Alaíde
Foppa, poeta, feminista, cofundadora de la revista fem,
creadora del programa Foro de la Mujer en Radio Universidad, luchadora
por los derechos humanos, desapareció en Guatemala el 19 de diciembre
de 1980. El auto en el que viajaba fue interceptado, en la ciudad de
Guatemala, en pleno centro, por policías del G2 del ejército de ese
país. Pese a mítines frente a las embajadas guatemaltecas, recitales
de protesta, desplegados firmados entonces por miles de personas -incluyendo
a Simone de Beauvoir, Giselle Halimi, Susan Sontag, Kate Millett entre
otras y otros- pidiendo por su aparición con vida, nunca apareció.
Ahora, cuando Guatemala camina con paso incierto hacia alguna también
incierta democracia, un homenaje a Alaíde -que ya en 1967 figuraba en
la lista de las organizaciones anticomunistas guatemaltecas entre los
"peligrosos archicomunistas y antipatrias rojos" como una de aquellos
a quienes había que "acabar en sus madrigueras"*- no puede incluir sólo
una semblanza que rememore su vida y su obra -misma que las lectoras
(es) encontrarán en nuestra versión en internet- sino una exigencia
por que se esclarezca qué ocurrió con ella, ya que los generales a los
que debe responsabilizarse por su desaparición, como la de millares
más de guatemaltecos, permanecen impunes.
¿En qué democracia podemos creer las feministas, si estas se construyen
para dejar sin castigo crímenes como la desaparición de Alaíde Foppa,
la tierra arrasada y las masacres contra indígenas cometidas por el
ejército guatemalteco con la complicidad de la CIA estadounidense que
entrenaba y financiaba a los gorilas que secuestraban, torturaban y
asesinaban, una "democracia" en la que persiste el apartheid contra
la población indígena, mayoritaria en Guatemala, y se consolida la exclusión
por la miseria, la opresión, la injusticia en la posmodernidad del libre
comercio global y de los mercadotécnicos lenguajes para conseguir votos?
A Alaíde la extrañamos por lo que hizo en su vida, por lo que necesitamos
¡tanto! que se siga haciendo, por lo que nos dio, nos enseñó y nos mostró.
A este mundo siniestro y confuso le hace falta Alaíde viva y con nosotras.
Pero además, su desaparición impune nos recuerda que su sueño, el nuestro,
está pendiente, porque no olvidamos que Alaíde dedicó los últimos programas
que hizo del Foro de la Mujer a entrevistar a indígenas quichés que
denunciaron las violaciones y torturas a que las sometían los militares
para obligarlas a revelar el paradero de los guerrilleros.
Ahora sus verdugos se pasean tranquilos y hasta son líderes de estas
democracias de desgracia. No era esta la democracia por la que luchó
Alaíde y sus hijos Juan Pablo y Mario, quienes combatieron en la guerrilla
guatemalteca y por ello fueron también asesinados por el ejército guatemalteco.
Justicia es el cimiento: social, sexual, económico, político...las elecciones
por sí solas no construyen una real democracia. No olvidar que Alaíde
no murió sino que fue desaparecida, su posible asesinato está impune,
exigir, exigir y seguir exigiendo verdad y justicia es parte de nuestro
homenaje a Alaíde Foppa.
* Apéndice
16 de Guatemala: Memoria del Silencio, reporte de la Comisión para el
Esclarecimiento Histórico.
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