El Museo Nacional de Arte de Catalunya alberga la exposición Una habitación propia en Púbol
Jueves 12 de julio de 2018, p. 9
Madrid
Gala, además de la musa de Salvador Dalí, personaje enigmático e irreverente, era también una creadora que participó de la construcción de uno de los fulgores artísticos más importantes en la historia del arte: las vanguardias del siglo XX.
Su inquietud por la forma y la estética la llevaron a relacionarse y forjar relato con algunos de los artistas más relevantes de esa época, como el propio Dalí, Paul Éluard, Max Ernst, Pablo Picasso y Brassaï.
El Museo Nacional de Arte de Catalunya pretende situar la figura de Gala en el lugar que le corresponde como artista de pleno derecho y coautora de algunas de las obras más representativas del que fue su compañero y pareja la mayor parte de su vida en la exposición Gala Dalí: una habitación propia en Púbol.
El rostro de Gala es parte de la historia del arte. Su imagen fue la inspiración de uno de los creadores más celebrados en el siglo XX, Dalí, quien además de figurar entre los máximos precursores del surrealismo se convirtió en alguien siempre polémico por su forma de entender el arte, desde la irreverencia, lo iconoclasta y la subversión de la tradición y las normas.
Gran parte de ese influjo hambriento de formas y pensamientos nuevos para entender la creación procedían o fueron compartidos y construidos de forma conjunta con Gala, mujer nacida en 1894 en el seno de una familia intelectual de la fría región rusa de Kazán.
Enigmática e intuitiva
Gala vivió su infancia en Moscú, pero siendo joven se instaló en Suiza, donde conoció a Paul Éluard, con quien se trasladó a París y contactó con los integrantes del movimiento surrealista, como Max Ernst. En 1929 viajó a Cadaqués, dónde conoció a Dalí, de quien se enamoró y comenzó una vida común. Se exiliaron ocho años en Estados Unidos y vivieron entre Portlligat, Nueva York y París.
La exposición reúne 315 pinturas, dibujos, fotografías y documentos relacionados con Gala, en la que se descubre o reafirma que era una persona muy culta y de múltiples facetas; una de forma muy marcada fue su vocación surrealista, pero también ‘‘la dandi”, la creadora y la escritora, así como la de musa que mientras construye su propio camino de artista escribe, crea objetos surrealistas y decide cómo quiere representarse.
La exposición explora la vida de esta mujer enigmática e intuitiva, que se relacionó con muchos artistas e intelectuales.
La escritora Estrella de Diego, responsable de la curaduría de la muestra, se preguntó: ‘‘Si Gala era tan mala, tan manipuladora y le interesaba tanto el dinero, ¿por qué en 1929 dejó al famoso Paul Éluard, poeta mimado del surrealismo, para irse con un desconocido Salvador Dalí? Probablemente es mucho más mala de lo que se decía porque es más compleja de lo que se cree. Revisar a Gala es revisar a Dalí y éste era un performer permanente. Ella es el personaje clave que falta en el tablero surrealista”.
Además de óleos y dibujos de Dalí sobre Gala se pueden ver obras de otros artistas que gravitaron en el universo surrealista, como Max Ernst, Pablo Picasso, Man Ray, Cecil Beaton y Brassaï.
La muestra reúne una colección de libros rusos de Gala y otra de vestidos y objetos que debieron ser restaurados para su exhibición.
Así lo explicó la curadora: ‘‘La muestra aspira a hacer patente la versatilidad de Gala; su historia personal antes de conocer a Éluard, durante la relación de ambos; su papel esencial en la configuración del personaje compartido con Dalí, de su propio personaje y hasta de su leyenda”.
La exposición en el Museo Nacional de Arte de Catalunya, en Barcelona, concluirá el 6 de octubre.