n Comentaron Casa nómada, premio Aguascalientes
La poesía es mi manera de averiguar, dice Malva Flores
n Nos hace penetrar en la emoción de ser, existir y pasar, dijo Castro
Yanireth Israde n El amor era un tema al que rehuía la poeta Malva Flores. Lo consideraba riesgoso, latente siempre el peligro de despeñarse en lo cursi. Finalmente escribió de él en un largo, sobrio y conmovedor texto que le valió el Premio de Poesía Aguascalientes 1999.
Sorpresa fue lo primero que le provocó la noticia, porque Casa nómada, su trabajo galardonado, nació como un regalo que la narradora confeccionó para un amadísimo ser. El amor, ciertamente, se le nota en los ojos, diríase que la ''delata" su mirada cuando permanece callada, atenta, pendiente de los comentarios elogiosos que hacen de su obra Dolores Castro, Hugo Gutiérrez Vega y Antonio Deltoro (miembros del jurado del premio), además de Víctor Sandoval y Eduardo Hurtado, la noche del miércoles en la Casa de Poeta, donde se presentó su poemario bajo el sello de Joaquín Mortiz.
Los comentaristas destacaron la estructura de Casa nómada, la notable precisión de las imágenes, la musicalidad de su texto y su capacidad para ubicarse más allá del género: ''Este poema se sale de lo que consideramos poesía femenina; si lo leemos notamos que posiblemente esté escrito por una mujer, pero es un libro de poesía que escapa de las definiciones de género a las que estamos habituados", dijo Deltoro.
Universo afectivo e inteligente
''Para mí la poesía es la manera que tengo de expresarme y decir lo que siento. Es mi forma de averiguar. La considero un trabajo de investigación permanente y me gusta indagar dentro del lenguaje qué posibilidades existen para que yo diga lo que quiero decir", dijo la poeta, después de repartir autógrafos y recibir felicitaciones.
''Casa Nómada es un premio Aguascalientes justamente otorgado", consideró Castro. ''Nos deslumbran tanto las imágenes, como el hilo conductor de su poesía que va uniendo versos y poemas con la cadencia de lo emotivo, con la astucia de la inteligencia que cautiva y arrastra hasta hacernos penetrar en esa casa nómada y en la emoción de ser, existir y pasar."
Deltoro se refirió a su estructura unitaria. ''No es un poema de poemas. No se puede leer parcialmente. Requiere de una lectura completa, de principio a fin (...) uno va encontrando un universo complejo, afectivo e inteligente".
En Casa nómada, ''concepto donde desaparece la división entre interior e intemperie", la costumbre permite que renazca el amor, observó Deltoro: ''Aquí la maravilla se aloja en la costumbre, no en la sorpresa".
No se trata de reivindicar la costumbre, sino de ver en ella lo maravilloso, porque hay costumbres espantosas, respondería más tarde la poeta, cuando confió que este poema ''era sólo un deseo de decir te quiero todavía, me quieres todavía y la costumbre es la que hace que nos queramos". Su idea principal: la casa que construimos con el ser que amamos va siempre con nosotros.
Gutiérrez Vega destacó por su parte la originalidad, el conocimiento del oficio y la sinceridad de Malva Flores, ''una obligación de todo poeta". Los suyos son poemas con carne y sangre ''en estos tiempos de fingida dolencia, de puro artificio, de ir a lo seguro, a lo canónico, sin aventurar".
El libro de Malva, ''que es en buena medida la búsqueda por el tiempo perdido, al igual que todos los libros", es de ésos que se quedan, no en la historia de la poesía, sino en la poesía misma", apuntó. Sentada en medio del jurado, la escritora agradeció las palabras en torno de su obra y leyó algunos fragmentos. Más tarde admitiría: ''Es la primera vez que publico un poema de amor".
Con Malva, el número de autores galardonados con el Aguascalientes llega a 32. El primero fue Juan Bañuelos y han sido reconocidos Gutiérrez Vega y Deltoro. Los antecedentes del Premio de Poesía Aguascalientes, recordó el promotor cultural Víctor Sandoval, ''los encontramos en los juegos florales que durante más de 30 años se celebraban en aquella ciudad con motivo de la Feria de San Marcos, pero aquel formato nos llevaba a un clientelismo que se volvió recurrente", por eso se decidió cambiarlo y a partir de 1968 ''hubo un giro de 180 grados"; ya no se premiaba un solo poema que pudiera ser un ''producto momentáneo" o resultado de un ''casual estado de ánimo", sino que se reconoció a un libro de poemas que debería mostrar oficio y calidad.