

Ť La mayoría comete los hurtos dentro de sus escuelas, asegura Nelia Tello

El consumo de droga lleva a adolescentes a robar: experta

SUSANA GONZALEZ G.

La adicción a las tachas y la coca los convierten en incipientes rateros y vendedores de droga. Apenas tienen entre 12 y 16 años, pero las deudas que han contraído por esta causa duplican sus ingresos mensuales. No son niños de la calle ni tampoco provienen -en apariencia- de familias disfuncionales, ya que estudian en la secundarias o el bachillerato en escuelas públicas de la ciudad y reciben mensualmente, por parte de sus padres, más de 500 pesos en promedio.

Son 20 pesos diarios para el transporte, los dulces o la hamburguesa que resultan, sin embargo, insuficientes para la droga. Entonces, esculcar las pertenencias o de plano robar la mochila de alguno de sus compañeros de clase se vuelve una forma recurrente y segura para obtener dinero. Mas cuando no son pocos los alumnos de este nivel que cargan celular o presumen recibir mesadas superiores a las del resto y el delito no es reportado ni siquiera ante las autoridades del plantel.

El consumo y la venta de droga en pequeña escala dentro de las escuelas pareciera no ser una práctica extendida o grave entre los adolescentes; sin embargo, según los resultados preliminares de una encuesta aplicada por Nelia Tello, investigadora de la Escuela Nacional de Trabajo Social de la UNAM, en 120 grupos de secundarias públicas en 10 delegaciones de la capital, la droga es algo cotidiano para la mayoría de los estudiantes, lo que no significa que la consuman, pero sí que reconocen que existe en su entorno inmediato.

"La droga es un asunto de mercado, los chavos la consumen sencillamente porque ahí esta y hay que comprarla, por pura curiosidad", manifestó la académica, al explicar que muchos de los chavos no provienen de familias conflictivas.

Uno entre diversos casos es el de la Preparatoria 2, Erasmo Castellanos Quinto, de la UNAM, donde también se imparte la secundaria y la cual está localizada sobre el Eje 4 Oriente Río Churubusco, casi esquina con avenida Canal de Tezontle, delegación Iztacalco, cuyos alumnos hasta el año pasado eran víctimas de constantes robos en las inmediaciones del plantel.

Las quejas de las autoridades de la institución y de padres de familia propició que la delegación Iztacalco y la Secretaría de Seguridad Pública (SSP) reforzarán la vigilancia en la zona, y los asaltos contra los estudiantes disminuyeron en el exterior de la preparatoria. Sin embargo, aunque en pequeña escala, el hecho ilícito ocurre en las aulas, pasillos, patios y sobre todo en las jardineras de la escuela, donde los adolescentes amontonan sus pertenencias cuando tienen horas libres. Robos que son cometidos necesariamente entre los mismos alumnos porque, según la directora del plantel, Ilma Lecia Carrillo López, existe una "estricta vigilancia a la entrada para no peoperativo_drogasrmitir el ingreso a personas ajenas a la preparatoria y a quien no porta credencial, por propia seguridad de los muchachos."

Ese control no ha impedido la desaparición de celulares, carteras y monederos o de morrales atiborrados de libros y libretas: "Siempre hay alguien que se queda cuidando las mochilas mientras los otros van al baño o a comprar algo, pero de repente faltan cosas. El otro día una compañera que se mete tachas, pero que se junta con nosotros nos dijo: 'Tengan cuidado porque un valedor anda robando las mochilas'", refirió Ana, una estudiante.

La situación no es privativa de esta escuela, explica Carrillo López: "Ese problema siempre ha existido en planteles oficiales y hasta privados. Los robos se dan hasta dentro del salón, no por parte de gente externa a la escuela pero sí entre los alumnos. No sé a que se debe, no sé por qué los papás no hablan con sus hijos: primero para que se responsabilicen de sus cosas y segundo para que no les dejen traer objetos de valor, porque ya todos reportan que traen celular y hasta 300 pesos. Me parece absurdo que alguien de la edad de nuestros estudiantes cargue con tanto dinero, porque llama la atención y son niños que dejan descuidadas sus cosas para irse a jugar, pero hay otros abusivos que toman lo que no es suyo."

Aunque los alumnos rara vez reportan la falta de sus pertenencias y no tienen la certeza sobre quiénes son los responsables, las sospechas recaen principalmente entre sus compañeros que consumen drogas. "Una niña que desde primer año se mete cosas y tiene muchas materias reprobadas llega a pedir dinero prestado a medio mundo porque dice que tiene una bronquísima y que debe más de 900 pesos, o sea más de lo que le dan sus papás para todo el mes. Nunca dice para qué lo quiere, pero sabemos que sigue metida en las drogas y hay veces que la han visto abriendo las mochilas de otros," comentan estudiantes.

"Por comentarios de los propios estudiantes y padres de familia sabemos que la droga la venden y consumen adentro de la escuela, pero nosotros no podemos actuar", dice Ricardo Díaz, jefe del sector 26 Iztaccíhuatl de la policía preventiva, cuyo cuartel colinda justamente con la preparatoria 2.

Al mismo tiempo, los afectados no creen que tenga caso reportar el robo ante la dirección porque, dicen, pueden hacerse acreedoras a un reporte "por descuido, como ya le pasó a unos amigos".

Así, estos hechos terminan por convertirse en incidentes cotidianos, pero el no denunciar obedece a otras causas: "Si son tus propios compañeros Ƒcómo los vas a acusar?"