Ť Comentaron libro sobre el actor y realizador


La de Carlos Villatoro fue una vida dedicada a crear cine

Ť Investigación de Federico Dávalos y Esperanza Vázquez

Raquel Peguero Ť Para Carlos Villatoro ''la vida no era de película, pero hacer cine era su vida", aseguran Federico Dávalos Orozco y Esperanza Vázquez Bernal, quienes realizaron una extensa investigación acerca de este actor, argumentista, anotador, asistente de director, que comenzó sus pininos en el cine mudo y continuó en la industria como uno de sus más fervientes hacedores, y cuya obra relatan en el libro Carlos Villatoro, paisajes en la vida de un hombre de cine, que fue presentado ayer en la Filmoteca de la UNAM.

Su arribo a la pantalla fue un tanto circunstancial. Villatoro llegó en un papel estelar que le propuso Gabriel García Moreno para la película El buitre (1925). Al año siguiente lo invitó a una nueva aventura, que sería la primera de tres cintas filmadas en Orizaba: Misterio, El tren fantasma y El puño de hierro (estas dos últimas del 27), que le abrieron las puertas a la naciente industria que se forjaba en la capital de la República. En ellas, señala Vázquez Bernal en el prólogo del libro, ''destacaba entre las espléndidas actuaciones de todo el elenco, la de un apuesto actor de facciones finas y varoniles, mirada inquietante e impecable presencia, que hacia recordar los galanes hollywoodenses de la época". Y que lo mismo se le veía ''montando un caballo, saltando bardas que rescatando a una anciano a punto de ser arrollado por una locomotora, sin perder su apostura".

Labor recuperada

Dávalos lamenta que ''el extraordinario trabajo actoral de Villatoro no haya trascendido lo suficiente por las precarias circunstancias del cine nacional de entonces", pues su labor se perdió como la mayor parte de la producción de la época y fue recuperada, aseguran, ''gracias a la Filmoteca de la UNAM y al tesón de la nieta del actor, Marcela Luna Villatoro", que reunió un acervo documental del cine mudo hasta principios de los años sesenta. De este archivo aprovecharon para su libro los stills, fotos de rodaje, rollos, fragmentos y fotogramas, volantes, recortes de prensa, guiones, documentos y correspondencia personales.

Una de las aportaciones de este acervo, subrayan, es un rollo de Misterio; otro aporte, resultado de la investigación, fue poder reconstruir de manera aproximada la película Judas (Manuel R. Ojeda, 1936) mediante stills que Villatoro, su protagonista, con cuidado ordenó y anotó.

El libro tiene anécdotas poco conocidas sobre el cine de la época y narra cómo Villatoro tuvo uno de los roles más importantes en Luponini, primer filme de gangsters de nuestra cinematografía; luego atestiguó la llegada a la pantalla grande de Mario Moreno Cantinflas en No te engañes corazón (Miguel Contreras Torres, 1936), y compartió créditos con María Félix en La mujer sin alma (Fernando de Fuentes, 1943), última participación del actor.

Su tarea como director se dio en cortometrajes que no se conocen del todo y fue argumentista de Quinto patio (Raphael J. Sevilla, 1950) y Los dineros del diablo (Alejandro Galindo, 1952).