MARTES Ť 24 Ť ABRIL Ť 2001

ASTILLERO

Julio Hernández López

JORGE GERMAN Castañeda Gutman ha sido durante largo tiempo una pieza de caza política. Le han buscado, para instalarlo en lugar notable de sus escaparates, personajes como Cuauhtémoc Cárdenas, Manuel Camacho y Vicente Fox. Ellos, y otros más que han sucumbido a la tentación de enriquecer sus inventarios con esta rara especie inteligente, han debido lamentarse tarde o temprano de su ingenua pretensión.

EL MAS reciente pasajero de esa nave de desencantos es el actual Presidente de la República, quien debe parte de su triunfo al oportuno invento del "voto útil" que, para inducir a la izquierda y a ciudadanos indecisos a votar por la alternancia foxista hicieron Castañeda y Adolfo Aguilar Zinser (otra pieza de caza, aunque ésta, por estrategia propia o decisión superior, se mantiene en la penumbra).

LA ESTRATAGEMA del voto útil no es sino uno de los varios agravios que desde su luminosa inteligencia ha inflingido el hoy canciller a la izquierda, en uno de cuyos extremos políticos (el Partido Comunista Mexicano) llegó a militar. Los dos más recientes, que le han generado turbulencias al interior de su actual y circunstancial equipo, el foxista, se han relacionado con el zapatismo (cuyo líder, Marcos, le acusó de andarse inmiscuyendo en busca del botín político que sería la reanudación del diálogo con el gobierno), y con Cuba (a cuyo gobierno buscaba condenar por violaciones a los derechos humanos).

DADO QUE en su historia y en su hablar existen referentes de izquierda, surgen por allí interpretaciones facilonas que suponen un triunfo para esa formación el que un personaje como Castañeda (y, en el mismo esquema, Aguilar Zinser) forme parte del gabinetazo. Debilitar la presencia de quienes no forman parte de la ultraderecha dominante sería, según esas interpretaciones acomodaticias, una especie de pecado capital (seguramente sancionable por monseñor Abascal, quien ahora debe exorcizar las declaraciones del titular de la SEP, Reyes Tamez, quien ha dicho que no hay lecturas prohibidas en tercero de secundaria).

CONFUNDEN, esos pregoneros del chambismo útil, la voracidad por el poder, que ha llevado a Castañeda y a Aguilar Zinser a zigzagueos y contradicciones constantes, con un proyecto político. Los zares mexicanos de la diplomacia y la seguridad nacional no entraron al gabinetazo porque tras de ellos hubiera un acuerdo o proyecto político de las fuerzas de izquierda, sino, crudamente, porque a ellos, en lo personal, les convino insertarse como plantillas intelectuales en la oquedad de unas botas puntiagudas.

PERO, a pesar de las pasiones adversas que en buena parte de la izquierda despierta, la pieza de caza política que actualmente se mueve en Tlatelolco no ha necesitado que sus malquerientes le tiendan trampas. Él, por sí mismo, sin ayuda de nadie (tal como fue a parar al gabinetazo) se ha ido asestando golpes de gravedad.

LUEGO QUE su colega cubano dijera en un programa periodístico en La Habana que Castañeda había maniobrado intensamente en busca de condenar al gobierno de Fidel Castro por violaciones a los derechos humanos, el secretario de Relaciones Exteriores de México reviró, con lenguaje propio de rondas infantiles, que, en realidad, los cubanos estaban "ardidos" y que en realidad estaban "tratando de salvar el pellejo".

POR ELLO, el presidente Fox, por conducto de la vicepresidenta de Comunicación Social, Martha Sahagún, ha hecho saber públicamente que las consideraciones del canciller son "personales", y no corresponden a la postura del gobierno mexicano (no es menor el matiz: Fox también hizo saber que la postura literariamente censora de Abascal era personal, pero dijo que no le parecía incorrecta, en cambio a Jorge G. lo mandó al terreno de lo personal y de lo equívoco).

FOX Y SU gobierno, desde luego, hubieran deseado tener las condiciones propicias para que se condenara a Cuba en la reciente sesión de Ginebra. Para frenar esa evidente pretensión, se movieron hilos legislativos, de entre los cuales destacaron los priístas. Defensores de la doctrina de la no intervención, temerosos del entreguismo hacia Estados Unidos que rige la nueva política exterior mexicana, y movidos por los resortes ideológicos del liberalismo masón y el nacionalismo revolucionario, diputados y senadores priístas construyeron, junto con perredistas a quienes la postura les sentaba natural, una muralla que se expresó en acuerdos formales que exigían al gobierno foxista mantener la política del Estado mexicano por encima de los azares del gobierno sexenal. Frente a esa postura, cuya contraposición habría generado un choque dañino para el tema prioritario que es la reforma recaudatoria, Fox y Castañeda debieron recular.

ESE MISMO Poder Legislativo ha retomado, por vía del Senado, las preocupaciones por las andanzas de la dupla mencionada, de tal manera que se ha decidido llamar a comparecencia al accidentado canciller. De una manera reiterada, esa Cámara federal ha advertido y censurado la flagrante irregularidad en la que se mueve otra activista hace poco grata a una parte de la izquierda mexicana, Mariclaire Acosta, sedicente embajadora de derechos humanos, conexos y similares. A wilson -frase que aquí se utiliza para seguir en la línea de ardores y despellejamientos que ahora se imparte como clase obligatoria en el Instituto de Estudios Diplomáticos Matías Romero-- Castañeda ha hecho pasar a la señora Acosta como lo que no es, puesto que la novedosa designación hecha en su favor no ha sido aprobada por el único órgano facultado para ello, que es el propio Senado (que recientemente aprobó por unanimidad, con beneplácito, en demostración de los resultados que se obtienen cuando se hacen bien las cosas, el nombramiento de cuatro embajadores, entre ellos el de José María Pérez Gay, quien se va a Portugal con Lilia Rosbach y sus hijos).

LA USURPACION de funciones que realiza Acosta, y los deslices verbales de su jefe, Castañeda, son puntos delicados pero... menores. Lo peor que les podría pasar sería tener que renunciar a sus cargos. Graves, en realidad, son las medidas que Fox y su camaleónico canciller han ido tomando sin consultar siquiera al Senado, el órgano constitucionalmente facultado para dar seguimiento a la política exterior nacional. Con total desparpajo, como quien cambiara corcholatas de Coca Cola por algún premio de ocasión, Fox ha comprometido el petróleo mexicano y la vida política mexicana a voluntades ajenas, de entre las que destaca la de Estados Unidos. Sorbido el seso del gobierno foxista por la obsesión de aliarse con sus poderosos vecinos, ha comprometido el crudo nacional para que quede sujeto a intereses de Norteamérica, es decir, esencialmente, de Washington, y ha dicho estar conforme con una "cláusula democrática" que abre paso pleno a la injerencia de esos vecinos a la vida política nacional, cuyos resultados electorales así estarían sujetos a supervisión y sentencia extranjeras.

TAL ENTREGUISMO, tales agravios a ese depósito de nostalgia llamado soberanía nacional, son y deben ser las verdaderas piezas de caza política en este momento. La otra pieza, la individual llamada Jorge Germán Castañeda Gutman, no deja de ser una circunstancia que por sí misma suele anularse.

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