GALERIA Ť María Esther Orozco Orozco
Una pasión que obtiene reconocimientos
Moldear la arcilla, transformarla y encontrar sus sectores, es como la ciencia: ``sólo se aprende haciéndola y junto a alguien que sepa cómo'', sonríe Esther Orozco y cuenta, en un recorrido que nos lleva desde sus inicios como maestra normalista hasta los primeros estudios en el mundo sobre amibas mutantes, creadas en su laboratorio, para estudiar los factores de virulencia de la Entamoeba histolytica desde un punto de vista genético.
``Como maestra me di cuenta de que era necesario tener una mejor formación para educar a los niños. Con esa idea ingresé a la universidad y descubrí que me gustaban mucho la biología y la química. Un día llegó un grupo del Cinvestav a Chihuahua a dar cursos, me entusiasmé y pedí informes para una beca de maestría, la obtuve y vine al DF.
``En la vida uno tiene que explorar varios caminos para complementar y construir el proyecto personal. Aprendí desde niña que todo se debe hacer porque lo sientes. Yo pongo todo lo que traigo, ya sea como estudiante, investigadora o formadora de nuevos investigadores.''
Como resultado de esa pasión, Esther Orozco (San Isidro, Chihuahua, 1945), doctora en biología celular del IPN, ha obtenido varias distinciones, la última, la medalla Pasteur otorgada por la UNESCO y el Instituto Pasteur de Francia, por sus aportaciones al estudio de la estructura molecular de la amiba y su enfoque genético en sus factores de virulencia.
Una de las preguntas de partida en la investigación de la doctora Orozco fue conocer el mecanismo por el cual la amiba daña al hospedero, de manera tal que, al descubrirlo, se le pudiera interferir. ``Encontramos que la adhesión del trosofoito amibiano al intestino era el primer paso para producir daño al apetito intestinal. Si la amiba no se pega al intestino, es expulsada del cuerpo sin ocasionar daño''.
Para interferir en el proceso de adhesión, la doctora Orozco se dio a la tarea de buscar cuáles eran las moléculas que la amiba usaba para unirse al epitelio intestinal. Descubrió una proteína que llamó adhesina 112 (por su peso calculado en kilodaltones), que resulta clave en ese mecanismo, por lo que ahora se trata de evitar con anticuerpos y trabajar en la creación de una vacuna de prevención.
``Al estudiar la organización genética de la amiba nos encontramos que ésta contiene la información necesaria en su núcleo para duplicarse y permanecer como especie. A su vez, descubrimos un organelo citoplásmico, denominado EnkO, que está fuera del núcleo de la amiba y también contiene ADN, lo que podría explicar la variabilidad de la virulencia amibiana.''
Otro aspecto del grupo de trabajo de la doctora Orozco, también fundadora y asesora del Centro de Investigación de Ciencia y Tecnología Aplicadas (Cicata-IPN), fue el estudio de la multirresistencia de la amiba a las drogas.
``Trabajamos con amibas mutantes distinguidas por su capacidad de crecer en presencia de la emetina, debido a genes que les ayudan a crear resistencia a este antibiótico. Esos genes se parecen mucho a los de las células cancerosas en el humano. Cuando alguien tiene un tumor se trata con una sustancia para que desaparezca, pero a veces sucede que reaparece nuevamente con resistencia al antibiótico aplicado. La amiba presenta ese fenómeno, lo que representa un alto riesgo para combatir la enfermedad y en el uso indiscriminado de antibióticos.''
Esther Orozco, quien ha dedicado parte de su trabajo y preocupación a la formación de nuevos estudiantes, concluye: ``La ciencia, la tecnología y la educación son herramientas que pueden ayudar a resolver los problemas de este país, y por lo tanto tenemos la necesidad inmediata y urgente de hacer que éstas sean parte de la sociedad''. (Mirna Servín)(Fotos: María Luisa Severiano)
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