La
Jornada Semanal, 12 de agosto del 2001
(h)ojeadas
El
historiógrafo psicoanalista
Guillermo
Zermeño
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Juan
Alberto Litmanovich,
Cuando
el archivo se hace acto,
Ediciones
de la noche,
México,
2000.
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Para un historiador no es muy acostumbrado
hablar de un libro cuya particularidad está precisamente en situarse
en ese punto intermedio entre dos disciplinas: la historia y el psicoanálisis.
Me ayuda a entender mejor este texto la manera en la que Michel De Certeau
con quien, como historiador, soy un poco más cercano ha pensado
la historia. Como historiador le agradezco a Juan Alberto este texto porque,
en efecto, tiende un puente entre dos linderos: el de la historia y del
piscoanálisis. Juan Alberto llega del psicoanálisis a la
historiografía por la intermediación de De Certeau, un historiador
que buscó en el lenguaje freudiano algunas respuestas a sus interrogantes
como historiador sobre la mística y la locura en la modernidad temprana.
Por lo tanto este libro se teje, como su título lo indica, en la
frontera de esas dos disciplinas. Uno de los grandes méritos del
trabajo está en mostrar ese lugar, como dice Alfonso Mendiola en
el prólogo, "de enlace y de disyunción entre las disciplinas".
Sólo un tercero en discordia entre De Certeau y Lacan pudo hacerlo.
En esto Litmanovich procede como historiador, tiende puentes entre el pasado
y el futuro. Su escritura es la bitácora de un viaje por ese país
de la noche en que nos ocultamos: el pasado, el propio y el ajeno. Al terminar
el libro Litmanovich ya es otro, se delinean otras preocupaciones. Su escritura
es sólo el preámbulo de un puerto al que nunca se abrió.
Sin negar la complejidad de ciertos pasajes
hablo como historiador, su fraseo se liga y entreteje alrededor del enigma
que da pie a Cuando el archivo se hace acto. Esta acción
de escribir se realiza con suavidad, tersamente, sin más violencia
que la exigida por el problema, ya que se dirige hacia ese lugar que no
tiene nombre; es un lugar innombrable y, por lo tanto, va hacia la tierra
del no-lugar o "grado cero" de la escritura que diría Roland Barthes,
el cual, sin embargo, nos determina. Es un viaje hacia el tope de toda
escritura, ese no-lugar que nos hace hablar, escribir, desear, mirar, sin
saber cómo. Es el "decir es querer", una frase acuñada que
he sacado del libro mismo, y que Juan Alberto tomó de Michel De
Certeau en su diálogo con Lacan, aunque no sólo de ahí.
Parecen sintetizarse cinco siglos de escritura en Occidente en esa frase:
"Decir es querer." Después de leer este libro, que narra el viaje
de Litmanovich por las tierras de Freud y de Lacan, y de cruzarse con el
jesuita historiador De Certeau, se abre una de las cuestiones más
inquietantes de la filosofía y la sociología contemporáneas:
¿cómo pensar el Yo, la Subjetividad, después de Descartes?
De Certeau, nos dice Litmanovich:
se distingue del Cartesiano porque no establece
un valor de verdad; las palabras, los dichos, ya no indican el camino correcto
por la vía de la iluminación, se han vuelto opacos, esa carencia
de luz por el poder de las sombras, diría el historiador del arte
Michael, es lo que nos induce a escribir, a hablar, a hacer. No son entonces
los dichos en los que nos hemos de fiar, sino en los actos de decir; con
ese pequeño giro entre lo que se dice y el acto de ese decir parece
abrirse el diálogo necesario entre el acto psicoanalítico,
propio del especialista, y el acto historiográfico, propio del historiador.
Yo diría que, en ese sentido, la
investigación de Litmanovich delineada en la última parte
de su libro a partir de la distinción entre oralidad y escritura
resulta no sólo apasionante sino perfectamente pertinente. Pero
¿qué significa querer pensar después de Descartes?
