MERRY MAC MASTERS
Un cuarto de niña, una casa de juego y una capilla
son los espacios cotidianos que la artista visual brasileña Rosana
Palazyan (Río de Janeiro, 1963) escogió para retratar sucesos
violentos en los que intervienen infantes. Al traspasar esos lugares, el
espectador palpitará con sus historias.
En el cuarto de la niña, cuya puerta está
media abierta, una delgada cinta blanca, con bordados color rosa, que recorre
sus cuatro paredes, repite una y otra vez las ocho escenas de una historia
de abuso sexual paterno.
En la casa de juego, tres máquinas de pin ball, que funcionan a la manera de lápidas, llevan dibujadas en sus superficies las muertes de un trío de chicos: F. S. (Palazyan sólo usa las iniciales de los víctimas) gastó todo su dinero producto de la venta de drogas en los juegos, y en represalia el traficante lo mató. S.D.C. aceptó dinero de un anciano para seguir jugando; luego, al seguirlo a su casa, fue violado por aquél y dos amigos, asesinado y descuartizado. A L.C.P. le tocó una bala perdida.
En la capilla, iluminada como tal, el bordado del cojín blanco de un reclinatorio relata la historia de los ultrajes sexuales contra niños de 10 a 16 años por el sacerdote de 65 que les enseñaba catecismo.
Las obras Cajita de música (2000), Casa de juegos (1998) y Recuerdos de la primera comunión (1999) son las instalaciones que Palazyan presenta en el Museo Rufino Tamayo como parte de Sala 7. Proyectos contemporáneos.
En entrevista, la artista anota que todas son historias verdaderas, no sólo del Brasil, sino de muchas partes del mundo. Lo de F.S. sucedió en Italia; mientras Recuerdos de la primera comunión tuvo lugar en Bélgica. Todas, además, fueron tomadas de periódicos serios, no sensacionalistas.
Palazyan se dio a conocer como artista en 1990. Sus primeros trabajos eran autobiográficos y tenía que ver con la memoria. En 1994, no obstante, comenzó a "salir al mundo y ver otras cosas". Lo que más le "chocaba" fue la violencia, principalmente con los niños. En aquel año hizo un trabajo con base en tres mil hostias, en cada una de las cuales había impreso la fotografía de "una víctima inocente de la violencia cotidiana de las calles de Brasil".
El tema de la violencia se volvió una constante de su trabajo posterior. En cada obra utilizaba el material o la técnica que le ayudaba a expresar sus ideas. Respecto del bordado, lo usa desde 1990. Aunque en el caso de la cinta de Cajita de música mandó hacer su diseño a una fábrica en grandes cantidades. Ya que sus temas son "fuertes", los trabaja de manera lúdica, fundamentalmente asociada al juego, e intimista. Así, en forma "anestesiada", el contacto es más directo.
Aunque no piensa que el arte puede cambiar el mundo, la ha acercado a lo que le preocupa. En una ocasión, y durante seis meses, trabajó con niños infractores, en una correccional de menores, en Río de Janeiro. Para conseguir su confianza les daba clases de diseño a la manera de "aulas libres en donde podían expresarse como querían". Luego, montó una exposición sobre el tema. Tanto le gustó, que ahora pretende retomar esta experiencia docente.
(El martes 23 de enero, a las 19:30 horas, en el auditorio del Museo Tamayo, Carolyn Dean, Ivo Mesquita y Federico Navarrete hablarán sobre Género, violencia y sexualidad, en el contexto de las instalaciones de Palazyan, que continuarán en exhibición hasta el 11 de febrero.)