MARTES Ť 24 Ť ABRIL Ť 2001
Ť Sant Jordi y el libro
Festejo barcelonés de raíz popular
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 23 de abril. La rosa roja, emblema de la sangre derramada en la mítica batalla entre el dragón y el santo patrono de Cataluña, Sant Jordi, y el libro, que inunda las calles con su olor a tinta recién impresa, son los dos objetos que esta fecha, casi cuatro siglos después de la muerte de Miguel de Cervantes, simbolizan el Día del Libro en Barcelona, un festejo arraigado a la cultura popular desde principios de siglo y que ha permanecido a pesar del oscurantismo de las dictaduras de la moral y la milicia.
Barcelona es hoy un festín de literatura y símbolos, de metáfora y festejo. Sus calles, desde la cumbre más alta del Tibidabo hasta el barrio de pescadores y migrantes de La Barceloneta, se llenaron, como sucede cada año desde 1917, de libros y rosas.
La ley no escrita de este festejo dictaba, en sus orígenes, que para recordar a Cervantes y a Sant Jordi era menester regalar a las mujeres una rosa y un libro al hombre, si bien, tras la restauración de la democracia y la muerte del dictador Franco, el día del libro cada quien regala lo quiere, pues de lo que se trata es de rendir un homenaje popular a la literatura y al ''santro patrono" de Cataluña, una región cuya capital, Barcelona, aglutina a 70 por ciento de la industria editorial de este país, la quinta del mundo en cuanto a ingresos económicos y ''facturación". La tradición, convertida desde hace años en una oportunidad sin parangón para que las editoriales difundan sus títulos y autores, permanece tan viva como la propia industria editorial española.