Se les queman las manos por incendiar la pradera, como en los viejos y rojos manuales, sólo que del otro lado, y para aplastar al pueblo. Los movimientos sociales dejaron de existir por decreto, después del baile sexenal patrocinado por el Programa Nacional de Solidaridad salinista. Entre la desarticulación del corporativismo histórico del PRI y la construcción del neocorporativismo, subsidiario del capital internacional, sólo permitieron (no lo pudieron evitar) el fortalecimiento de los partidos políticos. Para compensar, se dieron a la rapiña como nunca antes hizo una clase gobernante en este país --reiteradamente saqueado y carranceado.
Los movimientos sociales, que no existen en los programas del futuro, brincan por todos lados, y entonces toda la lógica de gobierno se dirige a destruirlos.
Esa es la primera traición a México. Una vez consumada, alborozados, y a cambio de impunidad, se entregan al Imperio como ni el mismo Quinceuñas Santa Anna se hubiera atrevido. De paso entregaron nuestros recursos, nuestra economía y nuestra seguridad nacional. México no es la única nación que lo hace, pero sí la primera de la lista. Nuestros gobiernos se prepararon con tanta ilusión en Harvard, Yale y sucursales, incluida la Escuela de las Américas, para hacer bien la tarea. Esa es la segunda traición: hacerle bien la tarea al patrón.
En tanto, nos adentramos en otro "siglo americano" con la supremacía creciente (todavía) de ese gigante con pies de barro y economía ficticia, pero en lo particular y lo público armado hasta losdientes: Estados Unidos. Agentes directos o indirectos de casi todas las guerras del mundo (y por cierto de todas las que ocurren en su hemisferio, o sea el nuestro) los supremacistas blancos y sus aliados son un peligro para sí mismos, para los pueblos indios, para sus decenas de millones de migrantes, y por extensión, para el resto del globo.
En Estados Unidos ya se va al kinder con revólver, y cuando estos niños crecen y se vuelven triunfadores, hacen fortuna fabricando y vendiendo armas a los ejércitos clientes o se instauran en policía inapelable del planeta, y además impune. Si en cambio les toca ser perdedores, de a tiro losers, se convierten en asesinos ilegales pero funcionales al poder cuya criminalidad enmascaran.
¿Y los pueblos? bien gracias.