Reclamando territorio
Es una magnífica idea. Reclamar territorio. Sólo sube al siguiente cerro, cruza el río, y di "Esto es mío". Nada se escurre, nada vira, el Creador dice nada.
Simplemente es dicho Esta pradera
mientras que hace unos meses estaba verde de tanto pasto. Es toda espacio interminable una bella tierra que genera movimiento incesante, creación continua. Los mares de millones de años, glaciares, enormes helechos, luego búfalos, luego gente en esta pradera, luego ahora.
Tales cosas,
uno de ellos, un extraño, dijo "Esto es mío".
El río
que se mueven hacia el sur en un flujo que nutre a la tierra, no dijo nada. Los sagrados cerros del horizonte no se movieron. Sin embargo todo, todo fue avasallado, consternado, aturdido por la incomprensible idea.
Esto es mío |
Simón J. Ortiz Es, de acuerdo con los editores de Alforja, el poeta indígena estadunidense más destacado en la actualidad. Su nombre original es Hihdrustse y nació en 1941 en Deetseyamah, aldea rural de Acoma Pueblo, Nuevo México. Traducido del inglés por Laura
Jáuregui Murueta
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Bacuzagui
Lo ti gue'la nacahui rinisi dxiibi xti' guendastubi' ruxudxe bacaanda', rinigoondu' diidxa', --diuxi rusianda guendananaxhi en rusigué ti xiiga nisa nandá--.
Ca yeloo' ruyúbica'ti guisi biaani, ni gusieche ladxidú. ¡Xhinga naná en naxii'nisaroona, dxi xilase ribeza ndaani rini'! nguiiu' ribigueeta guendaba'du' xti', guendamuxeque risini sica ti bandaa' nadxaaba.
Guidxilayú, nisi ridxela xtiidxa', ti bacuzaguí biedapapa, zeedagucheche' guendanayani sica ti ubiidxa nayanda, ti beleguí mbo'lu xti' telayú. Reale xti' biaque, raaca' beñe cubi. |
Luciérnaga
En la noche oscura crece el miedo de la soledad, destroza el sueño, marchita a la palabra, --dios olvida la dulzura y ofrece su jícara de agua amarga--.
Los ojos buscan una chispa de luz que alegra el corazón. ¡Qué doloroso y salobre es el llanto cuando la tristeza habita en la sangre! Se apaga la vela del pensamiento, el hombre retorna a su infancia, la cobardía crece como una sombra maligna.
La tierra, de pronto, recobra su voz, una luciérnaga llega volando, viendo esparcir su claridad como un sol tibio, un lucero de la mañana. Renazco, me transformo en barro nuevo. |
Recientemente, Alforja dedicó buena parte de su generoso espacio a la poesía indígena mexicana (número VIII, 1999). Revista de poesía con todas sus letras, va con las estaciones del año, publicando poesía de los distintos mundos, eslovena, griega, gallega, camerunesa o beatnik, y sobre todo mexicana (sea en castellano, maya, mazateco, zapoteco o yoreme). El milagro de la poesía es que exista. La celebración, leerla. De allí provienen los escritos de Bernardo Esquer López, Esteban Ríos Cruz y Simón J. Ortiz que recogemos en esta entrega de Ojarasca.