DOMINGO Ť 12 Ť AGOSTO Ť 2001

Ť Carlos Bonfil

El planeta de los simios

En 1968 los guionistas Michael Wilson y Rod Serling adaptaron para la cinta El planeta de los simios, de Franklin Schaffner, la novela de ciencia ficción de Pierre Boulle, Monkey planet, historia de un astronauta extraviado en el espacio que aterrizaba en un planeta dominado por simios. Charlton Heston, en una de mejores caracterizaciones, era ahí un ser reducido a una condición infrahumana, dueño sin embargo de una fortaleza moral y de una gran inventiva para huir de sus perseguidores, quienes deseaban castrarlo y someterlo a una lobotomía. La fábula, alusión transparente a una cultura occidental en franca decadencia, trasladaba a un futuro indeterminado el desencanto juvenil de los años sesenta y el colapso de la visión del hombre como centro del universo e infalible constructor de civilizaciones. El éxito comercial de la propuesta decidió cuatro secuelas y una serie de televisión, con el previsible desgaste de la idea original.

El planeta de los simios resurge hoy con una brillante adaptación de los guionistas William Broyles Jr., Lawrence Konner y Mark Rosenthal, donde se respeta en lo esencial la trama de Pierre Boulle, con el añadido indispensable de un distanciamiento irónico. El realizador Tim Burton (Batman, Eduardo manos de tijera, Ed Wood) juega con los elementos novedosos: humor fársico, inverosimilitud deliberada, desmesura, y una sátira dirigida también a la propia película y a los géneros del thriller y la ciencia ficción. El colmo de la trasgresión lúdica (no llevada a término feliz para no dejar a la cinta sin espectadores) es el amorío inter-especies, que ya no interracial, entre el héroe Leo Davison (Mark Wahlberg) y la ultraliberal Ari (Helena Bonham Carter), "la Eleanor Roosevelt de los simios", como atinadamente la califica el crítico Roger Ebert. En algún momento se insinúo que Burton habría pensado en una relación carnal más explícita, pero el bestialismo sexual se sustituyó, para tranquilidad de la censura, por la discreta rivalidad amorosa entre una mujer y una simia por el mismo ser humano. No era cuestión, de modo alguno, de evocar las herejías del japonés Nagisa Oshima en Max, mon amour, donde Charlotte Rampling sostenía una relación pasional con un gorila.

Existe otra rivalidad interesante entre Leo y el villano de la cinta, Thade (Tim Roth), un general autoritario, y aquí parecería repetirse el esquema de Gladiador, con Russell Crowe y Joachim Phoenix en papeles similares. Este juego de interpretaciones y la gran variedad de matices en gestos y expresiones es posible gracias al trabajo (notable) de Rick Backer, especialista en maquillaje, responsable también de la transformación de Jim Carrey en El Grinch. Los elementos más sorprendentes en la nueva cinta de Burton son la sugerencia tropical, la estilización barroca de la extraña cultura que descubre Leo, y la música portentosa de Danny Elfmann (Batman, Darkman, el rostro de la venganza). El homenaje a la versión clásica es más evidente aún con la presencia de un invitado, Charlton Heston, el patriarca del planeta, quien en su lecho de muerte revela a Thade el origen de la civilización simia.

Las limitaciones de la cinta son realmente menores. Personajes secundarios poco desarrollados, muy próximos a estereotipos del cine de acción (estilo La guerra de las galaxias), convenciones genéricas (rescate in extremis de un adolescente en una situación tan difícil como absurda), y de modo sorprendente en Burton, un juego paródico muy contenido, cuando no burdo, en sus referentes bíblicos ("todos los simios a imagen y semejanza de su creador", etc.), o en su modo de satirizar las realidades domésticas o las rutinas urbanas terrestres en el nuevo habitat futurista. Helena Bonham Carter interpreta con acierto el personaje de Ari, emblema de tolerancia y "humanismo", aun cuando la nota sentimental sea en ocasiones excesiva. Tim Roth se lleva la mejor parte en esta historia, de modo carnívoro, con perversidad e ignominia, en franco contraste con la corrección política que encarna Ari. Más que un remake de producción apabullante, El Planeta de los simios, de Tim Burton, es una muestra muy disfrutable de calidad e imaginación artística.