miercoles Ť 11 Ť julio Ť 2001

Gabriela Rodríguez

Una boda laica

Vicente Fox y Martha Sahagún tienen que agradecer al Estado laico la posibilidad de haberse podido casar y ejercer el derecho a vivir juntos, a vincularse afectiva y sexualmente, y a concretar un acto de libertad, una decisión personal que es independiente de las iglesias, de la religión mayoritaria del país y hasta de su propia adscripción religiosa.

Efectivamente, de haberse perpetuado el Estado confesional, la primera esposa de Fox, señora Lilian de la Concha, tendría que haber sido la primera dama e irse a vivir a Los Pinos, independientemente de los deseos de su esposo. Por su lado, Martha Sahagún hubiese sido exiliada y obligada a vivir en cautiverio el resto de sus días, en algún convento de una ciudad lejana, para exculpar sus culpas, sus pecados y los del resto de los mortales.

Pero gracias a Juárez y al movimiento de Reforma, el acto civil del pasado 2 de julio ocurre en un Estado que garantiza al señor Presidente y a su novia absoluto respeto a la vida privada, a sus creencias, costumbres y estilos de relación personal.

Sin perder el espacio privado del acto y por la investidura de la pareja, la boda es también un acto ejemplar, una confirmación de que el primer mandatario de México acepta la diversidad de estilos de familias. No teme en mostrar a la nación un tipo de familia que se aleja del modelo cristiano que se ha querido imponer mediante las evangelizaciones: el vínculo indisoluble del padre y la madre hasta que la muerte los separe, y el compartir el techo con los hijos de ambos. Por el contrario, ninguno de los dos oculta su matrimonio anterior ni su estado de divorcio, la paternidad por adopción y la maternidad de facto en el anterior vínculo matrimonial de la contrayente, así como la opción de separar a las hijas e hijos en diferentes espacios domésticos.

Tal vez por eso el pueblo mostró tanta alegría hacia la pareja nupcial, se trata de un viento de libertad en un gobierno que constantemente ha lanzado ráfagas que amenazan los derechos sexuales y reproductivos: recordamos que siendo candidato, Vicente Fox se comprometió con los jerarcas católicos a defender la vida desde la concepción, poniendo en peligro el derecho a la interrupción del embarazo en ciertas circunstancias que protegen las leyes mexicanas, y a defender el derecho de los padres a decidir la educación de sus hijos, independientemente de los derechos del niño y de la niña, o la campaña de abstinencia sexual para los jóvenes recientemente anunciada por la directora del DIF con apoyo de Cristina Fox, la cual aparentemente ha tenido que reconsiderarse.

Las necesidades humanas de una pareja católica confesa les ha llevado a actuar contra las regulaciones de su propia religión. Muchísimos mexicanos se identifican con la pareja porque también han contradicho las normas religiosas y porque están adscritos a estructuras familiares muy diversas. En un país donde más de 75 millones de personas se declaran católicas, 4.5 millones evangelistas o protestantes, y 3 millones sin religión, resulta que más de 7 millones viven en unión libre, 5.5 millones son separadas, divorciadas y viudas (INEGI, Censo 2000), un millón vive solo o sola, y aproximadamente 7 millones son homosexuales.

Más allá de la estructura familiar, el modelo de mujer que representa Martha Sahagún es una paradoja en sí mismo y muestra la condición de miles de mujeres mexicanas: atrapadas en el trabajo y casi totalmente dependientes de un hombre. Madre y mujer que contradice al señor Abascal al invertir la mayoría de su tiempo en el trabajo extradoméstico, con sumisión femenina entrega todo a un hombre: "al final de cuentas, al proyecto de Vicente Fox he entregado todo... šla vida misma!" (La Jornada/2-07-01).

Pero no todos están contentos. Para quienes la vida privada de todo ciudadano debe someterse a la religión católica, la boda fue un acto de incongruencia. Jorge Serrano Limón, líder de la red de ultraderecha Cultura de la Vida, declaró que "el matrimonio civil de Vicente Fox es totalmente indebido porque es un estado de adulterio desde el punto de vista religioso... porque el matrimonio religioso es indisoluble, nadie lo puede disolver, ni el papa Juan Pablo II". ƑCuántos de los amigos de Fox, de los militantes católicos, funcionarios egresados del Opus Dei, cuadros preparados por los legionarios de Cristo se sienten traicionados?