La Jornada miércoles 1 de diciembre de 1999

Hortensia Bussi
México, mi segunda patria*

Hace 27 años visité por primera vez esta universidad, acompañando a Salvador Allende, por invitación del presidente de México de entonces, el licenciado Luis Echeverría Alvarez. Aún resuenan en mi memoria los cálidos aplausos de los estudiantes y trabajadores de la Universidad de Guadalajara para el mandatario de un remoto país llamado Chile, un socialista que había llegado al poder por la vía democrática y que luchaba arduamente por realizar el programa que prometiera a su pueblo.

Muchas cosas han pasado desde entonces: Salvador Allende ya no está entre nosotros. Murió en La Moneda defendiendo sus ideales y el derecho de su pueblo a construir su propio destino. Un golpe militar y 17 años de una cruel dictadura, fue el precio que debió pagar nuestro pueblo por la osadía de soñar.

Los rigores del exilio que debieron sufrir mi familia y miles de chilenos, fueron atemperados por la solidaridad y el calor humano de hombres y mujeres de este hermoso país, al que aprendí a querer al punto de que se transformó en mi segunda patria.

Desde mucho antes de vivir mi exilio en este México, que ahora siento mío, lo asociaba con los nobles sentimientos de fraternidad y amistad que el pueblo chileno, y el gobierno de Allende, conocieron muy de cerca y en forma muy tangible.

Ni el pueblo de Chile ni la familia Allende, olvidaremos la activa y permanente solidaridad de México y su gobierno con la experiencia de la Unidad Popular. Cuando éramos cercados por una ofensiva internacional implacable, México se alzó para darnos apoyo político, afecto y ayuda material. Y cuando la acción combinada de las fuerzas más retrógradas provocó el derrocamiento del gobierno democrático chileno, la actitud de México, de sus ciudadanos y de sus autoridades políticas, resultaron ejemplares. No puedo olvidar la dignísima y valiente actitud del embajador de México, Gonzalo Martínez Corbalá, hacia tantos compatriotas y hacia nuestra familia. Con su actitud, salvó muchas vidas y por ello le guardaremos a él y a su pueblo una gratitud perenne. Ninguno de los miles de chilenos que encontramos el asilo y la hospitalidad generosa de México, en la hora dura del exilio, podremos olvidar la deuda inmensa que tenemos con esta tierra, que nos acogió y nos brindó libertad, protección y sustento para nosotros y nuestros hijos y nietos.

Pero la historia no se detuvo durante estos años. En nuestra América Latina cayeron, una a una, las dictaduras militares que con una coordinación nada de casual, asolaron la región en la década de los setenta. Cayeron derribados también, los muros que aislaban a otros pueblos de la libertad y la democracia. Con gran satisfacción y alegría puedo decirles que, a su vez, Chile recuperó la democracia, y que a tan sólo diez años del fin de la dictadura militar, mi país se apresta a elegir en pocos días más a un hombre de izquierda ųun socialista de nuestro tiempoų como nuevo Presidente de Chile. El es Ricardo Lagos, y tendrá la misión principal de profundizar nuestra democracia, todavía limitada por los enclaves autoritarios del pasado.

El nuevo reconocimiento que hacen ustedes a Chile, al elegirlo como invitado de honor de esta decimotercera Feria Internacional del Libro de Guadalajara, y que es el motivo originario de mi visita, es la mejor demostración de la magnífica forma como el pueblo mexicano entiende la amistad. Una amistad con mayúsculas, que se da de una vez y para siempre, sólida, inconmovible y duradera. šY qué decir de este acto tan generoso hacia mi persona, que no olvidaré jamás!

Regreso a Guadalajara, a esta querida y recordaba Universidad, cargada de recuerdos y emociones, en compañía de artistas, escritores, pintores, músicos, directores de cine, editores y periodistas, para decirles que no los he olvidado ni por un instante, que recuerdo con un cariño no exento de nostalgia a este México profundo, insondable, misterioso, mixtura de culturas ancestrales y de razas originarias, en donde se combinan tradición y modernidad, aromas y colores, historia y lugares, para configurar un valioso patrimonio cultural que es admirado en el mundo entero.

No podía faltar a esta cita con la cultura, en la que sólo el entrañable cariño del pueblo mexicano con Chile puede explicar este honor tan grande. Nuestra delegación cultural vino presidida por la esposa del presidente de Chile, Marta Larraechea de Frei, quien ha querido expresar con su presencia, el reconocimiento y la valoración nuestros a este gesto de los organizadores de esta feria y del propio pueblo mexicano.

