LUNES 15 DE MAYO DE 2000

Ť El gesto le sirvió para defenderse y ocultarse, dice


La sonrisa de Maquiavelo, una expresión de desencanto: Viroli

Ť Su discurso ha sido tergiversado a través de tiempo, acusa

Angel Vargas Ť Sólo la sonrisa de La Gioconda puede ser comparada en celebridad con la de Nicolás Maquiavelo. Pero mientras la de la primera significa un enigmático y seductor encanto, a la del segundo se le asocia con el cinismo e, incluso, con la crueldad.

El catedrático Maurizio Viroli no sólo refuta esta última idea, sino hasta sustenta que esa mueca del fundador de la moderna teoría política es una expresión de desencanto, así como una enseñanza de vida.

De hecho, esa es la premisa que el politólogo italiano (Forlí, 1952) desarrolla en las 322 páginas de su libro La sonrisa de Maquiavelo, editado en la colección Tiempos de Memoria de Tusquets editores, y de cuya traducción se encargó Atilio Pentemalli.

Obra de corte biográfico, el volumen es un acercamiento al ser humano que fue Nicolás Maquiavelo (1469-1527), más que al pensador e historiador que, "inmerecidamente, ha trascendido en el tiempo como un defensor de la crueldad como medio de actuación política".

De visita en México -merced a la invitación que le hizo la Escuela de Graduados en Liderazgo Empresarial DUXX-, Viroli asegura que el discurso de Maquiavelo ha sido tergiversado a través del tiempo y adecuado a las necesidades de los gobernantes.

Con ello, rechaza que exista contradicción alguna entre los ideales de justicia y libertad del pensador y lo que le aconsejaba al encargado del poder: "Es una aparente paradoja, ya que él sugería al príncipe no temer usar la crueldad cuando ésta fuera necesaria para fundar y conservar el Estado y, así, la libertad".

Pero los príncipes eran crueles y simulaban aun cuando no era necesario y, de forma paulatina, los conceptos de Maquiavelo fueron transformados y se les hizo decir que la tarea del político era mantener el Estado, es decir, mantener el poder, agrega:

"El nunca dijo eso, sino que la tarea del gobernante era conseguir la gloria, y ésta la entendía como la fama de los hombres buenos que hacen grandes cosas para la libertad. Su discurso fue adaptado a las necesidades de los gobernantes. El quería educar a los políticos para que buscaran la gloria, no el poder; porque políticos que buscaban el poder ya había desde aquel tiempo. El quería un gobernante grande, del tipo de Moisés, Teseo, Rómulo."

Si bien apunta que Nicolás Maquiavelo es fundador de la política moderna -no porque haya cambiado la forma de hacerla sino porque ayudó a entenderla mejor-, Viroli subraya que el ideal primordial de aquél era que la sociedad viviera en libertad.

Abunda: "Que los hombres y mujeres de una comunidad vivan libres y bajo unas leyes que tengan el mismo valor para todos. Esto es algo que en ninguna democracia se ha realizado; ni en Italia ni en Estados Unidos y no sé qué pase precisamente en México pero, por lo que leo en los periódicos, aún existe este problema de hacer que todos sean iguales ante la ley como primera condición de la libertad. Ese es un sueño de Maquiavelo que aún no hemos realizado".

Estudioso del pensador e historiador florentino desde hace más de dos décadas -incluso cuenta con otro título dedicado a éste, Machiavelli (Oxford University Press, 1998)-, el especialista resalta que la vida de aquel personaje, a excepción de unos cuantos momentos, estuvo caracterizada por la derrota.

Citó dos casos como ejemplo: el primero, un encarcelamiento en 1512, cuando la república de Florencia cayó y los Médecis se hicieron del poder; y el segundo, el saqueo de Roma en 1527, año en que murió.

"El vivió por dos ideales: la república y la libertad de Italia, y en ambos perdió. Nunca vio alguno de sus sueños políticos realizarse; como persona siempre resultó un derrotado."

Esta percepción está muy lejana de la real trascendencia de Nicolás Maquiavelo, y sus postulados no dejan de tener vigencia; afirma: "La importancia de su enseñanza en el mundo de hoy es que la política debe rebuscar la pasión por las grandes cosas y tener la fuerza de motivar a los hombres y las mujeres al empeño civil".

En cuanto a qué razones lo motivaron a escribir la biografía, Viroli apunta que todos los estudiosos se han ocupado siempre del gran pensador político, pero que ninguno se ha adentrado al filósofo de la vida.

"No se puede entender al Maquiavelo político sin conocer y comprender su amor por la vida y su generosidad. El empeño en la política era para él la forma de hacer la vida grande, luminosa, importante, así como el modo para revertir la muerte, porque pensaba que al hacer grandes cosas en la política uno podía permanecer vivo en la memoria", asevera.

Fue por esa razón que el catedrático decidió encontrarle el sentido a la existencia de aquel personaje; conocerlo mediante sus amores, sus amigos, la soledad, la grandeza, la muerte, la derrota, la ingratitud, en fin, todo aquello que forma parte de la vida humana.

Y así, platica que optó por desentrañar lo que estaba detrás de aquella famosa sonrisa. En ella encontró no el cinismo que tanto se pregona, ni la pedantería de un ser que se sabe superior, sino un rictus que sirvió para la defensa, para ocultarse.

Era una forma de no llorar por lo absurdo de la vida, la crueldad y la injusticia de los hombres, la ingratitud, la soledad, la maldad. Finaliza: "En ello hay un aspecto fascinante de sabiduría, pues son pocos los que pueden sonreír aun cuando las circunstancias obligan a llorar. Esa es una enseñanza de vida".