LUNES 4 DE SEPTIEMBRE DE 2000

* Astillero *

* Julio Hernández López *

Tiempo de silencios

Callaron los priístas el viernes del Informe presidencial. Y callaron los jefes castrenses el sábado de la apertura de cursos del H. Colegio Militar.

Unos, los tricolores, se dicen sumamente agraviados por el comportamiento zedillista que a su entender ayudó a arrebatarles el poder. Otros, los de verde olivo, han recibido nueva afrenta con la detención de dos generales acusados de colaboración con el narcotráfico.

Valentías posdatadas

Ambas elites tienen razones profundas para el disciplinado silencio. Los diputados, senadores y directivos partidistas ni siquiera ahora, derrotados, aprenden a criticar de frente y en tiempo real: "ya verá cómo le va después del 1 de diciembre", dijeron algunos legisladores en San Lázaro, obsoletos adoradores del respeto a las formas institucionales que ya ni siquiera les pertenecen, futuros críticos de Zedillo con el mismo sentido de oportunidad con el que renegaron de aquel Carlos Salinas, al que reverenciaban hasta en cuanto éste ya no estaba en el poder. Tal vez un tanto temerosos, en el fondo, del hecho de saber que ellos, los priístas tradicionales, han perdido el poder, pero no así el presidente ni su grupo, y que con Fox en Los Pinos de alguna manera sobrevive la corriente tecnocrática a la que más vale no echarse de enemiga declarada.

Las barbas del secretario a remojar

La otra elite, la del uniforme, tampoco puede protestar contra los excesos que en privado consideran ha cometido la Presidencia al apresar a dos estrellas del ala dura del Ejército. Los presuntos delitos que les imputan a Arturo Acosta Chaparro y a Francisco Quirós Hermosillo han sido cuando menos largamente conocidos, por no decir compartidos, por varios miembros de la elite castrense. Una palabra en defensa de quienes están hoy en las mazmorras sería abrir el camino para acompañarlos en esa desgracia. El fantasma de los negocios ilícitos ronda por demasiadas oficinas, y entre más entorchados se lleva en la casaca, más riesgo se tiene de ser procesado, enjuiciado, sentenciado. Para nadie era un secreto el involucramiento de esos generales ahora detenidos en los asuntos del narcotráfico. Mucho menos si se han tenido tantos lazos no sólo profesionales, sino afectivos, en esa cúpula militar. Quiros Hermosillo y Cervantes Aguirre son compadres. Ambos, y Acosta Chaparro, han sido amigos larguísimo tiempo, en cofradía de la que además han formado parte el extinto Javier García Paniagua, hijo del general del 68, Marcelino García Barragán, y padre de Javier García Morales, nombre siempre presente en indagaciones sobre narcotráfico mexicano.

Autismo, mutismo, egoísmo

Silencios increíbles disfrazados de mar de palabras: Zedillo dedicó su tiempo del pasado viernes frente al Congreso de la Unión a instalar los cimientos del monumento que está seguro la historia le habrá de empezar a construir de inmediato. Pero no dijo nada de los problemas reales del país, ni de Chiapas, ni del Renave, ni de nada importante. Su mejor obra fue entregar el poder a un nuevo equipo de relevo en la larga marcha del neoliberalismo mexicano. Con Fox habrán de quedar más que garantizadas las hazañas de estrangulamiento del pueblo mexicano que han realizado De la Madrid, Salinas y el propio Zedillo. Frente a ese logro espectacular, poco había qué decir.

Golpe a otro ego

Al silencio, o peor, a la inutilidad, han mandado los dirigentes de los tres principales partidos, y el presidente electo, los pretensiosos esfuerzos escenográficos con los que Porfirio Muñoz Ledo había soñado en convertirse en el nuevo Padre de la Patria. Los diseños de su mesa de reforma del Estado, con los que sería el arquitecto del futuro institucional mexicano, quedarán en meras "reflexiones", pues las directivas de PRI, PAN y PRD acordaron que será en el ámbito legislativo en donde se tomarán las decisiones reales en torno a tales reformas del Estado.

