México es ya el país que más efectivos envía a escuelas militares estadunidenses, afirma
Triunfo Elizalde /II Ť Entre 1996 y 1999, 3 mil 200 miembros de Grupos Aerotransportados de Fuerzas Especiales (GAFE) del Ejército Mexicano ``tomarán cursos de doce semanas con el séptimo Grupo de Fuerzas Especiales de Estados Unidos'', para después retornar a México y adiestrar a grupos de ``reacción rápida'', señala Darrin Wood, experto europeo en asuntos militares latinoamericanos.
Al citar información del diario estadunidense The Washington Post, dijo que en dichos cursos los oficiales mexicanos estarán acompañados por los mismos Boinas Verdes que en los años ochenta estuvieron en El Salvador, durante los enfrentamientos contra las guerrillas insurgentes.
Wood destaca que las campañas efectuadas por organizaciones independientes --nacionales y extranjeras-- en contra de ese adiestramiento en centros militares de Estados Unidos, parecen no haber afectado la imagen del gobierno del presidente Ernesto Zedillo, al grado que, ahora, ``con el zedillismo (sic), México tiene más miembros de sus fuerzas armadas recibiendo adiestramiento que cualquier país del mundo''.
En su análisis destaca la influencia que los militares mexicanos reciben de parte de los oficiales estadunidenses y hace notar que tiene que ver con los intereses de Estados Unidos en América Latina.
El especialista señala que entre los primeros 90 oficiales y soldados mexicanos que llegaron a la Escuela de las Américas (SOA, por sus siglas en inglés) entre 1953 y 1960, uno de los más notables fue, en 1959, el entonces teniente Juán López Ortiz, quien estudió armas y tácticas de infantería.
Años después, ya con el grado de general, ``fue el encargado de combatir al Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en Ocosingo, en enero de 1994, en cuyo mercado público tuvo lugar una ejecución sumaria de soldados zapatistas prisioneros'', agrega Wood.
``De hecho, los setenta marcaron el primer gran salto de militares mexicanos en activo en la SOA; en 10 años México tuvo más oficiales recibiendo cursos que en los previos veinte, quienes al paso del tiempo han llegado a tener posiciones importantes en las acciones contrainsurgentes de los noventa.''
Por ejemplo, dice el experto, en 1971 había cuatro militares mexicanos en la SOA, dos de ellos estuvieron en Chiapas durante el levantamiento del EZLN. Se trata de los oficiales de alto grado, Gastón Menchaca Arias, quien participó en el curso de operaciones de guerra irregular, del 29 de marzo al 4 de junio de 1971, y Miguel Leyva García, en comando y Estado Mayor, del 15 de marzo al 13 de diciembre del mismo año.
Menchaca Arias fue designado comandante de la 31 Zona Militar en Rancho Nuevo, Chiapas, y Leyva García al mando del 83 Batallón de Infantería de la misma Zona Militar.
En 1972, Harold H. Rabling cursó operaciones de guerra irregular, del 28 de febrero al 5 de mayo, y Carmelo Terán Montero, inteligencia militar, del 10 de enero al 28 de abril. ``En los noventa fueron concentrados en Chiapas para enfrentar a los zapatistas'', detalla Darrin Wood.
Otro militar mexicano en esta situación es José Luis López Ruvalcaba, quien cursó operaciones de selva y años más tarde ocupó la Comandancia de la Base de Operaciones Mixtas de la Séptima Región Militar en Chiapas.
Sin embargo, no todos corrieron con la misma suerte. Gerardo R. Serrano Herrera asistió al curso avanzado para oficiales de armas de combate, del 16 de abril al 28 de diciembre de 1979. Años después llegó a Guerrero, y por su presunta actitud violatoria de derechos humanos fue denunciado por el Prodh, el 20 de marzo de 1997, explica Wood.
El número de cursos recibidos por militares mexicanos pasó de 22 en 1979 a 115 en 1980.
Otros oficiales del Ejército Mexicano que recibieron instrucción en Estados Unidos y años después efectuaron operaciones contra el EZLN en Chiapas son Enrique Alonso Garrido y José Rubén Rivas Peña. Después de su participación en Chiapas, este último fue enviado a Oaxaca como nuevo comandante de la 28 Zona Militar.
Por su parte, Gilberto R. García González cursó comando y Estado Mayor. Años después fue nombrado comandante de la 27 Zona Militar en Acapulco, cargo que ocupó hasta su muerte, al caer el helicóptero en que viajaba en 1996.
Comentarios al margen
No escapa al trabajo de Wood lo comentado por Carlos Fazio en su obra El tercer vínculo respecto a las declaraciones del coronel retirado Jack Cope sobre la visita de William Perry a México, el 23 de octubre de 1995, que en su opinión significó un hito en la estrategia estadunidense para convencer a las fuerzas armadas mexicanas de que, en la era posterior al Tratado de Libre Comercio, su país había dejado de ser un ``adversario'' intervencionista para constituirse en el ``aliado'' digno de confianza y con intereses de seguridad nacional compartidos.
Recuerda que Perry, quien llegó a México acompañado por general Barry McCaffrey, entonces jefe del Comando Sur, y ahora zar antidrogas, fue recibido en el Campo Militar 1 con impresionante ceremonia, ante la plana mayor de las fuerzas armadas mexicanas y frente a casi diez mil soldados y cadetes.
Wood también precisa que ``Estados Unidos nunca ha dicho que su ayuda militar sea para combatir a los zapatistas'', y narra en su investigación, Campus México de la escuela de los asesinos, lo dicho por el periodista Carlos Marín, de la revista Proceso, el 3 de enero de 1998, en torno al plan del Ejército en Chiapas desde 1994: crear bandas paramilitares, desplazar a la población, destruir las bases de apoyo del EZLN... Además de mencionar al general José Rubén Rivas Peña, como autor de un ``análisis histórico, sociológico, económico, político y religioso del conflicto'' en Chiapas.
En ese documento el entonces comandante de la 31 Zona Militar asegura que ``es hasta el arribo del obispo de la diócesis de San Cristóbal de las Casas, Samuel Ruiz García, al estado de Chiapas, cuando los valores tradicionales empiezan a ser trastocados con la intención, en principio, de dignificarlos, sacarlos de su ignorancia, pobreza y marginación (sic). Lamentablemente, esta modificación de valores indígenas pronto se ven influidos directamente por los teólogos de la liberación...''.
Para Rivas Peña, ``El Vaticano es el principal causante indirecto, del conflicto en Chiapas, teniendo como patrocinador directo a la corriente contaminada de la teología de la liberación en México, apoyados por sus homólogos en América Latina y por la mayoría del clero católico nacional, utilizando como ejecutantes a organizaciones socialistas y políticas, mafias y grupos inconformes con el gobierno... Como puede observarse no es nada sorprendente que un graduado de la SOA tenga ideas tan reaccionarias acerca de la teología de la liberación'', concluye el especialista.