Este selecto conjunto de trabajadores de la cultura viene en representación de lo mejor de mi país, y está constituido por valiosos hombres y mujeres que, con esfuerzo y sacrificios, trabajan día a día por preservar nuestra identidad y acrecentar nuestro patrimonio cultural en un mundo crecientemente dominado por la fría y deshumanizada lógica del mercado, en donde todo se transa, se compra y se vende al mejor postor.

Los artistas y los creadores, los hombres y mujeres de la cultura, son por definición rebeldes y contestatarios en contra de esa lógica cruel, que siempre posterga lo importante por lo urgente y tiende a considerar la cultura como un elemento suntuario, reservado a quienes pueden financiarla.

Nuestro país, al igual que la mayoría de las naciones pobres y no pocos países desarrollados, tiene una deuda urgente con la cultura que, tal como lo dijera el español Gabriel Celaya, no puede ser, sin pecado, un adorno.

Al igual que el trabajo, el pan y la salud, la cultura es una necesidad vital del ser humano, y requerimos de una activa política cultural con idéntica prioridad que políticas sociales urgentes, porque estoy convencida de que la cultura es igual de indispensable para el desarrollo integral del ser humano.

Así como Chile requiere de más escuelas y liceos, viviendas y hospitales, carreteras y puertos, necesita también de más teatros, salas de cine, editoriales, bibliotecas, museos y espacios abiertos en donde todos puedan tener acceso a la cultura, sin barreras económicas. Si la cultura debe regirse por las frías leyes del mercado, quizá haya llegado la hora de reorientar recursos del Estado a subsidiar la demanda, pero también a invertir en infraestructura cultural, permitiendo el acceso democrático a ella.

La cultura es el único camino para construir un país en el que la diversidad constituya un valor y en donde reine la tolerancia, se elimine la censura y se estimule la creatividad. Para Chile, es la vía más consistente para erradicar definitivamente los resabios de autoritarismo, e impedir cualquier asomo de intervencionismo cultural profundizando, de este modo, la libertad para pensar distinto, para crear, expresar y proponer.

Queridos amigos, quiero pedirles excusas por estas disquisiciones, que no tienen otra intención que remarcar mi compromiso con la cultura y expresar mi alegría de volver, una vez más, a esta querida tierra mexicana, a ésta para mí, inolvidable Universidad de Guadalajara, en una ocasión tan grata de encuentro de la cultura de Chile con la milenaria cultura de México.

Es una feliz coincidencia encontrarme con Raúl Padilla López, a quien recuerdo como joven y lúcido dirigente estudiantil, luego, como rector de la Universidad de Guadalajara, y a quien encuentro hoy convertido en el presidente de esta feria, una de las más importantes del mundo. Su inclaudicable actitud solidaria hacia los luchadores latinoamericanos por la democracia y, en particular, hacia tantos chilenos que, gracias a él, encontraron en esta ciudad un lugar acogedor donde ver crecer a sus hijos, merece también una mención agradecida de mi parte, la cual me complace hacer en este acto como un deber de justicia.

Reitero que es para mí un honor ser recibida en la Universidad de Guadalajara, en forma tan solemne y afectuosa, junto a los creadores e intelectuales de mi patria. Agradezco una vez más a las autoridades de Jalisco, de Guadalajara, de su universidad, y de la FIL, la deferencia que han tenido al designar a Chile, como invitado de honor a esta última versión del siglo de la esta feria.

Aprovecho también esta oportunidad, para agradecer la invitación que me permitió estar hoy en Guadalajara a ese polo de desarrollo cultural chileno conformado por el Fondo de Cultura Económica, la editorial LOM y la revista Rocinante, que dirige mi amiga Faride Zerán.

Gracias sobre todo a México, por este acto inolvidable y por evocar a Salvador Allende y su discurso en esta universidad. El defendió con fervor el compromiso de los universitarios, con los problemas sociales de sus pueblos, y ese compromiso sigue siendo tan vigente e indispensable como entonces. Estoy convencida de que el anhelo libertario, democrático, creativo y solidario que ha hermanado las luchas de los latinoamericanos y, en especial, de mexicanos y chilenos, se continuará expresando en el próximo milenio.

Muchas gracias y šviva México!

 

* Palabras de Hortensia Bussi viuda de Allende pronunciadas ayer en el auditorio Salvador Allende de la UdeG