Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 10 de junio de 2012 Num: 901

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

Bitácora bifronte
Ricardo Venegas

Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova

10 de junio: Exilio
en la calle principal

Antonio Valle

Crónica de una restauración enmascarada
Gustavo Ogarrio

Los persas y su lengua
de aves y de rosas

Alejandra Gómez Colorado

El lugar más pequeño: exterminio y reconstrucción en
El Salvador

Paula Mónaco Felipe

Columnas:
Perfiles
Marcos Winocur

Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía

Bemol Sostenido
Alonso Arreola

Cinexcusas
Luis Tovar

Galería
Rodolfo Alonso

Mentiras Transparentes
Felipe Garrido

Al Vuelo
Rogelio Guedea

La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain

Cabezalcubo
Jorge Moch


Directorio
Núm. anteriores
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Los persas
y su lengua de aves y de rosas

Mausoleo de Attar

Tal vez lo que más sorprende al viajero que se adentra en Irán sea descubrir cómo la poesía antigua está vigente y vive en la voz de los ciudadanos: obreros, taxistas, profesionistas, políticos y artistas saben y recitan poemas que fueron acuñados a partir del año mil. Es práctica común de los iraníes visitar los mausoleos de los poetas para leer sus versos y rendirles homenaje; los poetas son considerados, además de sabios maestros, verdaderos héroes culturales y orgullo de la nación.

Se dice que el persa es la lengua de los mil poetas; sin duda lo es. Podríamos incluso decir que la poesía ha forjado la cultura persa. Es un factor de identidad que cruza grupos étnicos y clases sociales; refranes, dichos y anécdotas se desprenden de los textos de los poetas antiguos. De igual forma la música, la miniatura y la caligrafía siguen encontrando en la poesía su fuente de inspiración.

Las fotografías y testimonios que integran este texto son resultado del proyecto de investigación La poesía como experiencia cotidiana en Irán, apoyado por el Fondo Nacional para la Cultura y las Artes y el Museo Nacional de las Culturas. La primera etapa de este proyecto incluyó trabajo de campo en Irán entre noviembre de 2010 y enero de 2011. Alejandra Gómez Colorado, antropóloga; Irais Barreto Canales, internacionalista, y el fotógrafo iraní Ebrahim Khadem Bayat, recorrieron algunas ciudades de Irán en busca de testimonios que expresaran la contundencia de la cultura poética de ese país. En Teherán e Isfahán, se reunieron con académicos, artistas, estudiantes y religiosos, mientras que en Tus, Shiraz y Nishapur visitaron los mausoleos de algunos de los principales poetas persas, realizando entrevistas entre los visitantes. Cabe decir que estos mausoleos son verdaderos complejos culturales y de esparcimiento, sus jardines están sonorizados con los versos del poeta que en ellos yace. Cuentan con cafetería, librería y algunos con bibliotecas especializadas.

Además de evidenciar la vigencia e importancia que la poesía persa tiene hasta el día de hoy, este proyecto busca también revertir los estereotipos que se han generado en torno a la cultura islámica y a los países de Oriente Medio a partir de la llamada “lucha contra el terrorismo”; buscamos hacer evidente el refinamiento y sensibilidad de una cultura que ancla su identidad en el arte y la sabiduría milenarias. Se trata de un homenaje al genio y a la sensibilidad y del alma de Irán.

Alejandra Gómez Colorado
Fotos de Ebrahim Khadem Bayat

Los poetas

Ferdosí

Nació en 940, cerca de la ciudad de Tus, en el noroeste de Irán. Abol-Ghasem Hassan ibn Ali Tusi obtuvo su nombre de escritor durante su visita a la corte del sultán Mahmud Gaznavi, quien, complacido por su poesía, lo llamo Ferdosí, “hombre del paraíso”. Es el gran poeta nacional, creador de una de las grandes epopeyas universales, el Shahnamé o Libro de los reyes, poesía épica en donde se relata la historia antigua de Irán.

Ferdosí creció en medio de las victorias de árabes y turcos sobre Irán; su país estaba en un proceso de arabización e islamización. El Shahnamé representó un hito de resistencia nacional por la recuperación de la historia antigua de Irán, por la conservación de los valores morales y espirituales existentes antes del islam, y por la eliminación del vocabulario de origen árabe.

En el texto se advierte la gran confianza que tuvo en su obra; se propuso conservar y renovar su identidad nacional, preservar el persa como lengua y fijar los modelos de la cultura e ideales iraníes. Ferdosí comenzó el Shahnamé en el año 980 y lo terminó en 1010. Murió diez años después en Tus, en donde se erige hoy su mausoleo.

He sufrido bastante en estos treinta años.
He hecho revivir al iraní, con la lengua persa.
Después de esto no moriré, pues estoy vivo
por haber esparcido la semilla de la palabra.