Por supuesto no son Lacan ni De Certeau los primeros en intentarlo, en
eso no radica la originalidad de sus pensamientos. Sus textos y sus referencias
nos dan suficientes indicios de que la originalidad trasciende la misma
noción de autoría clásica. Lo que se llama originario
en el siglo xx, creo, interpreto, trato de entenderlo de esa manera, es
un acto colectivo, masivo, que nos convoca a unos y otros, a historiadores
y a psicoanalistas, los que están dentro y los que están
fuera, y que lleva por nombre el de "horror", el de "abismo" y que horada
cualquier intención de nombrarlo. Es en ese momento precisamente
cuando el archivo se hace acto; el acto moderno por antonomasia, así
intento entenderlo, es Auschwitz. Me vienen a la memoria mis intercambios
con Juan Alberto a propósito de la verdad en la historia, que son
evocados en la última parte del libro. Esa consciencia inquietante
y aterradora a la vez del límite y del no-límite, simbolizada
en las últimas palabras del maestro Lacan que yo desconocía:
"Soy obstinado, desaparezco." Acaso sea esa experiencia la que llevó
al antropólogo e historiador De Certeau, a la manera de otro filósofo,
Wittgenstein, a recrear la ética clásica en el hombre ordinario
de cada día, y a preguntarse por el acto que se oculta en los dichos
por el maestro. En ese sentido De Certeau va tras el electo social que
nos configura, más allá de la noción clásica
de autoría o de la subjetividad pintada en el pensamiento de Descartes.
El
libro de Litmanovich contribuye, a mi juicio, a que los historiadores tengamos
mayores elementos para entender que no es suficiente pronunciar un discurso
sobre el pasado que se piensa al margen del acto que lo produce; que después
de Freud y la condensación del Yo por el horror colectivo, ya la
historia no puede pensarse más de esa manera. Si esto es así,
la pérdida de lo uno, de la identidad de ese sujeto al igual que
el periodo en el que la herejía se transformó en cisma es
un tema querido, tocado y desarrollado por la obra de Michel De Certeau,
define nuestra época como una en la que priva la melancolía.
Por eso trato de entender la disyuntiva entre el duelo o la melancolía
que Litmanovich plantea en su libro. Es una disyuntiva que viene a sustituir
la clásica expresada por Hamlet del ser o no ser. Ahí se
cuelga, me parece, en esa disyuntiva, y es lo que el relato de este libro
nos deja ver en su diálogo con De Certeau: el futuro de la historiografía;
y vemos a De Certeau como uno de los maestros de la historia en este difícil
arte de ejercitar el duelo. Obviamente se trata de una provocación;
por eso, como historiador no es fácil internarse en este tipo de
cuestionamientos o de problemas. Es una apuesta que se juega en términos
del futuro, pero un futuro que pasa a través de una escritura que
se produce en relación a una carencia, a una pérdida, y por
eso afirmo que esa pérdida que nos configura en el siglo xx tiene
el nombre del horror y en particular el de Auschwitz. Lo que sigue siendo
sorprendente en Michel De Certeau con el cual siento mayor cercanía
y a quien, a través de este libro, me parece reconocer mejor sobre
todo por el paso que da De Certeau a través de su acercamiento a
la Escuela Freudiana de París en el caso de Lacan, es su capacidad
de convocatoria. Me impresiona cómo De Certeau, que no es más
que un hombre y en ese sentido es un ausente, en diferentes momentos
va convocando a individuos que se van encontrando de manera azarosa. No
conocí personalmente a De Certeau, quien comenzó a traducir
su obra al español en 1981 en su primera y creo que única
visita. Ese legado, esa obra de traducción, permitió que,
en un momento determinado, alrededor de su obra se fueran enlazando otros
encuentros fortuitos que si se hubieran programado, calculado, nunca se
hubieran podido realizar; encuentros fortuitos que han ido configurando
amistades, complicidades intelectuales y, sobre todo, la posibilidad de
hablar de otra manera sobre el pasado.
Cuando el archivo se hace acto es
un encuentro fortuito. Una llamada por teléfono es mi primer recuerdo:
Juan Alberto Litmanovich se conectaba con el lugar en donde la obra de
De Certeau estaba siendo traducida, el departamento de historia de la Universidad
Iberoamericana. Por azares del destino, el encuentro personal vino hasta
después de dos o tres años; desde entonces ya este trabajo
se adivinaba, se proyectaba. Este encuentro con la obra de De Certeau,
que pasa por Lacan, presentado de manera brillante y excelente por Litmanovich,
ha dado pie en ese sentido a otro encuentro que me permite volver a asombrarme
de la fuerza que puede tener un ausente para reunir a los libros; y este
encuentro, este acto, digamos, es otra muestra de esa potencia, de esa
fuerza. Como señalaba al principio, se adivina ya el futuro trabajo
que vendrá a abrir nuevas posibilidades para la desacostumbrada
interacción en nuestro medio entre ámbitos en apariencia
tan separados y distintos como la historiografía y el psicoanálisis
Premio de Poesía Aguascalientes 2002.
