SABADO Ť 17 Ť FEBRERO Ť 2001

Ť El cantante de Matamoros sólo estuvo cinco minutos en el lugar del reconocimiento

Reaparece un viejo Rigo Tovar en Iztapalapa durante baile-homenaje

Ť El autor de El sirenito, quien se vio lento y obeso, agradeció las muestras de cariño de sus fans

Ť La gente debe saber que mi papá los extraña y que desea estar con ellos, afirma su hija Teresita

ARTURO CRUZ BARCENAS

Rigo Tovar volvió a pisar un escenario. Desde hace más de una década que no lo hacía. No lo hizo para cantar sus éxitos, sino para corresponder a la invitación, el pasado jueves, de asistir a un baile-homenaje que le organizaron los grupos Exterminador, Yaguarú, Perla Colombiana, Simba Musical, Los Sonorrítmicos de Tommy Ramírez, Grupo Canoa y Los Fiscales del Norte.

La expectativa por ver al ídolo de las multitudes ?como se le llamó en sus días de gloria? iba en aumento entre los asistentes alrededor de las nueve de la noche. Apenas unos 300, con boleto pagado de 80 pesos, en el centro de espectáculos El Rayo, en Iztapalapa. "¿Qué pasó con Rigoleto Tovarovich?", apresuraban sus fans, de diversas edades. Nadie sabía si iba a llegar.

tovar-reconocimiento-1Paulatinamente, las mesas se iban llenando y ya eran unos 500 a eso de las 21:30. Suben Los Fiscales del Norte e interpretan sus corridos duros, al estilo de Los Alegres de Terán. Para cerrar su actuación, interpretan un popurrí de entrañables canciones del oriundo de Matamoros, Tamaulipas. En eso estaban, cuando a las 22:10 el animador se soltó a gritar como si lo estuviera correteando la PFP. "¡Señoras y señores, aquí está Rigo Tovar; no nos lo esperábamos¡ ¡Aquí está el ídolo de las multitudes! ¡Gritemos el famoso Rigo, Rigo, Rigo!".

Los pocos cientos se acercaron al escenario al ver que aparecía el cantautor. Apoyado por dos guardaespaldas y algunos familiares, con paso lento, muy lento, fornido, más bien gordito, con un impecable traje negro, lentes del mismo color, y su típica melena, alborotada, como diría el poeta. Seguía el locutor: "¡En vivo, la leyenda viviente, y por eso venga el aplauso para Rigo Tovar".

Ver con los ojos del alma

Es el imán de los ídolos, de quienes han rebasado la frontera del tiempo y alimentan ideas sobre ellos que rayan en el mito, muchas veces en lo fantástico, en lo increíble. En el panteón de los que tienen al pueblo como incondicional, ahí está Rigo.

-Maestro, ¿qué siente usted de estar esta noche aquí, en este merecido homenaje?

-Me da mucho gusto; para mí esto es una sorpresa...

La gritería hace reír a quien cuenta con el logro de haber vendido más de 25 millones de discos, cuando jugaba lo tropical; él le dio brillo a este movimiento musical que dio paso a lo que hoy se llama grupero. Había gente que ya lo creía muerto. La emoción colectiva cuando retoma el discurso: "Deseo que todos se diviertan y que esta fiesta y su motivo sean siempre recordados, para todas las memorias; con todo mi cariño y todo mi respeto para todos los presentes, gracias".

Toma el locutor el micrófono y dice que hablar de Rigo Tovar es hablar de sentimientos, de la música popular en México, "es, retomando las palabras del maestro (el propio Rigo), ver con los ojos del alma".

El homenaje lo organizó la empresa Skalona, de producciones y representaciones artísticas. La idea original era que se realizará el Día del amor, pero no se pudo porque el sitio ya tenía comprometida la fecha. "Para nosotros ha sido una sorpresa...". La frase es cortada por un ¡Rigo, Rigo! Interminable, emocionante. "¡Ese es el grito de guerra: Rigo, Rigo, Rigo. Fuerte, que se escuche! Esto no estaba dentro del programa. Ya lo pueden ver, está muy bien de salud, está con nosotros, nuestro Rigo Tovar".

''A algunos de sus hijos no los puede ver, pero está al pendiente''

Se va el añorado intérprete de tropical, ranchero y hasta rock, a paso lerdo, como canta Piero. A sus casi 55 años, Rigo no puede caminar por sí mismo. Los estragos del tiempo y los excesos han dejado huellas. No importa, para sus fans, que no cante ya. Se va, se lo llevan. Hay quienes quieren entrevistarlo; los guardias no los dejan. Lo introducen en un auto. Se va; se fue. Apenas estuvo unos cinco minutos. El Rayo se cubrió de gloria.

En el balcón del salón de baile, construído sobre la idea de un viejo pueblo del oeste gringo, con chispas de mexicano, Teresita del Rosario, hija de Rigo, ve con aparente tranquilidad a su padre, observa con la mano en la barbilla cómo lo quieren. A un lado su madre, Eva Martínez. Rigo se casó sólo una vez, y tuvo muchas mujeres, dice Teresita, y tiene 14 hijos. A todos los cuida. "Se vio un poquito mal de salud, pero ahorita se le vio un poco mejor, repuesto. Yo lo recuerdo activo, alegre. Se entregaba mucho a su público. Tenía mucha suerte con las mujeres, un encanto; él sin buscarlas...

"Nosotros recibimos una pensión y siempre ha tratado de estar al pendiente de nosotros. A algunos no los puede ver, pero siempre está al pendiente", dice Teresita, a quien la canción que más le gusta de su padre es Te esperaba hace tiempo.

-¿Extrañas a tu papá?

-No, ya no. Nuestra relación terminó; nos vemos como amigos. Más vale estar separados que volvernos enemigos. Mi mamá tiene buen concepto de él.

Aunque dijo lo anterior, afirmó que fue a ver el homenaje a su padre para darle ánimos, para que salga adelante. "No hay resentimiento. Se recuerdan los buenos momentos; los malos se desechan. La gente debe saber que Rigo los extraña, que desea estar algún día con ellos, cantándoles".

El homenaje siguió y a las 12 de la noche El Rayo está casi lleno. Perla Colombiana, grupo que acaba de lanzar un disco con canciones de Rigo, interpreta Mi amiga, mi esposa y mi amante, que es coreada por cientos de parejas. Lamento de amor, que Rigo compuso en la recámara de su casa, es una de las consentidas. El sirenito, Golondrina de ojos negros, ¡Oh, qué gusto de volverte a ver!, Mi Matamoros querido, Carta del recuerdo, Cómo será la mujer...

El homenaje a Rigoberto Tovar García, o Rigoleto Tovarovich, como le dice con cariño su gente, se extendió hasta las tres de la mañana. Entre las rolas del norteño rudo, las canciones de Rigo muestran aún la frescura del lenguaje llano, el mensaje claro, sin metáforas rebuscadas.

Con unos 27 discos grabados (incluso uno acompañado de sinfónica), Rigo aún conserva el récord de asistencia a un baile masivo: unas 400 mil personas, a orillas del río Santa Catarina, en Monterrey, Nuevo León. Nadie lo ha superado; quizá nunca se supere.