L a Pintura en la Pared: Una ventana a las escuelas rurales y a los normalistas rurales es el libro más reciente de Luis Hernández. Periodista y autorizado analista de los movimientos sociales, nuestro autor es un conocedor de primera mano de la lucha magisterial independiente y, si bien en sus trabajos es posible hallar agudas descripciones de la realidad actual, también es posible encontrar profundos análisis que dan cuenta de la dimensión histórica y contextual de los hechos sociales. Es el caso de esta obra que, a la par de que se adentra en la realidad actual, profundiza en las raíces de la formación inicial del magisterio rural.
Aunque el acceso más explícito es el que permite acercarse al movimiento muralista plasmado en las escuelas normales rurales –fundamentalmente a través de los trabajos del artista Hernández Delgadillo–, las rutas que se abren en el texto son múltiples: la propia historia de la formación del magisterio y su profunda imbricación en el devenir histórico y social del país; los trazos biográficos de personajes como José Santos Valdés, Raúl Isidro Burgos, Lucio Cabañas, Genaro Vázquez, Rubén Jaramillo, Othón Salazar, Misael Núñez, Aristarco Aquino, la maestra Tere, Amelia Castillo, Ezequiel Reyes y Vicente Estrada, entre otros, y cuyos nombres aparecen una y otra vez en un relato que se desplaza indistinto entre el pasado y el presente.
En la obra se abre también una ruta dedicada a la historia de las organizaciones sociales y políticas del normalismo, especialmente la Federación de Estudiantes Campesinos Socialistas de México y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Todas las rutas llevan al México de las desigualdades y a un escenario rural en el que se encuentran quienes toman atole y comen tortilla con chile. En suma, un caleidoscopio que asume las más variadas tonalidades y las más crudas realidades.
A partir del cuidadoso ensamblaje de sus múltiples partes, Luis Hernández construye una obra en la que confluyen contextos, instituciones y actores directos del normalismo rural. De acuerdo con el autor, en ese ámbito no sólo se generan resultados individuales, sino que se trata de una expresión definitivamente comunitaria que integra “a las familias de los estudiantes y, con frecuencia, a sus poblados de origen. El destino que tengan los muchachos con sus estudios afecta la vida de las comunidades. Lo que sucede con sus escuelas no es un hecho ajeno a ellas”. No se trata pues, de meras historias de nombres o individuos, detrás del proyecto normalista aparecen tramas y sedimentaciones profundas. Así, las instituciones del normalismo rural representan, además de un espacio de análisis en sí mismo, un relevante ángulo de observación de la realidad nacional.
A lo largo de 12 capítulos, Hernández Navarro hace un ejercicio de memoria histórica y ofrece una visión panorámica de cómo, desde esta institución –por sus maestros, alumnos y comunidades– fue germinando un espacio de lucha y fraternidad. A través de sus egresados, las escuelas normales dieron lugar a proyectos pedagógicos alternativos y, a la vez, proyectos ciudadanos vinculados con movimientos sociales de diversa magnitud. Todo ello tuvo lugar tanto en el campo como en la ciudad, e incluyó al propio ámbito educativo al extenderse a otros espacios obreros y populares.
“Ayotzinapa es un aroma”, dice Hernández Navarro aludiendo a Vicente Estrada: “es el olor de sus campos a cilantro, guayaba y mango”. Y hoy sabemos que Ayotzinapa ha sido también tragedia, sangre y dolor. Nuestro autor ofrece un vívido e informado relato de la desaparición de los 43 estudiantes de la Normal Rural Isidro Burgos de Ayotzinapa y del complejo contexto político del normalismo durante los años recientes. En tal sentido, a lo largo de la obra se aprecian análisis y referencias sobre instituciones como la Escuela Normal Rural Vasco de Quiroga en Tiripetío, la Escuela Normal Rural de Mactumactzá y la Escuela Normal Rural El Mexe, entre otras.
El trabajo de Luis Hernández es un ejercicio de historia social contemporánea de gran significación para entender al México de las últimas décadas. Nos revela la densidad de un tema de estudio que hasta ahora ha sido tratado de manera excepcional – v.g. Alicia Civera y Tanalís Padilla— y pone de manifiesto una realidad social que, después de varios años, sigue exigiendo soluciones profundas.
* Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM