LUNES 11 DE SEPTIEMBRE DE 2000

  


Ť José Cueli Ť
El novillo de la ilusión

El toro de Jorge Hernández Andrés, con la mirada tierna y dulce, apareció por toriles, llora y llora, bondadoso y humilde. Le sobraba nobleza al novillo de franciscana embestida y Carlos García Méndez se sacó la lotería independista por adelantado y le dio pases con inalterable buen gusto, emocionando a los nuevos aficionados, con un torear serpentinante por entre los hoyos del redondel.

Palín se llamó ese novillo, noble hasta la aristocrática nobleza y una clase digna de algo más encastado. El torillo planeaba en la corriente del ruedo, hacia el que se inclinaba como agobiado de un peso invisible. Absorto en la contemplación de la tela roja, daba suelta a su corretear por el redondel en medio de su sueño torero, en circulares delirios, inclinándose y derramando a su paso, desmayadas y flexibles embestidas como para proteger al novillero, en medio de música celestial.

Carlos García Méndez se enredaba al novillo vistiéndolo con la muleta ancha y bien planchada y a su alrededor crecían pases de todas marcas, espontáneos, de los que destacaron, un pase natural y uno de pecho de antología, echando la muleta adelante, templando y mandando, como me hubiera gustado fueran todas las de la faena. La estocada hasta la empuñadura en lo alto, le valió el corte de orejas y la vuelta al ruedo en compañía del ganadero, después del arrastre lento a los despojos del increíble novillo.

Los novillos de Jorge Hernández Andrés ?bien presentados? fueron sol y sombra. Descastados los cuatro primeros, al igual que el novillo de la ilusión. Los primeros de tan débiles no funcionaron. Hasta que el sexto igual de descastado, pero con sentido, le dio una cornada a Manolo Lizardo. Que se fue a la enfermería, mientras García Méndez se iba a casa en medio del aplauso.

El ruedo aún arde en lo más profundo la bobaliconería noblota del susodicho Palín, comparsa de la idea de que los toros pierdan la casta y sólo queden marchados por la nobleza, lo que resta la emoción que da la casta y enciende los tendidos.