Carlos Martínez García
Impunidad y derechos humanos
Más tardó Mary Robinson, titular del Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, en salir de nuestro país que el ombudsman José Luis Soberanes en brindarle a la opinión pública una nueva frase, digna de Por mi madre bohemios: La impunidad en México "no es tan grave". El presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos habló más como funcionario gubernamental, preocupado porque la imagen de la nación no se deteriore en la comunidad internacional, e hizo a un lado la que debe ser su principal preocupación, que consiste en combatir denodadamente los ataques desde el poder a las libertades y garantías de los ciudadano(a)s mexicanos.
En el particular gravemómetro (me imagino que en la CNDH han de tener un instrumento similar) de Soberanes, la impunidad en México existe pero no debiera causar tanta alarma en las organizaciones civiles que la denuncian. Ante tal consideración, uno se pregunta si al jurista le explicaron bien en qué consistía su nuevo trabajo. Porque si de defender los derechos humanos se trata, no cabe duda que una de las tareas urgentes es la de organizar todos los esfuerzos para disminuir y aislar de manera creciente la impunidad que cobija a los perpetradores de atrocidades en contra de la población civil. Es una ofensa a las víctimas de la impunidad decir, como lo dijo José Luis Soberanes, que la misma no es tan grave. Se supone que la cabeza de la CNDH está para ser un valladar contra los ataques a los derechos humanos de las personas, pero relajando su concepción de qué tanta impunidad existe en México no es como contribuye a controlar mejor el flagelo de los abusos del poder que cobra miles de víctimas en el país.
Declaraciones y exhortos como los que hizo Mary Robinson al gobierno mexicano, en el sentido de que existen condiciones que permiten la impunidad, debieron ser retomados con vigor por Soberanes. Qué mejor oportunidad para demostrar a sus críticos la independencia de la CNDH, su preocupación por ser salvaguarda de las garantías constitucionales y de los compromisos internacionales de México en el terreno de los derechos humanos. Pero no, el ombudsman prefirió minimizar las consideraciones de la funcionaria de la ONU y se comportó como integrante del equipo de Rosario Green, secretaria de Relaciones Exteriores, quien cabildeó intensamente para que los juicios emitidos por Mary Robinson fueran aligerados en los medios mexicanos.
Como los anteriores presidentes de la CNDH, José Luis Soberanes tiene antecedentes que lo muestran demasiado cercano al gobierno. Su nombramiento volvió a poner como tema de discusión la necesidad de que la dirección de la Comisión Nacional de Derechos Humanos recaiga en personajes cuya trayectoria en la defensoría de las personas sea reconocida en el medio de las organizaciones dedicadas a combatir la impunidad. Soberanes no posee esa trayectoria, y es una de las causas que explican sus intentos por hacerle contrapesos a las duras palabras de Mary Robinson. Mientras la Comisionada de la ONU recomendó disminuir la presencia militar en Chiapas y la creación de un órgano independiente que supervise los excesos dentro Ejército, por su parte Soberanes afirmó que eso "no tiene sentido" (nota de Susana González, La Jornada, 30/11), puesto que ya existe la CNDH. Sí, pero nada más que ésta comisión tiene vedado incursionar en los asuntos militares, lo que vulnera la independencia y fortaleza de una CNDH, primordialmente orientada a defender las garantías individuales de todos(a)s los mexicanos.
Un asunto que se ha tocado, pero no con la necesaria profundidad, en las filias de José Luis Soberanes tiene que ver con su pretendida pertenencia al Opus Dei. Este organismo católico, fundado en 1928 por José María Escriva de Balaguer, tiene ramificaciones internacionales y es conocido por su fidelidad a la ortodoxia católico romana. El Opus Dei practica una opción en el sentido opuesto de quienes se identifican con la Teología de la Liberación. Los opudeístas son férreos practicantes de la opción preferencial por los ricos, por eso dedican buena parte de sus esfuerzos a la creación de instituciones educativas orientadas a las capas económicamente más pudientes de la sociedad.
Cuando los reporteros le han preguntado a José Luis Soberanes acerca de sus vínculos con el Opus Dei, él no los ha negado, sino que ha preferido salir con una gracejada al decir que sólo pertenece "a los pumas". Dado que entre los derechos humanos se encuentra el de profesar y difundir la creencia religiosa (o no creencia) que las personas elijan, va ser interesante cómo alguien identificado con los postulados católicos conservadores va a encarar las múltiples denuncias que hay en la CNDH sobre violación a la libertad de cultos. Las violaciones provienen, casi exclusivamente, de celosos guardianes de las conciencias de las personas y partidarios del monolitismo cultural.