Tangos políticos

Silencio será también el que tratará de mantener el presidente argentino, Fernando de la Rúa, a partir de hoy, cuando llegará a México en visita oficial, con el tema de su paisano Ricardo Miguel Cavallo. De la Rúa trae lo suyo en cuanto a ruidos (y no sólo por la relación amorosa de su hijo con la cantante colombiana Shakira). Ocho senadores argentinos (siete del opositor Partido Justicialista, de orientación peronista, y uno de la alianza UCR-Frepaso, actualmente en el poder) han sido acusados de recibir "coimas", es decir, sobornos, para aprobar nuevas leyes laborales en aquel país (entre ellos va aquel cantante de baladas llamado Palito Ortega). En el escándalo, que ha cimbrado al gobierno argentino a diez meses de haber asumido el poder, también asoman tambaleantes los nombres de los secretarios del trabajo y de inteligencia del Estado.

Entre legisladores te veas

Pero también silencio será el que los mexicanos debemos guardar frente a las desgracias del país sureño. La acelerada descomposición institucional que vive Argentina tiene referentes precisos con la situación mexicana. Tal vez acá no se soborne a los legisladores con pagos depositados en tarjetas de crédito, pero igualmente hay múltiples senadores y diputados que viven en permanente estado de tráfico de intereses (un ejemplo deslumbrante es el del abogado Diego Fernández de Cevallos, quien con frecuencia defiende específicos asuntos oscuros a los que luego combate con estruendo verbal en las tribunas camarales). Y también muestras extremas de desquiciamiento, como las de Félix Salgado Macedonio, el antes senador y ahora diputado federal del PRD que se ha ido hundiendo moral y políticamente, entre apologías de los actos sexuales "mañaneros", el folclorismo lumpen y los escándalos mezcaleros a bordo de su motocicleta adornada como para ser llevada a divanes siquiátricos.

La obediencia debida y el punto final

Y algo más con lo que se dará por cerrado este recuento de silencios: en Argentina, miles de militares torturadores pueden andar por las calles, tranquilamente, sin persecución judicial alguna, porque los delitos cometidos durante la dictadura militar fueron dejados sin castigo mediante dos polémicas leyes, llamadas de la obediencia debida y del punto final. Con ellas quiso el Estado argentino buscar la reconciliación nacional.

Genocidas y torturadores mexicanos

En México, las cosas han sido distintas. Durante largas décadas han funcionado mecanismos institucionales de combate y exterminio de movimientos armados y organizaciones sociales disidentes. Los nombres de los jefes de esos torturadores y genocidas han sido conocidos durante largo tiempo e inclusive reverenciados en el ámbito político. Miguel Nassar Haro, Salomón Tanús, Jesús Miyazawa, por ejemplo, son algunos de los nombres que se pueden sumar a los de Arturo Acosta Chaparro y Francisco Quirós Hermosillo. Hasta ahora se ha impuesto sobre esa franja de la vida nacional un silencio apenas roto por las permanentes denuncias de los grupos de madres y familiares de presos y desaparecidos políticos, sobre todo de doña Rosario Ibarra. Pero no se han cometido secuestros, torturas y asesinatos sólo en las épocas turbulentas de las guerrillas rurales de Lucio Cabañas y Genaro Vázquez, por ejemplo, o de las agrupaciones urbanas como la Liga Comunista 23 de septiembre, sino que se han dado recientemente. En Aguas Blancas, en El Charco, en la persecución de jefes de las diversas formaciones guerrilleras, como el EPR y el ERPI. Esos genocidas y torturadores siguen impunes, haciendo negocios al amparo del Estado e inclusive ocupando cargos públicos y legislativos.

En esos, como en otros casos, México vive tiempo de silencios. Callan los legisladores, los jefes militares, calla la conciencia nacional, ocupada ésta en el fasto y los esplendores de la supuesta transición democrática, de la alternancia en el poder, del encanto de la derecha embotada...

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