Destacan su quehacer académico como forjador de varias generaciones de juristas
polifacético
Sábado 19 de noviembre de 2016, p. 3
El cuerpo del poeta, filósofo y político Arturo González Cosío, quien murió la noche del jueves a los 86 años, fue velado ayer en una funeraria de San Jerónimo y hoy será cremado, en un acto privado, dijo a La Jornada Luis Martínez Fernandez del Campo.
Arturo González Cosío Werth, hijo del escritor, informó que el jueves después de las 10 de la noche su padre murió con toda la tranquilidad del mundo, rodeado por su familia
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El político Luis Martínez Fernández del Campo recordó a González Cosío como un hombre polifacético. Un teórico del Estado, un constitucionalista y un poeta. Rivalizaba con Hernández Campos. Vivieron intensamente la vida de este país, formaba parte de la generación de medio siglo. Orgulloso. Acompañó a Fernando Solana en la marcha para desagraviar la presencia de fuerzas policiacas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM)
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Fernández del Campo recordó que el poeta, quien fue amigo también de Carlos Monsiváis, “ya retirado de la actividad política, tenían una relación cercana, que presumía con Andrés Manuel López Obrador. Nos reuníamos a platicar con El Peje, con don Enrique González Pedrero. Teníamos la posibilidad de platicar. Fue muy relevante su actuación en el PRI, fue director por cinco años del Instituto de Capacitación Política del partido. Es de la misma generación de Miguel Alemán”.
En la funeraria no había priístas
González Pedrero, quien asistió el viernes a la funeraria, expresó: No había priístas en el lugar donde se veló a González Cosío. Se han olvidado de un hombre que formó generaciones. No conocen la trayectoria de los viejos priístas
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Recordó su amistad con el poeta y su época de estudiantes en la Facultad de Derecho de la UNAM, a finales de los años 40 de la centuria anterior. Esa amistad ininterrumpida hasta ahora nos hizo tratarnos más que como amigos, como hermanos. Lamento muchísimo esta pérdida no sólo para su familia y amigos, sino para el país, porque Arturo era un intelectual de primera y un hombre muy bien formado profesionalmente, como lo demostró a lo largo de su vida
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Añadió que González Cosío dedicó también parte de su vida a la docencia, de tal manera que formó a varias generaciones de estudiantes en la Facultad de Derecho y en Ciencias Políticas. La formación de Arturo era muy amplia no sólo jurídica, sociológica, política y cultural porque además era un poeta notable.
Nacido en la Ciudad de México, el 3 de marzo de 1930, González Cosío publicó varios poemarios, en especial de haikú, a la que consideraba poesía del instante que recoge las sensaciones inmediatas, subraya lo efímero y enaltece lo espontáneo, siempre vinculado a la naturaleza
. Fue considerado por la crítica el heredero mexicano más poderoso de José Juan Tablada.
González Cosío estudió derecho en la UNAM y el doctorado en la Universidad de Colonia. Fue profesor de El Colegio de México y de la UNAM; fundador de El Día. Colaborador de El Día, El Nacional, Mañana, Medio Siglo, Novedades, Ovaciones, Revista Universidad de México y Unomásuno.
También fundó el Ateneo Manuel Acuña; fue un apasionado de la literatura y la política, hombre que en los años 50 del siglo pasado colaboró en el equipo del presidente Adolfo López Mateos y fue diputado por el PRI en dos ocasiones.
González Cosío, en una entrevista concedida a La Jornada (3/3/10) expresó que en México no hay sociedad.
En realidad nunca hemos hecho nada. Cada quien está en lo suyo y hace lo que le da la gana y a nadie le importan los demás. Lo vengo diciendo desde hace 60 años y a todo el mundo le molesta: no hay sociedad.
En 2011, en un acto sobre su labor de catedrático de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, el poeta y filósofo afirmó: “El país atraviesa por una abominable crisis que ha durado dos décadas y ha sometido a los mexicanos a la inseguridad, a la miseria y al desaliento.
Las circunstancias nos obligan a denunciar el manejo titubeante, sin dirección ni sentido, de la vida pública, y el amateurismo y la estrechez de miras de los responsables de la política interior y de las relaciones con otros países.