VIII ENCUENTRO DE FEMINISTAS LATINOAMERICANAS Y DEL CARIBE De las utopías puño en alto al "cambio" desmovilizador |
Bolshia Bravo
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Durante 5 días del 21 al 26 de noviembre de 1999, mas de 1000 mujeres se reunieron para participar en el VIII encuentro de feministas de América Latina y del Caribe que se llevó a cabo en Santo Domingo, en las playas de Juan Dolio. Signos distintivos de este encuentro: la diversidad, la solidaridad, la desorganización, la desmovilización, el feminismo, la alegría y la decepción de aquellas que participaron. Son las 16.40hrs., aeropuerto de Santo Domingo, salgo buscando alguien de la comisión organizadora del encuentro, me dijeron que estarían esperándome, no encuentro a nadie. Llego al hotel cuyo nombre está en la convocatoria, la acogida no es la mejor, mi nombre no está en la lista de reservaciones, decidida a no pasar la noche en la playa insisto para que me den una pieza. Al día siguiente frente a la ventanilla donde están las responsables del alojamiento, me dicen que tengo que trasladarme a otro hotel, buscan mi nombre en las reservaciones de los hoteles, no estoy en ninguna lista. Salgo y veo muchas mujeres que están casi durmiendo en la calle esperando que las lleven a un hotel. Veo que no soy la única que ha pagado la inscripción y el hotel y que se encuentra en esta situación, ¡por fin! a las 3 de la mañana acceden a dejarme en la pieza donde estoy. La organización no es la mejor, pero esto no desanima a muchas mujeres que como yo asistimos al encuentro para discutir, intercambiar, redescubrir entre nosotras puntos comunes y sacar fuerzas para continuar la lucha. Se dieron cita: militantes feministas, lesbianas feministas, mujeres trabajando en proyectos para mujeres en ONGs, mujeres participando en órganos de poder político, mujeres pertenecientes a organizaciones de mujeres, sindicalistas, latinoamericanas de la diáspora en Europa, europeas ligadas al movimiento feminista latinoamericano, representantes de partidos políticos y representantes de financiadoras de proyectos de y para mujeres. Se fijaron 3 ejes de discusión : "El feminismo frente a los viejos y nuevos modelos de dominación", "El feminismo como movimiento social" y "Perspectivas del feminismo latinoamericano" se discutieron estos temas en los talleres programados para el efecto. El programa alternativo ofrecía de 5 a 8:30 pm., 57 talleres con variedad de temáticas. Hubieron dos plenarias donde se leyeron las conclusiones de los diferentes grupos de trabajo. Si bien la solidaridad de las mujeres entre si, la conciencia de su opresión común, son aspectos que constituyen la fuerza del movimiento, los otros son ciertamente la orientación política, su capacidad de emprender batallas que ataquen a los mismos fundamentos de la opresión, ligar su lucha a la del conjunto de las clases desposeídas. Constatamos que una parte del movimiento feminista, para no tratar estos temas se ha dotado de nuevos términos: así al proyecto político se le llama "agenda", en lugar de hablar de las divergencias políticas fundamentales que existen al interior del movimiento feminista y de confrontarlas en una discusión de principios y de planteamiento político, se habla de la "unidad en la diversidad". Estos cambios expresan un temor a lo político. Esta nueva terminología vacía de contenido político se vuelve desmovilizadora. Estos términos son utilizados desde perspectivas muy diferentes por las mujeres. Para algunas la "agenda" debe encarar la lucha contra el capitalismo neo-liberal, para otras la lucha contra el patriarcado y el capitalismo, para otras como es el caso de la diputada boliviana del MNR 1 debe contener la aplicación de las medidas de ajuste estructural como "medidas revolucionarias". ¿cómo funciona aquí la unidad en la diversidad? sobre todo cuando constatamos el divorcio que existe entre el discurso de algunas feministas actuando desde órganos de poder y las mujeres de las organizaciones de base o de movimientos autónomos. Así las unas hablan de la agenda del cambio que es la agenda del consenso, la agenda de la negociación con los gobiernos de turno, las otras de los desafíos que debe lanzar el feminismo, de los cambios estructurales, de la lucha contra el neoliberalismo, del trabajo conjunto del movimiento feminista con organizaciones de base, como la sindicalista argentina que mostraba cuan importante es que el feminismo establezca lazos con el movimiento sindical o las "Mujeres Revolucionarias de México" que en la manifestación contra la violencia hacia la mujer(violencia doméstica) tenían un cartel contra la privatización donde también podíamos leer: Pobreza es también violencia. Contrariamente al encuentro de Cartagena en 1996 que había desembocado en la discusión entre feministas institucionalistas (trabajando en las políticas de género en organismos de gobierno o desde las ONG's) y feministas autónomas (que están en contra de la cooptación del movimiento por lo que ellas llaman la tecnocracia de género y plantean el feminismo como acción política transformadora) , este encuentro de 1999 no a llegado a suscitar discusiones importantes ni a terminado en un proyecto concreto movilizador. Vemos que la crisis política que caracteriza nuestra época y que repercute en los partidos de izquierda, en las organizaciones de base, toca también el movimiento feminista. Sin embargo ,dos reivindicaciones esenciales emanaron de las haitianas para el próximo encuentro. Redefinir lo que es el feminismo y elaborar un planteamiento político de cambio social. La expresión de la visión de estas mujeres que entienden ser actoras de un cambio social, es el reflejo del dilema que ha impregnado las reflexiones de las asistentes al encuentro, frenadas por el "realismo político" de algunas corrientes del feminismo. Era la segunda vez que desde la diáspora latinoamericana en Europa asistíamos a un encuentro feminista latinoamericano, regresamos, con la visión de un feminismo latinoamericano que navega en aguas turbulentas en un barco sin vela. Estamos asistiendo en nuestro continente a una ola de explosiones sociales, donde las manifestaciones, las crucifixiones, las huelgas de hambre, las marchas de protesta y la represión policial y militar a las mismas están a la orden del día. Hemos visto que no hay ninguna ilusión que podamos hacernos a propósito de los programas económicos impuestos por la BM y el FMI. En consecuencia no nos podemos permitir reunir alrededor de 1000 mujeres sin que los debates toquen la realidad socio-política y económica de nuestro continente. Esperamos que en la discusión que proponen las haitianas, el movimiento autónomo y las organizaciones de base, el feminismo latinoamericano encuentre su camino : amplio, diverso, rebelde, como dice la convocatoria y al lado de las(os) explotadas(os).
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