Lunes en la Ciencia, 1 de mayo del 2000


El Gran Telescopio Milimétrico


 
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Texto: Patricia Vega

Fotos: Susana González

En una de las cuatro cimas más altas de nuestro país, a 4 mil 581 metros de altura sobre el nivel del mar, trabajadores mexicanos participan actualmente en la construcción del Gran Telescopio Milimétrico (GTM) que, al ser concluido en un par de años, será el instrumento más grande de su tipo a nivel mundial.

Una antena de 50 metros de diámetro --algo así como medio estadio de fútbol-- integrada por 180 páneles independientes en su movimiento, permitirá la observación de las microondas de alta frecuencia que forman parte del espectro luminoso y que son imposibles de captar con un telescopio óptico. Dichas observaciones permitirán recabar datos de las galaxias más lejanas del Universo.

De acuerdo con el director del proyecto en México, el doctor Alfonso Serrano, el cerro de La Negra --ubicado en el estado de Puebla, a un costado del Pico de Orizaba-- fue seleccionado entre 160 sitios por su poco contenido de vapor de agua, que proporciona condiciones de observación comparables a las que ofrece el cielo de la Antártida.

La construcción del GTM forma parte de los Megraproyectos del Conacyt y su construcción ha sido posible gracias a un tratado bilateral entre México y Estados Unidos, a través del Instituto Nacional de Astrofísica, Optica y Electrónica (INAOE) y la Universidad y el estado de Massachusetts, respectivamente. La inversión de alrededor de 70 millones de dólares, a los que se sumará un costo anual de funcionamiento calculado en 1.5 millones de dólares, convierten al Gran Telescopio Milimétrico en uno de los proyectos más ambiciosos de la historia científica del país.

Además de los beneficios científicos derivados de la observación propiamente dicha, la construcción del GTM dota a nuestro país de otras ventajas técnicas como la participación de industrias mexicanas que han concursado internacionalmente para obtener un 
sitio dentro de este ambicioso proyecto, así como el establecimiento, en nuestro país, de una fábrica de fibra de carbono que tiene aplicaciones aeroespaciales.

Con gran intrepidez y por iniciativa propia, la fotógrafa Susana González se ha unido en varias ocasiones al equipo de trabajadores, técnicos y especialistas que, por la altura a la que están trabajando, cotidianamente desafían los efectos de la gravedad, los cambios climáticos y la falta de oxígeno. La meta de González es la de registrar visualmente todo el proceso de construcción del GTM. Nos llena de satisfacción el poder compartir en exclusiva con las lectoras y lectores de Lunes en la Ciencia, esta primicia editorial.
 
 
 

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