MIERCOLES Ť Ť AGOSTO Ť 2001

Ť Del trópico, nuevo libro de cuentos del escritor publicado por Alfaguara

El autor debe ser sólo un medio entre sus personajes y el papel, señala Ramírez Heredia

Ť El relato corto tiene su tiempo, su extensión y no hay que forzarlo, advierte

Ť ''La literatura está llena de palabras vanas y frases alegres'', opina el narrador

CESAR GÜEMES

Varias son las razones por las que Rafael Ramírez Heredia retomó algunos fantasmas de su primera madurez, allá en Tampico, a fin de traerlos al mundo actual, dejarlos crecer y reproducirse en su nuevo libro Del trópico, que acaba de poner en circulación Alfaguara.

ramirez_heredia_ahb''Me encontré con personajes que allá habían vivido o de los cuales escuché hablar alguna vez ?dice el autor a quien le hemos pedido una referencia concreta de la ubicación geográfica de su trabajo?; volví a percibir la sensación de estar en las cercanías del puerto e incluso le solicité a mis amigos que me llevaran a lugares que creí conocer o recordaba. Claro que ya las cosas eran muy diferentes pero me percaté de que ahí estaba un libro de cuentos. Y esto, que comenzó de manera incipiente, se convirtió en un proyecto verdadero y luego de 50 tratamientos lo puedo entregar a los lectores. Tuve que colocarlos en el orden adecuado, cuidar el tono de los personajes y afinar la forma narrativa. Sin embargo después de todo ese trabajo, todavía me faltaba el final. Pero lo encontré junto con la referencia de un hotel de paso muy reconocido hace ya algunos años en Tampico."

Tampico hermoso

-De modo que además de imaginar la trama de los cuentos, en ocasiones realizaste viajes concretos para que conformaran un libro.

-Así es. Voy y vengo a Tampico en razón de un curso de creación literaria que allá imparto. Eso me llevó a recorrer calles y visitar sitios que funcionaron como detonante para un conjunto de historias. Ya tenía un par de textos alusivos, pero allá fue donde decidí armar el proyecto completo. Claro, si no me salía bien era que no estaba preparado para esa aventura. Pero me descubrí conforme con lo que sucedía en los cuentos y decidí seguir adelante. No quise forzar los textos porque he aprendido que el cuento tiene su tiempo, su extensión y cuando termina o se alarga por decisión autoral, se nota y el lector lo rechaza.

-Aunque no quieras preguntártelo, quizá retornas a Tampico para encontrar allá estas historias porque todavía no finiquitas tus recuerdos de juventud.

-Gran parte de mi vida, hasta la primera madurez, está allá. Y luego, cuando fue necesario salir a estudiar, regresaba en la época de vacaciones. Algo parecido hacían muchos de mis amigos. De modo que es como si nunca me hubiera ido. En cuanto a los recuerdos, es verdad que ahí estaban y era como si me dijeran: ''mira, aquí estamos y eres muy torpe al no vernos". Claro, lo que debe estar detrás de todo esto es que a lo mejor ya saldé mis remembranzas de Tampico y es algo que no deseo hacer. Luego, ya metido en los cuentos, pensé en hacer otros dos que correspondían a vivencias que me interesaban mucho. Pero no me motivaron literariamente. ¿Para qué publico un texto sin el tenor literario que sí tienen los demás? ¿Para qué me voy a pelear conmigo mismo? Cuando uno se pone a las vencidas con su libro, se nota y es muy desagradable. De lo que trato en el libro es de que los personajes funcionen solos y así avancen, que el autor no sea más que el medio entre ellos y el papel.

-Tu libro, en ese sentido, es más fondo que forma.

-De palabras vanas y frases alegres está llena la literatura. De lo que se trata es de contar historias, esa es la tarea casi única del escritor. Deseaba contar historias, no aburrir ni seducir con el lenguaje.

-¿Qué esperanza les das a quienes acuden a tu taller para escribir cuento si tú mismo requieres repasar 50 veces un libro antes de darlo por terminado?

-Esa, que trabajen sus textos 50 veces. He tenido y tengo alumnos en casi todos los estados del país donde me han invitado a impartir talleres. Y mi máxima es: si quieren ser escritores, trabajen, jódanse, no hay de otra. Y si el texto no avanza, déjenlo. Directamente les hago el comentario a mis compañeros: los textos hay que trabajarlos en ocasiones hasta 50 veces, ni hablar. El escritor facilote que rápido termina y de inmediato publica puede tener una especie de éxito que se le acaba en cuanto lo leen en serio. Por mi parte no busco tenerlo ni a la larga ni a la corta, busco que el texto esté bien escrito para mí. Y si un lector le encuentra errores, lo acepto y para la siguiente vez revisaré el texto 70 veces o las que sean necesarias.