MARTES Ť 20 Ť FEBRERO Ť 2001
Ť Silvia Ribeiro, de la Fundación Internacional para el Progreso Rural
La desconfianza puso en crisis a los transegénicos
MATILDE PEREZ U.
Recientemente, el crecimiento espectacular del mercado de semillas y cultivos genéticamente modificados -- cuyo valor se estima en dos mil 500 millones de dólares -- tuvo un freno inesperado por la creciente desconfianza de los consumidores hacia todo lo que provenga de esas tierras, comentó Silvia Ribeiro, representante de la Fundación Internacional para el Progreso Rural (RAFI).
Indicó que según información del Servicio Internacional para Adquisiciones de Aplicaciones de Agrobiotecnología y analistas de Wood Mackenzie, con sede en Inglaterra, "el furor por las semillas transgénicas parece haber entrado en crisis". Posiblemente influyeron en ello el caso del maíz Starlink --que llevó a productoras de derivados del grano a retirar de los estantes sus mercancías-- y la decisión de la empresa Aventis de deshacerse de sus activos agrobiotecnológicos.
Los agricultores actúan con cautela, los consumidores están escépticos y algunos sectores de la industria alimentaria se han bajado del vagón de la biotecnología; por ello, analistas bursátiles prevén que el mercado de semillas transgénicas tocaría fondo este año o el 2002, en tanto los países establecen normas jurídicas y regulatorias sobre el uso y cultivo de esas semillas, agregó.
Recordó que el mercado del sector lo domina Monsanto, con cuyos productos se han plantado 34.8 millones de hectáreas en el mundo, poco más de 87 por ciento de las dedicadas a esos cultivos, la mayoría en Estados Unidos, Canadá y Argentina.
Los analistas de Wood Mackenzie presentan tres posibles escenarios para los transgénicos: crecimiento de seis por ciento anual, por lo que los cultivos podrían cotizarse en 3 mil millones de dólares en dos años; si la tendencia contra semillas transgénicas gana terreno, el mercado caería dos mil millones de dólares en igual periodo; si Brasil, India y China abren sus mercados a esas semillas, el valor de ese tipo de cultivos sería de tres mil 500 millones de dólares en tres años.
Ernesto Ladrón de Guevara, de la Unión Nacional de Organizaciones Regionales Campesinas Autónomas (UNORCA), integrante del movimiento internacional Vía Campesina, habló de la batalla de los campesinos contra los transgénicos, ya que "pueden significar la pérdida de su autonomía y mayor dependencia de las trasnacionales, tanto económica como tecnológicamente".
Al participar en el foro Transgénicos, ofensiva empresarial y resistencia social, Ladrón de Guevara mencionó que en la reunión de más de 200 ONG en Porto Alegre, Brasil, Vía Campesina -- movimiento en el que también participa la Confederación Campesina Francesa, el Movimiento de Trabajadores Sin Tierra de Brasil y Karnataka State Farmers de la India-- demandó que las decisiones de uso, manejo y liberación de organismos genéticamente modificados deben ser objeto de consulta y participación informada, pues la manipulación puede desencadenar impactos impredecibles e irreversibles.
La evaluación y manejo de riesgos de los transgénicos debe incluir aspectos socioeconómicos, culturales, de salud humana, alimentaria, así como de bioseguridad, por los efectos en el medio ambiente. También debe garantizar la protección eficaz de los sistemas agrícolas locales y tradicionales.
Como ejemplo de los riesgos de esos cultivos para los campesinos, Ladrón de Guevara mencionó la producción de thaumatina, que desplazaría cultivos de la caña de azúcar e impactaría negativamente en economías dependientes de su exportación, y la de manteca de cacao en la colza por Calgene, que desplazaría a miles de productores de cacao.
Las semillas, dijo, son el cuarto recurso que genera riqueza de la naturaleza y base para garantizar la seguridad alimentaria de los pueblos, derecho fundamental y no negociable.