MIERCOLES Ť Ť AGOSTO Ť 2001

Ť Coordinación de Ana María Casimiro y Alvaro Angoa

Testimonios de sexoservidoras de La Merced, en un libro

Ť Recoge de historias de ''dolor, llanto, alegría y muerte''

Ť Selene y Marisol, entre otras, ofrecen su propia escritura

MERRY MAC MASTERS

Desde hace tiempo ellas querían contar su historia pero no hallaban el medio idóneo para hacerlo. Entonces Ana María Casimiro Sánchez, sexoservidora de La Merced, conoció al estudiante de antropología Alvaro Angoa Martínez. A éste, reconoce, le costó mucho trabajo acercarse a ella y sus compañeras debido a la desconfianza que prevalece. Siempre se habían topado, señala, con personas que se aprovechaban de su ''ignorancia" para extorsionarlas.

''Es cotidiano en nuestro oficio desnudarnos ocultando nuestro pudor. Sin embargo, sacar lo privado de nuestras vidas para derribar mitos tiene su chiste'', escribe Ana María Casimiro en el prefacio de ƑPor qué seguimos aquí? Testimonios de sexoservidoras de La Merced, libro coordinado por ella y Angoa Martínez que hoy se presenta a las 19:30 horas en el Centro de la Imagen (Plaza de la Ciudadela 2, Centro Histórico) por Alberto Híjar, Ofelia Medina, Cristina Pacheco, Andrés Roemer, Patricia Mendoza y Ramón Sosamontes.

Selene, Lucero, Marisol, Rocío, Alondra, Carmen, Rosalba, Elizabeth, Mariela, Claudia, Graciela, Alejandra y Ofelia son las trabajadoras sexuales que relatan, con su propia escritura, sus historias de ''dolor, llanto, alegría y muerte'' en este ''humilde, pero gran libro'', como lo llama Casimiro Sánchez. Si ''lo que nos orilla a llegar a este oficio es el hambre y la ignorancia'', continúa, ''queremos que la gente se entere y nos conozca por medio de estos testimonios''. Además, ya no desean que ''se nos juzgue por juzgar, que se nos castigue por castigar, que se nos segregue porque sí, que se nos margine como se nos ha marginado hasta hoy''.

Como estudiante de antropología, Angoa Martínez ya se había acercado a niños de la calle e indigentes. Sin embargo, lo que le llamó la atención de las sexoservidoras -''tal vez el sector más golpeado, porque sus hijos también sufren la marginación''- fue su ''sentido de responsabilidad por la familia, los hijos y por la vida''. Sin embargo, ver ''con qué facilidad perdían hasta la vida'' fue algo que dejó ''sin defensa'' al joven universitario.

Angoa Martínez confiesa, no obstante, que quizá el interés de saber si estas trabajadoras sexuales ''estaban allí porque querían'' fue el motivo para acercarse a ellas. En el proceso se encontró con que ''eran personas con las que se podía platicar, intercambiar, pero sobre todo tenían mucho que decir y enseñarnos en estos momentos, y lo único que faltaba eran los elementos que todos tenemos: educación y confianza''. Hace énfasis en esto último porque perder la confianza en el investigador era perderla en la sociedad y las autoridades. En cuanto pensó que ''teníamos que hablar'', surgió la propuesta inicial de hacer un libro con Ana María.

Para el entrevistado, al contrario de otras ocasiones, con motivo de reuniones en que las compañeras ''tenían que decir algo que no estaban sintiendo'', en el presente libro por vez primera dejan escuchar su voz.

La información ya se había trabajado cuando en 1999 el proyecto recibió el apoyo del Programa de Apoyo a Culturas Municipales y Comunitarias (PACMYC). Posteriormente fue apoyado por la Delegación Iztapalapa. Según reza el colofón los mil ejemplares se terminaron de imprimir en los Talleres de la Fundación Cultural Trabajadores de Pascual y del Arte. ''Ojalá tengamos la oportunidad de lograr una trilogía de esta historia'', apunta Casimiro Sánchez, ya que ''esto es un diez por ciento de todo lo que falta''.

Petición de una política incluyente

La sexoservidora espera que el volumen , dirigido a todo público, sirva para que ''se den cuenta de que somos seres humanos y tenemos los mismos derechos de todo ciudadano de la República''. Y agrega: ''Vengo de una organización llamada Humanos del Mundo contra el Sida, con un proyecto de hace ocho años, pero necesitamos apoyos de educación, derechos humanos, cultura. En este momento soy la voz de todas las mujeres que se han acercado a nosotros. Pido a nuestro gobierno que exista una política incluyente, que dé cuenta de nosotras y se nos incluya en todos los proyectos de mujeres. No que se nos diga qué horror, esas no deben estar''.

A la pregunta, Ƒpor qué seguimos aquí?, responde Alejandra en su relato: ''Sigo aquí porque llego a mi casa y estoy sola, tal y como me dejó mi padre al matar a mi madre. Cuando llego a la casa pienso, Ƒde qué me sirven estas cuatro paredes si estoy sola? Al menos aquí en la calle me distraigo, platico con las compañeras, estoy igual sola, pero al menos platico con alguien''.