martes Ť 24 Ť abril Ť 2001
Luis Hernández Navarro
Cheeseburgers para todos
De Quebec nos han llegado dos tarjetas postales distintas. En una, posan los jefes de Estado y de gobierno reunidos en la tercera Cumbre de las Américas mientras acuerdan que las naciones no democráticas queden fuera de la integración comercial continental. En la otra, aparecen 30 mil activistas que protestan en contra del libre comercio, que segrega y empobrece a la población, y se enfrentan a la policía.
Sólo en apariencia hay contradicción entre las imágenes del discurso de la democracia y la práctica del garrote. Desde la lógica del poder son una y la misma. Así lo recuerda un alto funcionario de la administración Bush que declaró al New York Times del pasado 21 de abril: "no se puede tener una cumbre comercial estos días sin gases lacrimógenos; sería como tener una hamburguesa con queso sin queso".
Las manifestaciones masivas en contra de las grandes reuniones de organismos multilaterales para promover el libre comercio se han generalizado desde Seattle. En prácticamente todas ellas (Washington, Melbourne, Davos, Niza, Praga, Cancún, y ahora, Quebec) miles de globalizados han construido amplias coaliciones sociales y tomado las calles para oponerse a ellas.
Los Nobles de la Pobreza --esa casta que administra las agencias de desarrollo encargadas de "paliar" los efectos de las políticas de ajuste y estabilización--, los altos funcionarios del Banco Mundial, la Organización Mundial del Comercio y el Fondo Monetario Internacional y la burocracia gubernamental se tienen que reunir protegidos por policías y fuerzas de seguridad. Incluso McDonalds ha tenido que pasar a la clandestinidad. No hay lugar en el planeta donde puedan celebrar sus encuentros con sosiego.
Al comienzo, las revueltas fueron ridiculizadas. A sus protagonistas se les trató de presentar como lunáticos sin oficio ni beneficio, como los nuevos ludistas opuestos a la locomotora del progreso, como radicales trasnochados sin propuesta aislados de los grandes sentimientos sociales.
La burla no ha impedido su permanencia y su crecimiento ni contenido su eficacia relativa. Por el contrario, han hecho prenderse las señales de alarma de las instituciones de Bretton Woods y comenzar a replantearse sus políticas. Antiguos funcionarios de estos organismos han renunciado a ellos y han escrito serias reflexiones sobre el fracaso de sus acciones. Algunas grandes empresas trasnacionales han debido modificar sus prácticas comerciales ante las medidas de acción directa en su contra.
No se trata de un movimiento espontáneo. Aunque no tenga un centro único ni una propuesta de programa, se trata de una generalización y coordinación de la acción de bolsas de resistencia en muchas naciones. La temática de la que se ocupan es tan amplia como novedosa: la lucha en contra de las maquiladoras en las universidades de Estados Unidos, el proyecto de desarmar los mercados impulsando un impuesto a las transacciones financieras, el rechazo a los organismos genéticamente modificados, la defensa de las economías campesinas y la cultura indígena, la pelea contra el racismo y a favor de la migración, etcétera. Son luchas en contra de un modelo de globalización que ha roto las redes de solidaridad social y ha generado mayor exclusión.
Una parte de quienes participan en ellas, como los sindicalistas, tienen, frecuentemente, muchos años de lucha; otros más son las nuevas víctimas de la mundialización; algunos son jóvenes que se involucran por convicciones éticas o convencidos de que detrás de la agenda del libre comercio se esconde un ataque a las regulaciones nacionales que defienden el medio ambiente, la sanidad y el empleo. Ellos son la base social de una nueva izquierda a la que los consejeros del Príncipe y los viejos partidos desconocen y desprecian.
La literatura que analiza el fenómeno es cada vez más amplia, aunque sea escasa en español. Las protestas masivas se han acompañado de un vasto número de encuentros para discutir alternativas de lucha y de talleres para sistematizar la experiencia. El Foro de Porto Alegre es un ejemplo destacado de este nuevo tejido social para animar la reflexión. Se alimentan unas a otras: en Xochimilco, durante la reciente marcha por la dignidad indígena, realizada por el EZLN, dos de los más claros representantes de este movimiento, José Bové y el subcomandante Marcos, intercambiaron sus pipas para sellar un pacto de solidaridad.
La Cumbre de las Américas muestra que las elites piensan seguir adelante con la agenda del libre comercio a cualquier precio. Si --según lo recuerda el alto funcionario de la administración Bush-- una cumbre comercial sin gases lacrimógenos es como una hamburguesa con queso sin queso, hoy está claro que la oferta democrática de los señores del poder y del dinero es la de dar cheeseburgers a todos.