Francisco López Bárcenas
Hubo un tiempo, sobre todo en la administración
de Diódoro Carrasco, que estuvo muy de moda hablar del reconocimiento
y respeto de los derechos indígenas en Oaxaca,pero ahora ya nadie
en el gobierno se toma en serio el asunto. Ocupados como andan los funcionarios
en acomodarse para asumir algún cargo en las próximas elecciones,
pocos se acuerdan de los indígenas, sus derechos reconocidos en
la legislación estatal y menos de respetarlos.
El pueblo chatino es uno de los 16 pueblos indígenas originarios que habitan en el estado de Oaxaca. Su territorio abarca una gran parte de la Sierra Madre Sur, desde el suroeste al noroeste del Distrito de Juquila, pasando de la región de la Costa a las zonas montañosas de la sierra; prosigue en esa dirección para incluir una porción sur occidental del distrito de Sola de Vega. Colinda al oeste con el distrito de Jamiltepec, habitado en su mayoría por mixtecos, al norte con Sola de Vega, al este con Miahuatlán y Pochutla y al sur con la Costa del Pacífico. Su población se agrupa en nueve municipios y 235 localidades, aunque también se pueden encontrar municipios, que siendo mayoritariamente mixtecos, presentan población chatina. A nivel estatal los chatinos ocupan el sexto lugar en densidad poblacional, representado el 2.8% de población hablante de lengua indígena.
Según la memoria colectiva el padre del señor
Idelfonso Zorrilla Cuevas, cacique regional e influyente funcionario estatal,
fue un cura al que la gente del pueblo le obsequió un pedazo de
sus tierras comunales en señal de respeto, pero como en tiempos
de la Colonia, el cura abusó de la buena voluntad del pueblo y se
apoderó de más terrenos. Al morir, su hijo continúo
su obra. En febrero de 1957 estalló un conflicto entre el cacique
--que ya se había hecho ilegalmente de muchas hectáreas de
terrenos comunales-- y los lugareños, porque aquel los obligó
a abrir una brecha del pueblo de Teotepec a su rancho sin pagarles un centavo,
alegando que era una obra ordenada por el gobierno. Tres meses después
la gente se inconformó y envió una persona a Oaxaca a investigar.
Así se enteraron que no era cierto que la obra hubiera sido ordenada
por el gobierno.
La organización del pueblo no agradó al
cacique y comenzó a agredirlos. El pueblo denunció los hechos
en la capital del estado y el cacique aumentó la represión.
El primero en sufrir su furia en carne propia fue un señor de nombre
David, que era topil cuando se hicieron las denuncias. En junio de ese
mismo año Gilberto Zorrilla disparó sobre las autoridades
municipales cuando salían de la mayordomía; los agredidos
se defendieron y el agresor murió en el acto. Como para demostrar
el apoyo gubernamental a la familia Zorrilla, a la noche siguiente llegaron
los militares y se soltó la represión. Esa misma noche cayeron
asesinados los señores Enmanuel y Celestino Moreno. En total murieron
trece personas y otras tuvieron que huir del pueblo.
Los chatinos no encontraron más alternativa y
se rebelaron, encabezados por el señor Maximino Carmona, topil de
la población, y los hermanos Moreno, también topiles y policías
comunitarios. Las comunidades se dividieron y se crearon otras nuevas con
los desplazados de la represión, entre ellas Cerro del Aire. En
la comunidad de Cuixtla la gente del cacique asesinó a los señores
Emilio Zárate Velasco e Hilario Torres, que era alcalde mu-nicipal.
Los federales mataron y quemaron a los señores Rómulo Chávez
y Jerónimo Quintas. Lo mismo hicieron con un señor de nombre
Tiburcio, a quien enterraron en una ciénega para que su familia
no lo encontrara. El conflicto duró unos dos años.
La tensa calma hizo explosión nuevamente en 1992
porque la gente comenzó a inconformarse con su situación
de vida. En esta época el síndico de Santos Reyes Nopala
privó de la libertad a los señores Jerónimo Carmona,
Pedro Salina y Rodolfo Cruz, de la comunidad Cerro del Aire. El 8 de abril
de 1995, entraron judiciales y soldados quitándoles sus machetes
y herramientas de trabajo a los señores Eulogio Cruz, Pablo Carmona
y Arturo Chávez, además de detenerlos y acusarlos de ser
zapatistas. Al mes siguiente, el cuatro de mayo, fue asesinado el señor
Honorato Vásquez, agente municipal de la misma comunidad.
El 22 de noviembre, unas quinientas personas de las comunidades
afectadas, con el apoyo de varias más, pararon los camiones madereros
a la altura de Cerro del Aire, demandando la suspensión inmediata
de la tala del bosque, pago de los daños causados a terrenos y plantíos,
entrega a la comunidad del cuarenta por ciento de la venta del producto,
reparación de la carretera dañada por la empresa maderera
y reforestación de la zona afectada. Esta medida de las comunidades
afectadas provocó que de inmediato las autoridades municipales de
Santa Lucía Teotepec y la empresa se presentaran en el lugar a negociar
con los inconformes.
Un primer problema para el diálogo fue que la
empresa y las autoridades municipales coludidas con ella no aceptaron negociar
con la comisión nombrada por las comunidades inconformes, sino sólo
con autoridades incondicionales a ella. No hubo acuerdo. Al día
siguiente las pláticas se trasladaron a la cabecera municipal de
Santos Reyes Nopala. La em-presa y las autoridades sólo aceptaban
entregar el 15% de la producción, lo cual obligó a la comisión
negociadora de las comunidades a llevar la propuesta a consulta de sus
compañeros. En la reunión, realizada la noche de ese mismo
día se rechazó la propuesta. Se hizo responsables a los representantes
de la empresa y las autoridades municipales que la apoyan, de cualquier
agresión que pudieran sufrir las personas que participaban en la
lucha por sus derechos.
