La Jornada miércoles 1 de diciembre de 1999

Arnoldo Kraus
ƑQué más dirá Robinson de México?

Apenas hace dos días, José Saramago, premio Nobel de Literatura, comentó que "decir algo que molesta al gobierno, es un sino cuando estoy en México". Y agregó: "La no guerra de Chiapas es una guerra". Semanas atrás, Asma Jahangir, la relatora sobre Ejecuciones Extrajudiciales y Desapariciones Forzosas, oficina que depende del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, señaló que la impunidad estaba relacionada con la influencia económica o política. Su conclusión fue obvia: para quienes no pertenecen a la elite del poder el acceso a la justicia es papel.

Ahora, por fortuna, nos visitó, Mary Robinson, la alta comisionada de la ONU para los Derechos Humanos. Aun cuando era imposible, tanto por tiempo como por la sofisticada filosofía que ejerce nuestro gobierno, y que, en un intento de simplificación, puede resumirse como "los trapos sucios se lavan en casa", Robinson ni vio todo, ni oyó todo, ni se enteró de todo. Pero sí palpó suficiente y así lo expresó.

Ninguno de los tres ilustres visitantes es enemigo del país o profesa alguna rivalidad contra nuestra cultura o historia. Son ojos neutros cuyas palabras dicen lo que han visto o escuchado. No se les puede acusar de sesgo, malas intenciones o arbitrariedad. Sus opiniones, acarreadas por doquier, revelan la imagen de un país muy pisoteado, muy chueco y muy diferente al que se vende en las ferias del TLC, o al que explican nuestros ministros, cuando al interior se vanaglorian de los avances de la nación.

Hay verdades y hay "otras verdades". Un país que ocupa repetidamente los primeros lugares en el mundo en el arte de la corrupción, en donde la impunidad es casi constitucional y en donde el número y la dureza de la pobreza se incrementan (casi) geométricamente, da pie a muchos atropellos. El "poder del poder" es el resultado de la suma previa. Ese poder ilimitado, sordo y ciego, y que no admite censores, es terreno fértil y natural para que los derechos humanos sean violados y mancillados. Casi por contagio, casi porque es parte de la naturaleza en estas latitudes tercermundistas.

A Mary Robinson se le habló de tortura, sobre las muertes de migrantes mexicanos en la frontera norte, sobre la situación en Chiapas y los retenes militares que ahí pululan, acerca de los indígenas y los resultados de la militarización en Oaxaca, Guerrero y, por supuesto, Chiapas. Tiempo atrás, diversas organizaciones no gubernamentales denunciaron en diversos foros la situación de los indígenas, la impunidad castrense, la presencia creciente de militares en diversos puntos del país, las amenazas contra defensores de los derechos humanos o contra periodistas, y otros temas relacionados.

En este tinglado se desarrolló la visita de la alta comisionada. Algunas de sus primeras impresiones fueron recogidas por los diarios: "Serio, el problema de violaciones en México", "Llama Robinson a frenar impunidad de paramilitares", "Reforzar la defensa de derechos, pide Robinson a México", "Hay serios problemas que obligan a cambiar leyes en México", "Me inquietan la militarización e impunidad en Chiapas". Huelga decir que el resto de sus comentarios fueron similares. Será interesante saber la respuesta de nuestros jerarcas cuando la ONU emita su informe final.

Las opiniones de Saramago ųa quien, por cierto, en esta ocasión no le sugirió ninguna fuente gubernamental que no se entrometa en los asuntos del paísų, Jahangir y Robinson mostrarán otra de las caras de nuestro país. La filosofía del avestruz ųversión natural de "los trapos sucios se lavan en casa"ų, poco ha servido para construir al país, y mucho ha contribuido para crear una forma de poder inimaginable para cualquier librepensador. Las opiniones de los aludidos sirven y servirán, tanto a nivel nacional como internacional, para mostrarnos con la piel abierta.

Bien decía Paul Valéry cuando afirmaba que "la piel humana separa al mundo en dos espacios. El lado del color y el lado del dolor". ƑQué dirá el informe Robinson sobre las dos pieles mexicanas? ƑQué lugar en la escala de países violadores de los derechos humanos ocupará el nuestro? Las dos caras de nuestra envoltura ni pueden, ni deben esconderse más. La esperanza, aun cuando sea mínima, dependerá de la presión que ejerzan sobre nuestro gobierno, la ONU, otros organismos internacionales o países "fuertemente" vinculados con el nuestro. Suficientes lecciones nos ha ofrecido el correr de la historia mexicana, pero, hasta ahora, no han existido las instancias que frenen las violaciones a los derechos humanos. Quizá nuestra ineptitud para hacer de este país una nación más justa mengüe un tanto gracias a la visita de Mary Robinson.