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Distinguen la apasionada vida de Gabriel Macotela, dedicada a la crítica desde la creación
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▲ Angélica Abelleyra, Arturo Márquez, Berta Kolteniuk, Gustavo Monroy, Lluvia Sepúlveda, Luis Ignacio Sáinz y Mardonio Carballo acudieron al homenaje que rindió el Inbal a Gabriel Macotela (en medio, con Lucina Jiménez, titular del instituto).Foto Yazmín Ortega
 
Periódico La Jornada
Sábado 3 de agosto de 2024, p. 4

La “macopedia completa” se empezó a escribir la noche del jueves dentro del programa Trayectorias notables de las artes en México, en el que rindieron homenaje al artista Gabriel Macotela por 50 años de apasionada vida artística dedicada a la experimentación y reflexión crítica de sus entornos, por su compromiso y activismo social desde las artes.

El registro del recorrido profesional y personal del pintor, escultor, grabador y músico, se inició a seis días de su cumpleaños 70 –7 de agosto–, gracias a una serie de voces convocadas para dar fe de diferentes aspectos de su vida. Sentado en medio del escenario de la sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes, junto a Lucina Jiménez, titular del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, Macotela escuchó, emocionado y agradecido, a colegas, amigos y admiradores contar anécdotas, cometer indiscreciones y analizar su obra artística. Las intervenciones fueron alternadas con presentaciones musicales, ya que el homenajeado es melómano. Había casa llena, como dijo la moderadora Lluvia Sepúlveda.

Gran conversador, don Gabriel se animó a dar una idea de los vaivenes de su vida desde su ingreso a la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda, cómo el pintor Gilberto Aceves Navarro le pidió salir de allí para acercarse a la Escuela Nacional de Artes Plásticas, adonde entró en contacto con la generación de La Ruptura y formó parte del grupo Suma.

Luego, haber conocido a Yanni Pecanins –la relación más larga de mi vida– y a su increíble familia, que le abrieron no sólo a él, sino a muchos, el camino a través de su galería. Su viaje a Barcelona para una estancia de dos años, con una parada en París, donde conoció la generosidad de Francisco Toledo.

A finales del sexenio de Luis Echeverría, y principios del de José López Portillo, políticamente, México era una cosa tremenda. Era la época del PRI absoluto. No había publicaciones, ni los canales culturales de ahora. Padecimos persecución, porque éramos muy críticos. Éramos como guerrilleros plásticos, un poco de extremo anarquistas. A veces merecíamos la cárcel, señaló.

A falta de espacios culturales, Macotela, con apoyo de sus colegas, creó lugares alternativos como La Cocina Ediciones, El Archivero, Jimena y la Fábrica. Pasó el tiempo, con Eduardo Vázquez creamos el Faro de Oriente, el primero, en Iztapalapa, donde daba clases de dibujo a chavos banda. Mencionó las bardas que pintamos con temas como los feminicidios, los desaparecidos y los inmigrantes. Sin embargo, esa señora Cuevas las borraba. Qué bueno que ya no está.

Del pintor Gustavo Monroy salió la idea de “escribir un día, tal vez entre todos, la macopedia completa”. El compositor Arturo Márquez arrojó luces sobre una faceta poco conocida de Macotela: la de músico. En alguna ocasión escuché decir que Gabriel era un músico frustrado. La realidad es que de haberse dedicado a la música, lo hubiera hecho muy bien, porque tiene un talento nato. Sin embargo, hubiera sido un pintor frustrado. Márquez trajo a colación proyectos que realizaron juntos, como la Sonora Industrial.

Para el poeta Mardonio Carballo, así como Gabriel está atento de su lienzo, lo está también de los sucesos sociales del mundo y de México. Recordó, en 2014, “junto con Demián Flores, el maestro Gómez Paz, Gustavo Monroy, Jesús Miranda y Antonio Gritón, formamos el colectivo Artistas contra la Discriminación Lingüística, para combatir con arte un despropósito histórico: el gobierno de Enrique Peña Nieto hizo una reforma al artículo 230 de la Ley de Telecomunicaciones y Radio Difusión que inhibía el uso de las lenguas indígenas en medios de comunicación masivos. El caso llegó a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, donde ganamos”. Según Carballo, a Macotela se le había propuesto una magna exposición en el Palacio de Bellas Artes, que decidió no aceptar o, por lo menos, posponer.

La pintora Berta Kolteniuk dijo tener 50 años de conocer a Macotela: El destino nos unió cuando cursamos la prepa en la misma escuela. Fue mi primer amor y yo de él. Fue una relación inolvidable que duró sólo un año, pero dejó en mí una marca imborrable. Luego nos encontramos en San Carlos.

El ensayista Luis Ignacio Sáinz definió al artista como enorme alquimista y gramático hacedor de metáforas. Toda su obra, desde la pieza ínfima hasta la obra descomunal, refiere al espacio. Es pudoroso y atrevido, discreto y libertino; genial e incansable creador de utopías y de pesadillas. En la ceremonia también participaron la periodista Angélica Abelleyra y el artista Juan Aceves.

De acuerdo con Lucina Jiménez, Macotela es un hombre del renacimiento, pero con conciencia del tiempo actual: Le dijimos que queríamos hacerle un gran homenaje en el que bajara de un columpio y estuviera en una plataforma con humo seco, de modo que pudiera emergir de esas tinieblas para iluminarnos. Como dijo no, hicimos la colectividad de personas que estamos aquí, aunque también allá (el público). Es la suma de muchas voces en las cuales ha dejado huella.

Cuando pareció concluir el acto, se pusieron de pie varios integrantes del Estudio de Ópera de Bellas Artes, para entonar el coro de los esclavos de Nabucco, de Verdi.