El 24 de noviembre el ejército federal --que se
encontraba en la re-gión con el argumento de apoyar a las víctimas
de los temblores y las lluvias que azotaron al estado-- inició operativos
intimidatorios en varias comunidades, mismos que continuaron al día
siguiente, apoyados por la policía judicial que en noviembre estableciera
un destacamento permanente en la cabecera municipal. Ese mismo día,
la empresa dio un giro en las negociaciones que se celebraron en el municipio
de Santos Reyes Nopala, declarando que el problema era una desaveniencia
entre comunidades. Su posición fue apoyada por las autoridades municipales
que firmaron un "acuerdo" entre partes. Los puntos medulares eran que la
agencia de Santa Lucía Teotepec se comprometía a aportar
el 40% del monto total de la venta de madera a la agencia de Cerro del
Aire en un plazo de 25 días, tiempo en el que se culminaría
con el convenio de trabajo; la agencia de Santa Lucía Teotepec acordaba
suspender la venta de madera, como recurso natural que corresponde a ambas
agencias en un lapso de veinte días y la empresa se comprometía
a indemnizar a los comuneros afectados en sus parcelas y a reforestar el
perímetro total del bosque talado. En otras palabras, la empresa
se desentendía de un problema que ella misma había creado
y echaba a pelear a las comunidades.
La empresa no cumplió la parte de las indemnizaciones
y la reforestación. Muy por el contrario, continuó talando
bosques. Eso obligó a los afectados a buscar el apoyo de la sociedad
y el 2 de diciembre del año pasado se solicitó la intervención
de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, a raíz de la
em-boscada que se tendió el día 28 contra una comisión
de las comunidades afectadas. El caso se denunció también
en la Comisión Estatal de Derechos Humanos, pero tampoco ha dado
una respuesta favorable a los afectados.
El asunto se agravó al comienzo de este año
porque las autoridades municipales se niegan a reconocer a las autoridades
comunitarias electas por usos y costumbres, según lo dispone la
Ley de Derechos de los Pueblos y Comunidades Indígenas del Estado
de Oaxaca. El señor Rufino Mendoza Cortés, de la comunidad
de Cerro del Aire, agente municipal electo el 3 diciembre para el presente
año, no ha podido asumir el cargo porque el ex agente municipal,
Gregorio Velasco Carmona, en contubernio con el delegado de gobierno de
ese distrito, violentaron la elección convocando a otra para el
6 de diciembre. Como nadie acudió porque ya habían electo
a sus autoridades, después de cuatro convocatorias sin respuesta
decidieron prorrogar el mandato del ex agente municipal.
En una carta pública firmada por el director general
de la empresa y publicada el 27 de diciembre del año pasado en el
diario La Jornada, la empresa fijó su posición sobre
el problema. Entre otras cosas, dijo que el paro de los camiones del 22
de octubre ocurrió porque "Cerro del Aire quería presionar
a Santa Lucía Teotepec para que les diesen 40 por ciento del importe
de la madera vendida a la empresa Tachapuesa. Después de una reunión
en la que intervino el municipio de Santos Reyes Nopala como mediador,
se llegó a un acuerdo de aceptar dicho porcentaje" Lo anterior es
completamente falso. Lo que Cerro del Aire y otras comunidades buscaban
lo expresaron en los cinco puntos anotados con anterioridad. Las autoridades
municipales no intervinieron como mediadoras sino como parte. Y si era
un conflicto intercomunitario ¿qué andaba haciendo la empresa?
¿qué hace ella explicando cómo sucedieron los hechos?
También expresó que la explotación
forestal la han hecho "respetando las leyes y normativas forestales; todos
los contratos, marqueos y aprovechamientos son controlados y supervisados
por Semarnap y la Dirección de Ecología del Estado". Esta
afirmación es igualmente falsa. La legislación forestal exige
tratar con los ejidatarios o comuneros propietarios de los bosques y la
empresa no lo hizo; tampoco han mostrado sus estudios de impacto ambiental
ni el Plan de Manejo Forestal, en lo cual también tienen su responsabilidad
las autoridades federales correspondientes. Lo más grave es que
no se ha tomado en cuenta el derecho de los pueblos indígenas, contenido
en el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo,
de que sean ellos mismos quienes utilicen, administren y conserven los
recursos naturales existentes en sus tierras. En conclusión, se
han violado en perjuicio de las comunidades del pueblo chatino las leyes
Forestal y de Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente,
sus respectivos reglamentos y el Convenio 169 de la oit sobre pueblos indígenas
y tribales en países independientes.
En la región se vive una falsa calma. La empresa
maderera ha dejado de cortar madera pero no es claro si esa suspensión
de actividades es temporal o permanente.
La autoridad municipal electa de Cerro del Aire no ha
podido tomar pose-sión porque se lo impiden los caciques y las autoridades
del gobierno estatal. Los pobladores viven en constante inseguridad. Recordando
viejos tiempos temen que las cosas se agudicen y la sangre llegue al río.
Mientras esto sucede el procurador de Asuntos Indígenas,
a quien la ley obliga a velar por el respeto de los derechos indígenas,
se preocupa más por conseguir una diputación federal que
por cumplir sus obligaciones.
Lo dicho, para los funcionarios de Oaxaca ha pasado de
moda hablar de derechos indígenas.