DOMINGO 7 DE MAYO DE 2000



Elección en el Distrito Federal

 

Iztapalapa:
un millón
de votos en juego

 

Daniela PASTRANA

 

Con la atención volcada en el destino de la candidatura de Andrés Manuel López Obrador -en el PAN se evalúa que la jugada los mandará a la tercera posición y en el PRI ya se reparten las culpas de una derrota a la vista-, las delegaciones del Distrito Federal han quedado fuera de los reflectores. Pero es ahí donde se juega palmo a palmo el resultado electoral. Con estas dos entregas iniciamos una serie sobre los entretelones de las batallas electorales en las delegaciones más representativas de la capital del país

 

Eran días de jaloneos por creel-campa–a-iztapalapa-jp las candidaturas del PRI a jefes delegacionales, cuando ya estaba decidido que no habría internas como prometió Manuel Aguilera el año pasado. El ex asambleísta Juan Carlos Magallanes, nombrado por el presidente del PRI capitalino coordinador de la estructura en Iztapalapa, decidió formalizar sus aspiraciones con un acto en el foro Quetzalcóatl.

Corría febrero. El priísmo defeño no superaba la resaca del 7 de noviembre y sólo Magallanes aceptaba públicamente sus intenciones de disputarle a Guillermina de la Torre la candidatura de la delegación del millón de votos. Pero no le duró mucho.

Hasta el foro Quetzalcóatl llegaron las huestes de la zarina de la basura a reventar la reunión. Quienes estuvieron ahí cuentan que los pepenadores aventaron agua, piedras y orines.

"Guillermina ya había decidido que sería la candidata y comenzó a soltar dinero, a buscar a los líderes, tapizó de propaganda la delegación", cuenta un líder local.

La lideresa de la Unión de Pepenadores no sólo boicoteó el acto de Magallanes, sino que despejó el camino para obtener la candidatura.

Con el aval de Manuel Aguilera y Esteban Moctezuma, De la Torre dejó fuera a otros priístas de "mayor peso" que se barajeaban como posibles candidatos: el ex delegado Florentino Castro, muy cercano a Roberto Campa, y Jorge Schiaffino, líder del sector popular del PRI en el DF.

Aunque no logró negociar el paquete: "Quería que su hijo, Cuauhtémoc (Gutiérrez de la Torre), fuera al Senado, y su hija Norma, a una diputación federal -dice un priísta que participó en las negociaciones-. Finalmente no quedaron, pero de la candidatura a la delegación nadie la pudo convencer".

Un "basurero" lleno de votos

La frase es común en la zona: "Iztapalapa es el basurero de la ciudad, el patio de servicio al que han enviado todo lo que no quieren".

Un "basurero" lleno de votos, porque en Iztapalapa se concentra 18 por ciento de los electores del Distrito Federal. Están en juego ahí más de un millón de votos.

Se juega también la sexta parte del presupuesto para las delegaciones. El presupuesto aprobado este año para Iztapalapa es de mil 400 millones de pesos, que representan 15.5% de los recursos destinados a las 16 delegaciones.

Quien gobierna Iztapalapa gobierna la quinta parte de la población capitalina (se estima que ya alcanzó la cifra de 2 millones de habitantes) y tiene a su cargo puntos estratégicos para el funcionamiento de toda la ciudad: la Central de Abasto, dos reclusorios, los basureros, dos líneas del Metro, la central de carga, plantas de tratamiento de agua y depósitos de vehículos.

En Iztapalapa se asientan los grupos sociales más beligerantes de la ciudad. El PRI paleontológico y los grupos perredistas que crecieron bajo el amparo de la política del chantaje. En sus 571 colonias oficiales confluyen barrios, pueblos, unidades habitacionales -muchas de ellas se crearon ex profeso para cubrir cuotas del corporativismo del PRI-, asentamientos y zonas de clase media alta.

Pero precisamente por las carencias -la delegación mantiene los mayores índices de criminalidad, está en los primeros lugares de falta de servicios y tiene los peores niveles educativos- es también el lugar común de las agendas de los políticos.

Es la delegación pionera en programas de vivienda. El plan piloto para la descentralización educativa del DF opera en la delegación. Ahí se estrenó la policía militar, en la gestión de Oscar Espinosa. Y ahí se ha concentrado la acción hidráulica del gobierno perredista.

Es el reino de las promesas y los grandes proyectos, pues.

* * *

Los candidatos priístas a la Presidencia de la República y a la jefatura de Gobierno se estrenaron como graffiteros en Iztapalapa, delegación que tiene el nivel educativo más bajo de toda la ciudad.

Primero fue Francisco Labastida. "Vota por Chucho", escribió con aerosol el candidato presidencial. Jesús Silva Herzog respondió el gesto. "Vota por Pancho", garabateó en una barda del centro deportivo.