En 60 mil versos, el Shahnamé narra la historia del antiguo Irán, desde el principio de la civilización hasta la derrota del imperio persa por los árabes. Gracias a este libro, el alma ancestral de Irán ha permanecido vigente en la cultura popular durante más de mil años. Ha sido recitado en plazas públicas, algunos de sus pasajes se han representado en las paredes de los cafés y en los palacios. Al conservarse lingüísticamente vivo, sigue ejerciendo una enorme influencia como ejemplo poético y épico, pero también como documento de identidad del pueblo iraní.

Las construcciones prósperas se destruyen
con la lluvia y los rayos del sol;
yo he fundado un alto castillo de poesía
al que no dañarán ni el viento ni la lluvia.

Al cruzarnos con un hombre mayor que estaba sentado frente a las puertas de la ciudadela de Shiraz le preguntamos:

–¿Usted sabe quién escribió el Shahnamé?

–¿No es usted iraní?

–Sí soy iraní.

–Entonces, ¿cómo es que no sabes quién ha escrito el Shahnamé?...

–¿Usted suele leer el Shahnamé?

–Sí, lo leo con mucha frecuencia.

–¡Estupendo!

–Si no leo el Shahnamé, me enfermo.

–¡Vaya! ¿Se sabe algunos versos del Shahnamé de memoria?


Dos vistas del mausoleo de Ferdosí

–Sí... Ferdosí me gusta muchísimo. Él no era sólo un poeta, era un sabio. Dice en un poema: “El andar de la bóveda celeste/ La rotación del sol y la luna// No son sólo un juego/ Tal universo no es pueril// En este universo no existe ni una partícula inútil/ Aunque no veamos a quien mueve los hilos// Ni se puede salir de su dominio/ Ni se puede llegar a su origen…”

–¿A qué se dedica usted?

–Soy un simple obrero. Alguna vez fui agricultor, luego vine aquí para trabajar de obrero. Ahora estoy jubilado.

Un profesor de literatura que visitaba la tumba de Attar junto con algunos colegas nos dijo: “Dicen que un sabio egipcio contaba que la civilización egipcia desapareció porque no tuvo un Shahnamé ni un Ferdosí que haya salvado su idioma y que es por esta razón que ahora el idioma oficial de Egipto es el árabe, mientras que antes no lo era. En realidad, Ferdosí es el salvador de nuestro idioma.”

Omar Jayyam

Fue un gran matemático y astrónomo además de un consagrado poeta. Nació en 1048, en la ciudad de Nishapur, capital de las ciencias y las letras del siglo XII. Por su apellido se deduce que su padre pudo ser fabricante de jaimas (tiendas de campaña), sin embargo el joven Jayyam tuvo una educación sólida viajando por Bujara, Samarcanda e Isfahán.


Mausoleo de Jayyam

Desarrolló la mayor parte de su trabajo bajo el patrocinio del sultán Maleksha Yalal al-Din, quien lo invitó en 1074 a crear un observatorio astronómico y a hacer reformas en el calendario solar. Sus observaciones dieron como resultado el calendario Yalalí, más preciso que el Gregoriano que se elaboraría cinco siglos después. El factor desconocido de una ecuación (x) fue una aportación de Jayyam a las matemáticas para resolver los problemas de álgebra.

Su producción literaria se compone de cuartetos, rubaiyat, en los que expresa su ignorancia ante los hechos de la naturaleza, su preocupación ante la fugacidad de la vida, la eternidad de la muerte y la insignificancia del ser humano ante el universo.

Esa caravana de la vida, ¡cómo pasa!
Recibe el momento que pasa con alegría.
Saguí: ¿por qué sufrir por el dolor que tendrán mañana los demás?
Acércame la copa, que la noche está pasando.

Jayyam logró adaptar su pensamiento a las exigencias de la métrica con la precisión de un matemático y expresar un razonamiento profundo de forma breve y con palabras sencillas. Murió en 1131 en Nishapur, donde se alza hoy su mausoleo.

Supón que se hayan cumplido todos tus deseos:
¿Y después?
Figúrate que has acabado tus días: ¿Y después?
Presume de que has sido feliz durante cien años:
¿Y después?
Imagina que te esperan otros cien años:
¿Y después?


Muchacho comprando el busto de Jayyam en su mausoleo

En vida, Jayyam no publicó sus cuartetos, los leía a sus amigos más íntimos. Los Rubayyat son un trabajo que ha sido compilado por diversos autores, dando como resultado un gran número de colecciones que difieren entre sí. La más conocida y difundida es la traducción de Edward Fitzgerald, que contiene 158 cuartetos y fue publicada por primera vez en 1859 a partir de un manuscrito encontrado en la Biblioteca Bodleian en Oxford.