Convocado por el CONACULTA a través del INBA y el Patronato de la
Feria Nacional de San Marcos, por medio del Instituto de Cultura de Aguascalientes.
Podrán participar todos los escritores residentes en la República
Mexicana. Los concursantes deberán enviar un libro inédito
de poemas, escrito en español, con tema y forma libres, y con una
extensión mínima de sesenta (60) cuartillas y máxima
de ciento treinta (130), a la Casa de la Cultura de Aguascalientes, en
Venustiano Carranza 101, CP 20000, Aguascalientes, Ags., o al Centro Nacional
de Información y Promoción de la Literatura, en República
de Brasil 27, Centro, CP 06020, México, DF, a más tardar
el 9 de noviembre de 2001. Los trabajos deberán estar escritos en
español y presentarse por triplicado, escritos a máquina
a doble espacio, en papel tamaño carta y por una sola cara. Los
concursantes deberán participar con seudónimo y, adjunto
al trabajo, en un sobre cerrado e identificado con el mismo seudónimo,
enviarán su nombre, domicilio y número de teléfono
a excepción de aquellos concursos de obra publicada. Estas plicas
de identificación serán depositadas en notaría pública
de la ciudad sede del Premio. Cualquier tipo de referencia, leyenda o dedicatoria
que pueda sugerir la identidad del autor causará la descalificación
del trabajo. No podrán participar: a) autores que hayan recibido
el premio con anterioridad, b) obras que se encuentren participando en
otros concursos en espera de dictamen, c) obras que hayan sido premiadas
con anterioridad y d) trabajos que se encuentren en proceso de contratación
o de producción editorial. El jurado estará integrado por
escritores, investigadores o críticos de reconocido prestigio. Una
vez emitido el fallo se abrirá la plica de identificación
y se notificará al ganador. El resultado se divulgará por
medio de la prensa nacional. Es facultad del jurado descalificar cualquier
trabajo que no presente las características exigidas por la convocatoria,
así como resolver cualquier caso no referido en la misma. El premio
puede ser declarado desierto, en cuyo caso el INBA se reserva el
criterio de aplicar el recurso económico correspondiente para el
incremento de otros premios o para apoyar actividades de fomento a la literatura.
Las instituciones convocantes cubrirán el traslado en el territorio
nacional, y la estancia del autor ganador y de un acompañante para
que asistan al acto de premiación. En el caso de los trabajos remitidos
por correo, se aceptarán aquellos en los que coincida la fecha del
matasellos con la del cierre de la convocatoria. No se devolverán
originales ni copias de los trabajos no premiados. El fallo del jurado
será inapelable. La participación en este concurso implica
la aceptación de las bases. Premio único e indivisible de
doscientos mil pesos, diploma y la publicación de la obra en la
editorial Joaquín Mortiz.
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Teatro. Los estudiantes de la Escuela
Nacional de Arte Teatral presentan, como parte de los exámenes de
la carrera de actuación y hasta el 16 de septiembre, la obra Fausto
de Marlowe. Las funciones son los sábados y los domingos a las 13:
30 horas en el Teatro Salvador Novo de la ENAT, ubicada en el CENART, en
Río Churubusco y Calzada de Tlalpan, col. Country Club, Metro General
Anaya. Puesta en escena para adolescentes y adultos. Entrada libre. Cupo
limitado.
Exposición itinerante de pintura.
Alberto Castro Leñero presenta en Querétaro su exposición
Transformaciones,
compuesta por veinticuatro óleos, escultura y polípticos
con el tema de la transformación y el movimiento. La exposición
podrá ser apreciada en las salas del Museo de la Ciudad hasta el
7 de septiembre, en Guerrero 27, Centro Histórico de Querétaro.
Lamour del glarrabal. Exposición pictórica
de Antonio Monroi. De lunes a viernes, de 10:00 a 19:00 horas, a partir
del 31 de julio y hasta el 31 de agosto en la Galería Soltik, av.
San Antonio Abad 124, P.B., col. Tránsito, México, D.F. Informes
en la dirección electrónica www.sedesol.gob.mx |
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