Ť Con la reforma salinista al 27 constitucional, se expropiaron mil 31 hectáreas a ejidatarios
Xochimilco, historia de resistencia al despojo de territorio e identidad
Ť La agresiva política oficial para el campo expulsó
a muchos habitantes originarios: investigadora
MARIA ESTHER IBARRA
Heredero de la primera tribu nahua que se asentó
en la Cuenca del Valle de México, el pueblo de Xochimilco ha resistido
ocho siglos en una lucha para reproducirse como pueblo testimonio,
diferente en una ciudad que se quiere homogénea. Su defensa de la
tierra no ha sido sólo por ser factor de producción, sino
también como asiento histórico de su cultura.
Agredido por la política agrícola en su
territorio, recursos, en su medio ambiente, reta a la modernidad con la
preservación de sus parroquias, sus santos, su organización
colectiva, sus fiestas que reproducen su identidad y posibilitan su cohesión.
Productor de flores, plantas y hortalizas, estampa turística y cinematográfica --la María Candelaria de Dolores del Río y Pedro Armendáriz dio al mundo noticia de la llamada Venecia mexicana--; y declarado en 1989 por la UNESCO Patrimonio Histórico de la Humanidad, Xochimilco es también una historia continua de presiones y en peligro de desintegración.
Historia que Beatriz Canabal Cristiani, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana, recopila en Xochimilco, una identidad recreada, uno de sus diversos libros sobre este pueblo que resiste a la embestida de "grupos con intereses económicos y políticos que, con la anuencia de autoridades federales y locales", lo mismo edifican un chalet, una casita de campo o de fin de semana que pequeñas fincas a lo largo y ancho de los 117 mil kilómetros cuadrados de la demarcación.
Conjunción de intereses que hizo que el salinato, de un plumazo, en 1989, expropiara mil 31 hectáreas en perjuicio de chinamperos, productores de flores y plantas, canoeros, ejidatarios y originarios de los ejidos de Xochimilco y San Gregorio, cuyos antecesores fueron despojados de parte de sus tierras, las que les fueron devueltas como ejido gracias a la lucha zapatista de la cual forman parte.
La vía para la expropiación fue el Plan de Rescate Ecológico de Xochimilco, con que el gobierno de Salinas justificó el decreto bajo el argumento de hacer frente al proceso de degradación ecológica, restablecer la productividad agrícola y evitar la urbanización de la ciénega y la chinampería.
Esa, sin embargo, fue la llave que abrió a grupos económicos y particulares la adquisición de terrenos ejidales, pues como cita Canabal, entre los objetivos de la expropiación hay uno que es "especialmente vago y ambiguo: construir reservas territoriales en función de lo previsto en el Programa Parcial de Desarrollo Urbano de la delegación Xochimilco, que permitiría la ampliación de los usos urbanos".
La expropiación fue uno de los primeros pasos para reformar el artículo 27 constitucional y así lo presagió desde ese año el Comité de Lucha en Defensa del Ejido de Xochimilco. "Estos cambios ya permeaban el ambiente, pues en un documento los ejidatarios inconformes con la expropiación denunciaban que derogar el artículo 27 significaba derogar o ignorar la Revolución Mexicana", señala la investigadora.
La agrupación Salvemos a Xochimilco, que pugna desde ese año porque se les restituyan las tierras, a lo que se comprometió el gobierno como parte de ese plan, estima que la pérdida de tierras ejidales ya sobrepasó la cifra de las hectáreas expropiadas, dado que continúa la incontrolable expansión de la urbe y la compra de ejidos para la construcción de viviendas. A la fecha, únicamente se les han restituido 70 hectáreas.
A partir de las enmiendas, Canabal Cristiani confirma: "La agresión es de todos los días, y se manifiesta con la construcción de puentes de acceso para vehículos a las zonas de cultivo, con la introducción de servicios por parte de la delegación a las zonas de asentamientos irregulares, con la difusión de proyectos de inversión como las unidades habitacionales que, en algunos casos, los pueblos han podido frenar, la construcción de zonas residenciales y clubes privados".
Así, alentado por las reformas al 27 constitucional,
en 1996 el Grupo Monterrey intentó crear un club de golf en zonas
de uso rural de Santa Cecilia, en La Montaña. Esta fue la voz de
alerta para los xochimilcas, de que "no solamente se trataba de la alteración
del uso del suelo y de la vida de uno de sus pueblos, sino de una amenaza
que se cierne sobre
el futuro".
Canabal Cristiani advierte que las enmiendas constitucionales y la agresiva política agrícola han generado que no pocos xochimilcas estén abandonando la tierra y su condición de productores, con todo y que las estadísticas estiman que en 2020 habrá 625 mil habitantes, casi el doble de su actual población.
Xochimilco ha experimentado en las últimas décadas profundas transformaciones derivadas de su relación con la ciudad y, particularmente, de la incontrolable expansión de la urbe.
Asienta: "El conjunto de elementos que lo habían conformado, desde tiempos remotos, fueron alterándose progresivamente como resultado de una serie de acciones derivadas de la sobreexplotación de sus recursos, básicamente de sus aguas y suelos, que han ido dirigiéndose a uso urbano, con el fin de satisfacer las necesidades de la creciente población de la metrópoli".
Ancestral tributo
Historias, creencias y leyendas han permitido que los xochimilcas continúen vinculados a su identidad cultural, aunque para ello --dice Beatriz Canabal--continúen pagando tributo, surtiendo a una metrópoli de alimentos, flores, zonas de recreación, aire, a cambio de extraer a Xochimilco el agua de sus canales y la eliminación de espacios verdes para su sobrevivencia.
Así ha sido desde que eran súbditos de los aztecas, a quienes tenían que rendir tributo alimentario o con artes manuales, que continuaron pagando durante el dominio español.
Pero la resistencia ha sido su mayor arma, comenta, en esa lucha por evitar que la tierra heredada "sea utilizada con fines urbanizadores, que la tierra que habían recobrado con el zapatismo en forma de ejido no se usara, por ejemplo, para ampliar el anillo Periférico o construir clubes privados".
Remata: "Sienten la obligación histórica de hacer producir la tierra y de protegerla; apelan a una historia y a una cultura, que aún pesan entre este pueblo que se resisten a pasar a formar parte del rostro homogéneo de la modernidad urbana".
Xochimilco tiene 3.9 por ciento de la población total del DF, esto es, 332 mil 414 habitantes. De éstos, 50.8 por ciento son mujeres y 49.2 hombres. El grupo mayoritario lo conforman personas de entre 15 y 24 años de edad (21.8).
Según un estudio del Consejo Nacional de Población (Conapo), en esta demarcación se presenta una "alta marginalidad" entre sus habitantes; ocupa el cuarto lugar en condiciones de vida "más precarias". Ejemplo de ello es que la población con drenaje no llega al 60 por ciento, con lo que gran parte de los desechos domésticos se vierten a los canales.
Actualmente en Xochimilco hay alrededor de 10 mil productores agropecuarios, siendo la actividad más redituable la floricultura, a la cual se dedica un número importante de chinamperos. Hay cerca de 90 hectáreas destinadas a la producción de plantas de ornato en 500 invernaderos.
Si bien en el cultivo de hortalizas trabajan los productores de más edad, en los viveros hay una población joven muy dinámica que mantiene la tecnología chinampera.
De los establecimientos, casi tres cuartas partes corresponden a comercios, ubicándose en segundo lugar, luego de los servicios, y con una pequeña participación se ubica la industria manufacturera.