MARTES Ť 20 Ť FEBRERO Ť 2001
El Grammy, la apasionada competencia
Ť José Agustín Ramírez
A las ocho de la noche, de Los Angeles, y transmitida por la cadena de televisión CBS, se celebrará la ceremonia de entrega de los premios Grammy del 2001.
Como desde hace 43 años, los más exitosos cantantes, músicos y compositores que produce Gringolandia se enfrentarán en apasionadas competencias, para demostrar quién es más alto, más fuerte, más bella o más guapo y más vendido. Se trata de los premios más famosos en el medio musical de Estados Unidos, algo así como los óscares para el cine de Hollywood y con una reputación similar, no muy buena, por cierto, pues celebra el entretenimiento más inofensivo, inconsciente, empalagoso y aburrido que ofrecen los seudo artistas prefabricados por la mercadotecnia. Pero nos limitaremos a rescatar lo más interesante de la competencia, desde un punto de vista contraculturaloco, pues la National Academy of Recording Arts & Sciences, institución que preside estos galardones, cada año intenta disimular su gusto retrógrada, otorgando algunos premios, o las puras nominaciones, a músicos y bandas de calidad.
Los Grammy tienen 28 áreas, que se subdividen en cien categorías, y van del pop a la polka, de la música clásica al country, pasando por el rock, el rap, el gospel y el blues. Hay otros premios al jazz, uno para la música internacional, (el mundo sí que es pequeño para los gringos) otro a la música alternativa. Hay lugar para el folk, el rythm & blues, para el mejor video y la música latina, mientras se dejan afuera muchos ritmos y músicos demasiado subterráneos para ser considerados por esta lista de triunfadores sistemáticos.
Los duelos más sangrientos
Total, enfoquemos la mirada en los duelos más sangrientos, mientras ejercitamos nuestras capacidades de predecir el futuro. Empezaremos por el final: en la categoría cien hay buenas posibilidades para el mesías del rock John Lennon que, con Gimme some truth, en la modalidad del video musical de larga duración, con un documental sobre la creación de su disco Imagine, compite con Willie Nelson y su video Teatro, dirigido por Wim Wenders. En la categoría 66, la música del mundo, el Youssou N'Ddour se enfrenta a los Chieftains.
El mejor álbum de reggae se debate entre Pato Banton con Life is a miracle y el Equality de los Wailing Souls. En cuanto al blues, B.B. King, con Let the good times roll casi asegura su trofeo al competir consigo mismo, pero acompañado de su humilde chofer Eric Clapton, en el dúo magistral Riding with the king, que por su calidad es casi legendario y se merece el éxito, pero este jurado es capaz de desdeñar todo lo bueno que ofrece el espíritu humano. Asimismo, se pondrá chida la lucha entre Taj Majhal y la Koko Taylor, por el mejor álbum de blues contemporáneo.
En cuanto a los latinos, hay premio al pop, al rock, a la salsa y al tropical tradicional, en el cual librarán tremenda batalla los favoritos del Buena Vista Social Club, presentando a Omara Portuondo, contra Cachao, con Cuba Linda, mientras el Tri le reza a la Virgen para salir vencedor en el ring que compartirá con mi gallo Fito Páez y otros changos de menor calibre.
El rap está bastante bajón, pero quizá lo menos tedioso sea el encuentro entre Snoop Dog y Eminem, de la mano de su padrino Dr. Dre, versus los Beastie Boys y De la Soul. El country vale gorro, pero eso sí, tiene que ganar Johnny Cash, y si no, pues qué burros.
En la categoría de mejor álbum alternativo hay un duelo de Titanes, y los dos con buenos discos: Kid A, de Radiohead, y The Cure, con el Bloodflowers. šAh, y Paul McCartney!, que, pensándolo bien, es el más factible, por ser el apóstol traidor en los campos de la fresés eterna. El mejor disco de rock debe ser, indudablemente, para los comandantes de Rage Against the Machine, pero estos jueces son tan cerdos que seguro se mueren de ganas de elegir al desgraciado Bon Jovi. La mejor canción de rock pone frente a frente a Lenny Kravitz y mis broders de Red Hot Chili Peppers, con las rolas Again y Californication.
El metal más macizo promete sangre, pues en tremenda colisión se encuentran Marilyn Manson y su Astonishing panorama of the Endtimes, contra Pantera y su Revolution is my name, pero también se van a rifar con los Deftones, Iron Maiden y Slipkot.
La categoría 17 se pone más gruesa, con una batalla campal entre el hip hop roquero de Kid Rock y los mamilas de Limp Bizkit, con su metal rapero de Misión imposible, enfrentándose también con la Guerrilla Radio de Rage Against the Machine y la pelea estelar entre Pearl Jam y los Stone Temple Pilots, los duros del grunge. Ojalá que quién gane, no se presente por su galardón.
Quizás el momento de más suspenso será la premiación de la mejor canción de rock para solistas, donde se rifan David Bowie, Bob Dylan, Lenny Kravitz y mi carnal de Nine Inch Nails. Les desearía suerte, pero más que prestigio debería darles pena presentarse a la condenada ceremonia, por ser todos ellos buenos camaradas. La mejor rola de una banda está entre U2 y los Red Hot, pero una vez más, los Grammy amenazan con festejar al nefasto Bon Jovi.
La cereza del pastelote
La roquera del año se disputa entre Alanis Morissette o la Patti Smith del Gung Ho, una diva punketa que mejora con cada disco y definitivamente debe ganar, ya veremos. Y al fin, los amos del pop serán la cereza del pastelote.
Entre estos combates estelares está el desgreñe de las reinitas: Madonna (la santísima cogelona), Britney Spears (la traviesa loba adolescente) y Christina Aguilera (La musa de los pollitos) una épica arañada que no deja dormir al imperio de la fresés global, especialmente al menor de 10 años.
Ya para acabar le deseamos lo mejor a Moby en la ridícula categoría del dance; al B.B. King y el Dr. John en la best pop colaboration; a Bjork y Joe Jackson en el pop instrumental; a Papa Roach para el mejor nuevo artista, y a U2 con el Beautiful day para mejor grabación y mejor canción del año, dado que no hay nada mejor en su acaramelada lista.
Finalmente, sólo quedará el enigma del mejor disco del año: yo le voy a Radiohead, pero los abuelos votarán por Paul Simon, mientras el carroñero Beck ya saborea el premio mayor con sus Midnite Vultures, y los jueces especulan si serían capaces de darle el oro al patán de Eminem y su clica de raperos desesperados. Relax, aquí hasta las peores barbaridades son posibles. Pero mejor póngase trucha, escuche a los locos y sea usted su propio juez Ƒo qué, no?... Ora pues, chido.