Los priístas festejaron la ocurrencia. Aunque sus pininos como chavos banda les valieron después una demanda de la delegación por escribir pintas en bardas oficiales sin autorización.

Pero Iztapalapa está, sin duda, en la agenda de los candidatos.

Ahí se disputan siete distritos locales y cinco federales. Todos los ganó el PRD en 1997, con votaciones superiores a 50%; muy lejos quedó el PRI, con rangos de 22 a 28%, mientras que el PAN tuvo una de sus votaciones más bajas de toda la ciudad (en el distrito 25, por ejemplo, cayó hasta el 8%).

Pero la historia fue distinta tres años atrás, cuando el PRI ganó en la ciudad y el "factor Diego" mandó al PRD al tercer sitio en las preferencias electorales.

PRI: el drama de Florentino

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A Silva Herzog poco le sirvió el apoyo de Guillermina de la Torre en Iztapalapa en la contienda interna del PRI por la candidatura a jefe de Gobierno. Ni siquiera le ayudó que Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre organizara un acto a Roberto Campa sólo para culparlo de la derrota electoral de 1997.

El 7 de noviembre, Campa ganó 4 de los 7 distritos locales de Iztapalapa, y en los otros tres, la distancia fue mínima.

No era para menos. El equipo cercano de Campa está integrado desde las épocas en las que fue subdelegado en la demarcación.

Con él está, por ejemplo, Florentino Castro, ex delegado, ex diputado federal y candidato perdedor a la Asamblea Legislativa en 97. O Paloma Villaseñor, también con experiencia de campaña en Iztapalapa.

Incluso Campa tuvo el apoyo de Jorge Schiaffino, ex asambleísta por Iztapalapa y actual líder del sector popular en el DF, a quien paradójicamente se le atribuyen las gestiones para que la familia Gutiérrez de la Torre mantenga el control del tiradero de Santa Catarina.

En la cúpula priísta se veía "natural" que alguno de ellos fuera candidato.

Campa ni siquiera quiso considerar la propuesta. Schiaffino midió las aguas. Y Florentino Castro fue tajante. "Sólo si es una candidatura de unidad", dijo a Manuel Aguilera y a Oscar Levín.

A Guillermina de la Torre, juran en la directiva del PRI, nadie la quería como candidata. Su estilo había provocado más de un enojo entre sus propios promotores.

En marzo de 1998, integrantes del Movimiento Territorial -lidereado por Cuauhtémoc Gutiérrez- invadieron la oficina del oficial mayor del Gobierno del Distrito Federal, Jesús González Schmal, para "defender" a su presidente estatal de las acusaciones de espionaje. Aguilera, quien como regente autorizó en 1996 la operación del tiradero de Santa Catarina, terminó por "sacrificar" a su pupilo para mantenerse en la mesa de la reforma política. Gutiérrez se rebeló: "Los militantes no somos empleados del PRI".

Dos meses después se enfrentó con Oscar Levín por el control de la estructura. Aprovechando el proceso de renovación del Frente Juvenil Revolucionario, Gutiérrez de la Torre mandó a su candidato a denunciar públicamente la "mano negra" del secretario general.

Nada apaciguó a Guillermina de la Torre.

Luego del frustrado acto del foro Quetzalcóatl, la cúpula priísta en la capital se reunió con el coordinador de la campaña presidencial, Esteban Moctezuma, quien dejó claro que la lideresa no cedería la candidatura e incluso había amagado con irse al PAN.

Estaba decidido. "Ganó el chantaje", dice un integrante de la directiva estatal.

A Castro, quien por muchos era considerado "el candidato fuerte", le dieron de consolación la coordinación de las campañas de diputados.

PRD: la unidad imposible

Las reuniones con Andrés Manuel López Obrador llegaron tarde. Ya no hubo forma de amarrar "el acuerdo de unidad" entre los siete precandidatos del PRD (René Arce y Alfredo Hernández Raygosa, diputados locales; Clara Brugada y Benito Mirón, diputados federales; Víctor Martínez Bolaños, candidato de los Panchos Villa; Mariano López, integrante de la directiva estatal, y José Luis Hernández, del viejo PMT) y evitar la elección.

Arce -quien desde octubre de 1998 inició su campaña- logró más de 14 mil votos, el doble de los 7 mil de Hernández Raygosa y muy lejos de los 5 mil de Brugada, sus más fuertes oponentes.

En marzo del año pasado, en la ruda batalla por la dirección estatal del PRD, Arce apoyó la candidatura de Gonzalo Rojas, quien quedó en segundo lugar en la delegación pues el resto de los grupos se unieron en torno de Carlos Imaz.

ƑQué pasó ahora?

Hay distintas versiones, según del grupo que lo vea.

