Ruptura de acuerdos de feministas autónomas

Ximena Bedregal

Con el retiro de una parte de las asistentes y la entrega de un documento de impugnación al encuentro y de denuncia de la «ruptura de acuerdos, manejo descalificador, tergiversador y violento de las discrepancias, de imposición de otras corrientes sin discusión o acuerdo previo, de construcción de un clima de linchamiento y manipulación de los horarios de plenarias», responsabilizando de todo ello al grupo Mujeres Creando, constituido en comisión organizadora, terminó el Primer Encuentro Feminista Autónomo Latinoamericano y del Caribe, realizado entre el 12 y 16 de octubre en el pueblo de Sorata, La Paz, Bolivia.

Este encuentro fue acordado durante el VII Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe, efectuado en Cartagena, Chile, en noviembre de 1996, para profundizar las concepciones y diseñar las tareas políticas de la corriente autónoma del feminismo continental. En aquel acto las autónomas desarrollaron una amplia crítica al proceso de oenegización del movimiento, a su pérdida de radicalidad, a su involucramiento con ciertas instancias supranacionales como el Banco Mundial y el Banco Interamericano de Desarrollo, a la pérdida de democracia expresada en representatividades designadas desde el poder de las instituciones y no desde la construcción del movimiento; a un quehacer político que privilegia la interlocución con el Estado y la participación en él, y decidieron volverse a reunir para desarrollar sus miradas, profundizar sus lecturas de la realidad y elaborar sus políticas de acción. La última plenaria del Taller de las Autónomas comisionó a la colectiva Mujeres Creando de Bolivia para la organización del nuevo encuentro.

Cumpliendo con este mandato, Mujeres Creando recibió a unas 45 mujeres que, desde diferentes países y sólo con sus propios recursos, se movilizaron para llegar a La Paz, Bolivia. El total de las participantes (15 bolivianas relacionadas con la comisión organizadora y las 45 llegadas del continente) se trasladaron al aimara pueblo de Sorata para efectuar dicho encuentro.

Si bien lo que une a las feministas autónomas es la conciencia de las consecuencias negativas para el feminismo y las posibilidades de cambios reales para las mujeres de la tecnocratización y suavizamiento que ha atravesado al feminismo latinoamericano en la última década, en su interior existen diversas miradas, historias colectivas y prácticas políticas. Ante esta diversidad, que se expresa en conflictos dentro de los países, la comisión organizadora había hecho un compromiso de neutralidad para garantizar la posibilidad de diálogo, reflexión colectiva y diseño de propuestas de acción.

Sin embargo, Mujeres Creando incumplió ese compromiso. Así, el primer conflicto ocurrió al inaugurarse el evento con la presentación de la recientemente publicada Memoria del Encuentro de Chile, dando lectura a su introducción que contiene acusaciones contra las integrantes del comité organizador -presentes en Sorata- que se habían retirado de su confección después de un fuerte conflicto político relacionado con la evaluación de Cartagena 1996. Además, se tergiversan sus intervenciones en aquel encuentro.

Otro elemento presente durante esos días fue el cuestionamiento de que Mujeres Creando incorporó el ecofeminismo (representado en Sorata por la importante teórica de ese movimiento, María Mies) como parte vertebral de las actividades y talleres del Encuentro Autónomo Latinoamericano, sin discusión y sin información previa a las demás. Cuando se explicó que muchas mujeres asistentes al encuentro tenían divergencias con el ecofeminismo, dos voceras de Mujeres Creando acusaron a quienes plantearon esto de «xenofóbicas, de estar negando la participación de mujeres europeas en el feminismo autónomo» y centraron la divergencia en la persona de María Mies. Se negaron también a cualquier cambio en la metodología del encuentro.

A partir de allí, la reunión se desarrolló en una atmósfera de fuerte tensión. Todo intento de reflexión y explicación teórica o histórica se transformaba, de un lado, en un tener que aclarar «yo no dije lo que tú estás poniendo en mi boca» y en tener que repetir lo dicho, y del otro en un cuestionamiento que a ratos más parecía un juicio sin ley. A los silencios en las plenarias de un importante número de las asistentes se sumaban los rumores de pasillo, esparcidos por las integrantes de Mujeres Creando, donde se oían frases como «es el momento de un cambio generacional», o «hay que derrotar a la gerontocracia».

A pesar de este ambiente, hacia el penúltimo día se lograron desarrollar dos documentos políticos en los que se intentaba explicitar los conceptos de autonomía y de movimiento. La primera lectura de los documentos en la plenaria no permitió salir del espíritu de descalificación y distorsión que había privado, ante lo cual se decidió analizarlos en pequeños grupos, a efecto de que se pudieran analizar, de manera más objetiva, las diferencias conceptuales. Se esperaba que esta metodología facilitara el diálogo y permitiera remontar la dificultad de comprensión que existió durante el encuentro. Ambos documentos se analizarían de nuevo en la plenaria final, programada para el viernes 16 a las 10 de la mañana.

En el interin, María Mies solicitó que se sacaran su nombre y el ecofeminismo del documento que cuestionaba la presencia de éste en el Encuentro Autónomo. Las autoras del mismo le respondieron que «no se trataba de ningún conflicto personal con ella, que se le respetaba como pensadora y que ya no podía obviarse la presencia de su movimiento en el documento, ya que éste había puesto sobre la mesa, precisamente, las formas de construcción de nuestro movimiento».

Durante toda la mañana, los grupos formados para analizar los documentos fueron dirigidos por las integrantes de Mujeres Creando que, desplegando todo su don «performancístico», desarrollaban sus puntos de vista y sus descalificaciones en tonos audibles a varios metros de distancia, lo que lejos de aclarar las cosas iba creando un clima cada vez mas violento y confuso. Por la tarde, una vocera de las organizadoras, preguntada sobre la plenaria, respondió que «iniciaría a la hora que ellas quisieran».

Momentos después circuló un comunicado de la ecofeminista alemana María Mies (quien no habla ni entiende el español y tenía a una estudiante voluntaria de Mujeres Creando como traductora) en el que acusaba al grupo que había criticado la presencia tan central del ecofeminismo (y jamás a su persona o a sus aportes) de «coloniales, deshonestas, cobardes; de hacerle el juego al capitalismo global al impedir un relacionamiento de las mujeres a nivel mundial (SIC)». Además agregaba que no acepta que «mi obra y la de mi grupo de amigas sea utilizada de una manera polémica... esto significa una forma de expropiación violenta» y a continuación «prohibe» (SIC) «cualquier forma de publicación de su aporte o de partes de él en el marco de ese encuentro». La comisión organizadora se seguía negando a dar inicio a la plenaria.

Una hora después, once mujeres se retiraron del encuentro. En la parte final del documento de retiro plantearon: «Responsabilizamos del clima imposibilitante, violento y rupturista a Mujeres Creando. Destacamos y reconocemos el esfuerzo hecho por algunas compañeras para evitar esta situación. Impugnamos este espacio como el Primer Encuentro Feminista Autónomo. Desautorizamos cualquier memoria que surja de este espacio porque estamos convencidas que no podrán ser elaboradas al margen de la violenta e injuriosa animosidad que describimos, y nos retiramos para no convalidar la expropiación de este movimiento que surge en El Salvador y se consolida en Cartagena».