Rocío Rodiles H. Correo electrónico: [email protected] Playas de Catazajá comúnmente conocido como "valle cubierto de agua" es parte de un sistema lagunar que se extiende por cuatro municipios: Playas de Catazajá, La Libertad y Palenque, en Chiapas, y Emiliano Zapata, en Tabasco. La dinámica hidrológica de este sistema de humedales se debe a las inundaciones provocadas por las fluctuaciones anuales y estacionales del caudaloso río Usumacinta. Año con año se inundan y enriquecen amplias planicies debido a la entrada y la retirada del delta del Usumacinta. Dicho ciclo favorece el florecimiento temporal de vegetación acuática y subacuática formándose verdaderos invernaderos y criaderos de diversas especies de peces, anfibios, reptiles y mamíferos. Posteriormente, al retirarse las aguas del río, la fauna acuática se incorpora a otros ambientes (marinos o terrestres) para continuar con su ciclo de vida. Entonces, el enriquecimiento del suelo lo aprovechan por los pobladores para la agricultura y la ganadería. Es en el municipio de Playas de Catazajá donde se localiza una de las zonas más compactas de inundación. Sin embargo, también se caracteriza por una fuerte expansión ganadera que provoca la denudación casi total de la selva tropical, la reducción de los humedales y la modificación del hábitat. En primer lugar, esta zona fue objeto de aprovechamientos forestales. Posteriormente, durante la década de los ochenta, la ganadería tuvo su mayor expansión. El municipio presentaba al inicio de esa década una superficie de humedales de aproximadamente 20 mil hectáreas, más del 30 por ciento de la superficie municipal. Pero en 1990, la zona sujeta a inundación se redujo en más del 50 por ciento debido, fundamentalmente, a la deforestación de más de 6 mil hectáreas de selva tropical. Adicionalmente a la expansión ganadera en 1993, se embalsaron de forma permanente 6 mil 500 hectáreas con una profundidad promedio de tres metros. Esto dio lugar a la formación de la zona conocida como laguna grande, lo que modificó drásticamente el ecosistema acuático. La modificación se hizo con la finalidad de intensificar la pesca, actividad que se realizaba desde antaño. Pero ahora se basó en la siembra masiva de la tilapia originaria de Africa, especie conocida en todo el mundo por los impactos ambientales a la biodiversidad íctica. Hasta la década de los sesenta, los pobladores capturaban el pescado y lo vendían seco-salado. Entonces era común la entrada de peces marinos como sábalo, espada, sierra, lisa, jurel y cazón. Todavía en 1965, entraba a la zona un barco de tres toneladas para transportar y comercializar pescado y, en ocasiones, las avionetas se lo llevaban para su comercialización. Reducción de especies Hasta la década de 1980, las pesquerías se basaban en 11 especies nativas, todas ellas de sabor muy agradable y talla considerable y con mucha demanda en la región. Sobresalían el pejelagarto, macabil, langostino, robalo blanco y prieto, roncador o topuche, chopa, guavina y varias especies de bagres y mojarras. Pero en 1994, después del represamiento de la zona de inundación, la extracción de tilapia representa más del 90 por ciento de la producción. Inicialmente, los pobladores aprovechaban las condiciones naturales de estos ecosistemas tropicales combinando armoniosa y cíclicamente diversos sistemas productivos (ganadería-agricultura-pesquería); mas ahora son pescadores de tiempo completo, dependientes de los permisos oficiales del abastecimiento de las crías y sujetos a los precios que ofrece el intermediario local. La pesquería de la región era fundamentalmente temporal y multiespecífica (amplia diversidad de especies) y pasó a ser una monoespecífica con el cultivo de la tilapia, de bajo valor en el mercado. En paralelo, aparecieron los problemas sociales que son fundamentalmente los que padece el sector pesquero: trámites interminables de permisos, nuevas cooperativas, créditos y, finalmente, una producción cada vez menor. La mayoría de estos problemas se deben a decisiones equivocadas por la falta de creatividad e imaginación para producir de forma sustentable. Destacan el desconocimiento oficial de la riqueza biológica de los ecosistemas tropicales, la modificación drástica del entorno natural (deforestación, alteración del sistema hidrológico, introducción de especies exóticas), la especialización productiva para obtener una ganancia en el corto plazo y nunca pensar en el futuro. En estas circunstancias, el impacto al ecosistema acuático parece irreversible. |