MIERCOLES Ť 11 Ť JULIO Ť 2001

Javier Aranda Luna

El otro Borges

Entre el otoño de 1967 y la primavera de 1968, Jorge Luis Borges dictó seis conferencias en la Universidad Harvard. Las famosas Norton Lectures, que también ofrecieron T.S. Eliot en 1950 y Octavio Paz a principios de los años setenta.

Esos tres poetas compartieron un quehacer cada vez menos común entre los escritores de nuestros días: el del constante ejercicio de la memoria literaria. Peter Ackroyd ha dado cuenta de la capacidad nemónica de Eliot y cualquiera de quienes escucharon a Paz en alguna conferencia podrían dar fe de lo mismo. Más aún: en la última aparición pública del poeta mexicano resonaron esos versos de William Blake que inmortalizaron al tigre ?y habrán de sobrevivirlo? y que tanto agradaron a Borges:
 
 

Tyger, Tyger, burning brigth

In the forest of the Night,

What inmortal hand or eye

could frame tye fearfull symmetry.
 
 

Versos cuya sonoridad e imágenes han servido de inspiración a muchos poetas.

El caso de Borges es quizá el de uno de los más grandes poetas memoriosos del siglo XX. A causa de la ceguera su memoria se agudizó: se convirtió, más que en un recurso para invocar al pasado literario, en el único medio eficaz para construir sus propios versos y cuentos. Por eso no me extraña que concibiera a la creación poética como ''parte" de la memoria y a la memoria como una de las formas de la felicidad.

Hace unas semanas empezaron a circular en español las famosas Norton Lectures de Borges bajo el título de Arte poética. Varios aspectos del libro llaman la atención: el comentario erudito, sin pedantería; la singular interpretación de obras de distintas tradiciones; la gozosa memoria literaria llena de versos y, sobre todo, quizá, la riqueza verbal con la que construyó las seis famosas conferencias que dictara en Harvard.

Puede decirse sin remordimientos que Arte poética fue un libro escrito por Borges. Un libro escrito originalmente en inglés porque en ese idioma dio sus conferencias. Las grabaciones en vivo no dejan lugar a duda: cada palabra fue pesada y medida antes de engarzarla a otra, cada metáfora escogida con minucia. Su dominio del idioma, del que ya había dado cuenta su traductor Norman Thomas de Giovani, es admirable: va del inglés moderno al antiguo y más aún: a la etimología de algunos vocablos. Arte poética es un credo literario pero, también, una lección de estilo. Lección que sobrevive y muy bien en nuestro idioma. ''El enigma de la poesía", ''La metáfora", ''El arte de contar historias", ''La música de las palabras y la traducción", ''Pensamiento y poesía" y ''Credo de poeta" fueron los títulos de las conferencias y ahora son los capítulos del libro.

Alfonso Reyes recomendaba memorizar los textos y los poemas favoritos para integrarlos a nuestra vida. Tenía razón: sólo así puede uno recurrir a ellos en el momento justo. En algunos pueblos de Africa bautizan a los niños con el nombre del acontecimiento más significativo del día en que nació. Por eso hay mujeres que se llaman Lluvia. Los grandes escritores bautizan sus días con las voces de otros, con las palabras de quienes los precedieron, con la música de sus ancestros. La memoria para ellos es un puente y una constancia de vida. Da fe de su tradición y de su experiencia vital. Por eso cualquier tigre será, en algún momento, el de Blake o el de Borges y cualquier ballena será la descrita en La Escritura o la soñada por Melville. No hay otro Infierno que el de Dante ni otro paraíso perdido que el ideado por Milton.

Alguna vez Borges dijo que las palabras eran como juguetes mágicos para él. Las cambiaba de lugar para ensayar toda clase de formas. Aparentemente con la ceguera su capacidad de juego disminuyó. Arte poética confirma lo contrario: para un poeta las palabras tienen, además de sentido, sonido. Por eso el poeta puede contar y cantar, decir y hacer. En su conferencia del 10 de abril de 1968 Borges dijo a su auditorio de Harvard que el significado en un poema ''no es importante; lo que importa es cierta música..." Arte poética recoge esa música verbal del coro del que Borges forma parte. Más que ensayos eruditos Arte poética es una entusiasta apuesta por la lectura, por el juego verbal; una invitación a encontrar en los signos negros sobre la página blanca una de las formas más duraderas de la felicidad.