Lunes en la Ciencia, 1 de mayo del 2000



Retorna un antiguo asesino

Jalil Saab

Cada cinco segundos muere una persona a causa de la malaria o paludismo. En 1996, las víctimas fatales sumaron cerca de 3 millones. En la última década la cantidad de niños muertos por esta enfermedad fue 10 veces superior al número de muertos durante las guerras ocurridas en el mismo lapso. Esta enfermedad es endémica en 9 decenas de países, principalmente en Africa y Asia, donde se encuentra el Plasmodium Falciparum, el más peligroso. El problema también existe en Hispanoamérica, pero sin llegar, por el momento, a niveles alarmantes.

mosquito En las décadas de los 50 y 60 parecía que la humanidad había ganado la batalla al ancestral flagelo. Como sucedió en México, hubieron grandes campañas para erradicar al vector transmisor del Plasmodium: el mosquito Anopheles. Para la Organización Mundial de la Salud (OMS) "el enemigo público número uno de la salud" en el mundo. El método utilizado fue la aspersión masiva de insecticidas, en especial el fatídico DDT. En lugares como Italia también se procedió al desecamiento de pantanos y marismas dado que, en su ciclo reproductivo (etapa larvaria), el mosquito requiere de aguas estancadas o de flujo laminar. Las consecuencias del uso indiscriminado de insecticidas, como sabemos, no fueron bondadosas del todo. Los insectos comenzaron a presentar resistencia a los plaguicidas, mientras otras especies sucumbían por el veneno.

Antes de entenderse la etiología o causa de la malaria, ya se contaba con un tratamiento que, sin curar la enfermedad, abatía los síntomas: la quinina, proveniente de un árbol peruano llamado cinchona. Ahora, han aparecido cepas de plasmodia resistentes a ésta y otras drogas como la nivaquina. Mientras EU combatió en Vietnam y los europeos conservaron colonias en Africa y Asia hubo financiamiento para el estudio y lucha contra la malaria; había que proteger a soldados y a colonizadores blancos. En nuestros días, solo la OMS, de hecho, canaliza recursos para enfrentar el problema: 20 millones de dólares anuales; menos de una tercera parte del mínimo requerido para investigaciones y tratamiento. Las grandes compañías farmacéuticas han perdido el interés, dado que esta enfermedad es propia de países tercermundistas sin capacidad económica para cubrir los gastos de un tratamiento. O sea, no es negocio. A pesar de ello, existen investigadores que se esfuerzan en hallar una vacuna o un método que permita controlar la enfermedad, la cual, ante la gran movilidad del mundo globalizado, también puede acceder a otras áreas, incluyendo al Primer Mundo.

Una de las dificultades para combatir al Plasmodium cuando ha infectado a una persona es que se aloja dentro de los eritrocitos, quedando a salvo del ataque de los anticuerpos. No obstante, algunos estudios preliminares han mostrado la efectividad de ciertos péptidos con acción antimalaria dentro de dichos glóbulos rojos, aunque el costo del tratamiento sería costoso y difícilmente aplicable a nivel masivo. Sería conveniente entonces intentar controlar la trasmisión desde dentro del mismo mosquito, que también padece al agente patógeno en las paredes de sus intestinos. En el proyecto doctoral de Renaud Condé, del Instituto de Biotecnología de la UNAM, "Escorpina, un péptido antimicrobiano que actúa sobre Plasmodium" se busca alterar genéticamente al Anopheles de tal manera que el agente no pueda desarrollarse en él, debido a la secreción del péptido que, como su nombre lo dice, fue encontrado en las toxinas de un alacrán. Destruyendo al microrganismo desde las entrañas del insecto se cancela la posibilidad de infección hacia el hombre.

Mientras tanto, una alternativa que ha dado buen resultado seguirá siendo el uso de mosquiteros o pabellones impregnados de insecticidas menos agresivos, y que son efectivos durante seis meses. El problema es que, para la mayoría de la gente que no cuenta con los 5 dólares, precio de la malla, hasta esta opción es prohibitiva. De ahí la campaña que se realiza en Camboya con el lema "Salve 3 vidas con 5 dólares".

jalil@ibt.unam.mx


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