En el equipo de Arce dicen que hubo reuniones de los cuatro adversarios más fuertes con las cabezas del PRD capitalino para hacer un frente común, pero "simplemente no pudieron ponerse de acuerdo". En la directiva perredista juran que las reuniones fueron para desactivar un posible frente en contra de Arce, quien tuvo el apoyo de López Obrador debido a que las encuestas lo colocaban muy por encima de los otros perredistas.

Se dice también que el delegado Ramón Sosamontes apoyó a Arce (en su equipo juran que apoyó a Hernández Raygosa), que Rosario Robles impulsó a Clara Brugada, y René Bejarano a Benito Mirón.

Pese a todo, el PRD superó el fantasma del 14 de marzo y no hubo fracturas. Con excepción de Alfredo Hernández Raygosa -célebre porque en la interna del año pasado hizo campaña con bultos de cemento que le consiguió su suegro, José Luis Anguiano, funcionario de la delegación-, los demás candidatos aceptaron el resultado sin mayor escándalo.

No todo es miel sobre hojuelas. El mes pasado, en la maratónica Convención Estatal en la que los jefes perredistas se repartieron las candidaturas a diputados, a Arce le quitaron el distrito 23 local -el que ganó en 1997 y uno de los de mayor nivel de votación-, que quedó como uno de los cinco reservados para el Partido de Centro Democrático.

"Cosa de equilibrios", le dijeron.

El blanquiazul: a cachar votos

Después del desastre electoral del PAN en 1997, las críticas de los panistas capitalinos cayeron sobre la directiva estatal. "No hay estructura", es la frase que se volvió común.

Como ejemplo, se ponía la baja votación del blanquiazul en Iztapalapa. En el distrito 22 federal, por ejemplo, sólo tenían 17 militantes.

ƑY cuántos tienen ahora?

Un integrante del Comité Regional acepta resignado: 17.

Ni las gestiones de la ex delegada en Benito Juárez, Esperanza Gómez Mont, nombrada por Gonzalo Altamirano delegada del comité regional para Iztapalapa y actual responsable de las "brigadas por el cambio", lograron mejorar la situación del panismo iztapalapense, que sólo en el mencionado distrito 22 ha cambiado 5 veces de presidente en los últimos dos años.

Quizá por eso el PAN tomó medidas desesperadas. En el PRD juran que los panistas coquetearon con Arce y en el PRI aseguran que buscaron a De la Torre. También se mencionó la posibilidad de postular a Angel de la Rosa, líder local que fue priísta y luego pasó a las filas perredistas, hasta que lo expulsaron.

Finalmente, la semana pasada el comité regional nombró candidato a su líder en la ALDF, Miguel Hernández Labastida, panista del viejo cuño.

Pero entre los propios panistas no le dan muchas posibilidades.

Para la cúpula blanquiazul, Iztapalapa no es prioridad. En el PRI, en cambio, creen que el PAN podría capitalizar los votos de la gente enojada con la eterna guerra PRI-PRD. Ya ocurrió en 1994, cuando Diego Fernández de Cevallos le dio al PAN 25% de la preferencia electoral contra 21% del PRD y se colocó como segunda fuerza política delegacional.

Aunque un año después, en las elecciones para consejeros ciudadanos -ya sin Diego-, apenas logró colocar un consejero entre 40.

"Es una lucha palmo a palmo entre el PRI y el PRD, nosotros poco tenemos que hacer", acepta un dirigente panista.

Esta vez, el aderezo será el viejo pleito entre Arce y Gutiérrez de la Torre, quienes durante años han disputado los liderazgos locales y cuentan con una larga historia de enfrentamientos.

A mediados de 1996, unos desconocidos asaltaron la casa del perredista. Entonces se atribuyó la agresión al grupo de Marco Antonio Michel Díaz, actual secretario general del PRI-DF. Pero nunca se resolvió el caso.

Arce no cree que se repita: "Estamos en una situación diferente, antes tenían el gobierno, la procuraduría, todo, podían hacer lo que quisieran; pero ahora ya no es tan fácil, se van a tener que controlar".*



LOS NUMEROS DEL MONSTRUO ELECTORAL
Población: 1 millón 696 mil habitantes
(INEGI, 1995. Actualmente se estima que llega a 2 millones)
Habitantes en relación con el DF:19.95%
Porcentaje del territorio del DF: (superficie 117 km2)
Viviendas habitadas :370,500
con techos de lámina 57 mil
sin agua 10 mil
sin drenaje 15 mil
sin luz 2 mil
Familias en condiciones de hacinamiento 56.06%
Colonias que sufren falta de agua:192
Policías:2,621 (5 sectores)
Presupuesto total, 2000:1,400 millones
Número de colonias:571
*** ***
Padrón electoral:1,172,731
Lista nominal:1,103,834
19941997
PRI 44.4%26.5%
PAN 25.2%11.6%
PRD 21.9% 51.4%
PVEM 2.16%6.56%
* Dieciséis de las 100 colonias con mayor votación están en Iztapalapa.