miercoles Ť 11 Ť julio Ť 2001

Bernardo Barranco V.

La boda, el primer acto secular de Fox

El matrimonio de Vicente Fox y Martha Sahagún es el primer respiro secular de un gobierno que había estado marcado por el retroceso laico en el que algunos personajes del gabinete se han erigido guardianes de una moral católica rancia y obsoleta. Aunque fue un acto privado, la boda civil del Presidente representa refrescantes contrasentidos político-religiosos, así como la afirmación de la autonomía del ser humano y de su razón moderna frente a la emancipación de la religión. Efectivamente, Fox entra en contradicción, como una amplísima porción de mexicanos, con los dogmas y las doctrinas católicas sobre el matrimonio civil de los divorciados. Fox, al igual que miles de mexicanos, al divorciarse y volverse a casar se encuentra no sólo que está en una situación "irregular" sino que dicho enlace, según el arzobispado, "contradice objetivamente la ley de Dios". En los hechos, el Presidente está marginado del principal sacramento cristiano: la comunión. Al declarar en la última emisión radial que "mi relación en lo personal y en lo matrimonial es con Dios y nada más con Dios... En lo público, en lo material, mi relación con la Iglesia es extraordinariamente buena", Fox acentúa la tendencia actual a sacralizar lo privado y desacralizar la dimensión pública y política no sólo de la Iglesia católica sino de la religión.

El caso de Fox pone de manifiesto la distancia entre la moral católica y los cambios de la vida contemporánea. Según la visión cristiana, lo que diviniza al hombre no es la arbitrariedad ni el terrorismo moral sino aquello que lo vuelve más humano. El clero queda atrapado en la tradición y en la doctrina pero se aleja de la vida y de la historia real. Existe una autonomía ontológica del hombre, que hay que preservar, frente a la moral católica; Fox y Martha Sahagún están en su derecho de reivindicar su opción frente a los actores religiosos atrapados en sus rancios principios. Sin embargo, simbolizan la privatización e individualización de su fe y la azarosa dialecticidad entre la Iglesia católica y la cultura actual.

No se trata aquí de descalificar la moral católica sino de historizarla. Justamente un amigo me contaba cómo la Liga de la Decencia determinaba, en los años cuarenta y cincuenta, las películas prohibidas. Hoy justamente esas películas proscritas pasan por la televisión comercial en horario familiar en las que las bailarinas muestran, en blanco y negro, sus hermosas piernas. Hace muy poco, otro ejemplo, en empresas cuyos propietarios son católicos, se discriminaba a los divorciados. Por ello, el debate actual está lejos de la trivialidad; tanto en el clero tradicional como en el propio gabinete de Vicente Fox existen nuevos inquisidores que amenazan con viejos fundamentalismos, que utilizan con naturalidad la exclusión y la censura, que confrontran la tolerancia, la pluralidad, la democracia y la convivencia de una cultura mexicana heterogénea y multiétnica.

Coincido plenamente con Carlos Fuentes al juzgar las hipocresías católicas en el caso de la boda de Fox. ƑCuántos católicos notables no practican una doble moral? ƑCuál es la verdadera práctica sexual del clero secular y religioso? ƑDónde quedan todas las denuncias recientes sobre los abusos sexuales del clero en veintidós países? Y que nos indica una vida subterránea que es ahogada y maquillada por los intereses políticos y económicos de la alta jerarquía. "La verdad nos hará libres", reza una cita de San Juan 8:23; deseamos que no haya privilegios para la familia Fox, que ha optado por la tensión creyente de la resocialización individual frente a la exclusión social de los beneficios sacramentales de la institución.

La comunión sacramental de los divorciados vueltos a casar no está del todo clara; en el Derecho Canónico se determina que "no deben ser admitidos a la sagrada comunión los excomulgados y los que están en entredicho después de la imposición o de la declaración de la pena, y los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave" (can. 915). ƑQué es un pecado grave? Al respecto hay un amplio debate pastoral y teológico. Por ejemplo, la pastoral de los divorciados reinterpreta la exhortación apostólica Familiaris consortio, de 1981, sobre aperturas y flexibilidades del Papa sobre los divorciados; por otro lado, hay quienes reafirman la marginalización de éstos que de modo expreso están plasmadas en textos como el Catecismo de la Iglesia católica, n. 1650, y en 1994 por la carta Annus internationalis familiae de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

Esperamos que la boda de Fox sea un signo y un primer paso que reoriente y secularice la política religiosa del actual gobierno. El Estado parece actualmente a la deriva, tironeado por posiciones encontradas y debe desarrollar una política laica que se fundamente no en el poder de la correlación de fuerzas frente a la Iglesia sino en que la política laica debe sustentarse en la cultura de una sociedad dinámica, compleja, que aspira construir instituciones democráticas y plurales.