Attar

No hay muchos datos sobre la vida de al-Din Muḥammad ibn Ibrahim Aṭṭar. Se sabe que nació hacia el año 1142 y que fue farmacéutico. Durante su juventud viajó a Egipto, Siria, Arabia, India y Asia Central para establecerse luego en Nishapur, al noroeste de Irán, en donde comenzó a recopilar versos y dichos de sufíes, místicos musulmanes.

Desde su infancia, Attar, alentado por su padre, estaba interesado en los sufíes y reconocía a sus santos como guías espirituales. Sus poesías exponen temas místicos, éticos y preceptos morales prácticos. Sus versos conllevan una experiencia espiritual en el lenguaje simbólico familiar del misticismo islámico clásico.

Su obra maestra es La conversación de los pájaros, un poema alegórico que describe la búsqueda que emprenden los pájaros (los sufíes) de la mítica ave Simorg, a quien desean hacer su rey (Dios): “Si tu espíritu no es apto para ver al Simorg,/ no será tu corazón un espejo brillante, apto para reflejarlo.”

Cuando los mongoles invadieron Irán, muchos intelectuales emigraron hacia Anatolia. Se cuenta que en ese camino, el gran poeta Molaví, conocido en Occidente como Rumi, se encontró con Attar, quien le regaló un texto sobre la iluminación del alma en el mundo material. Este libro tendría una gran influencia en el joven Rumi y en su obra posterior. Attar permaneció en Nishapur, murió de forma violenta en la masacre que los mongoles infligieron sobre la ciudad en 1221: “Deja que se vea la cicatriz del corazón, porque por sus heridas se conoce a los hombres que están en el camino del amor.”

La única obra de Attar escrita en prosa es El memorial de los santos (Tadhkerat al-auliya). En el prefacio enlista las razones que lo llevaron a escribir esta obra: su preocupación ante el olvido de los dichos de los místicos y de sus comentarios del Corán y la Tradición (sunna), así como de la forma de vida que llevaban. Cada capítulo está dedicado a algún maestro y cuenta con un análisis de biografías y comentarios que hacen de este material una fuente fundamental para el estudio de la tradición mística islámica: “Si un simple suspiro de amor llega a ese lugar llevará consigo el perfume del corazón. Ese sitio está consagrado a la esencia del alma.”

De aquel grupo de maestros que visitaba la tumba de Attar, una mujer nos dijo: “A mí me encanta la poesía, tanto que en lugar de cantarle a mi niño canciones de cuna le leo poesías.”

Otro profesor recitó un poema de Saadí en el que hace referencia a Attar: “Mostraré a todo el mundo el arco de tu ceja/ quien vea la luna nueva la mostrará a todo el mundo./ El cielo tendrá que seguir tolerando/ hasta que en el mundo una madre dé a luz a un hijo como tú, Attar.”

Molaví-Rumi

Es un poeta persa que, si bien no está enterrado en Irán, es imposible omitir, ya que la mayoría de nuestros entrevistados hicieron referencia a sus versos y lo mencionaron como uno de sus favoritos.

Molaví nació en Balj, en 1207. Hijo de un eminente teólogo, siendo niño tuvo que escapar con su familia de la invasión mongol; tras estancias en Bagdad, Damasco y La Meca, se estableció en Konya, en la región de Anatolia, que en aquel entonces se designaba con el nombre de Rum, de ahí que a Molaví se le conozca como Yalal al-Din Rumi. También se le atribuyó el título de mawlana, “nuestro maestro”, ya que fundó en Konya la cofradía sufí de los mevlevíes (derviches giróvagos).

Se le considera el poeta místico más importante en lengua persa y uno de los principales del islam. Compuso los 45 mil versos del Mathnawi, La búsqueda mística, una verdadera enciclopedia en verso. El Mathnawi fue escrito en un género poético que lleva el mismo nombre. Tuvo su origen en el árabe, pero los persas lo desarrollaron con maestría a partir del siglo X, para luego influenciar fuertemente a la poesía turca. Los versos del Mathnawi riman de dos en dos y se considera que, con esta obra cumbre, Molaví llevó al género a su máxima expresión:

De nuevo me enloquecí de ilusión
De tal manera que rompería cualquier atadura
Soy como el cielo, como la luna, como una vela
encendida por tu fuego
Soy toda razón, todo corazón, toda alma, toda vida
Si estoy sin ti en los cielos, triste estoy como
una nube oscura
Si estoy contigo encarcelado, es como si
en un jardín estuviera.

Estaba muerto, reviví, era una lágrima,
sonrisa me volví
La fortuna del amor llegó y en fortuna eterna
me convertí
Soy luna por tu luz que sol eres, mírame a mí,
mírate a ti
Por tu risa, un jardín de flores risueñas me volví

No dejaré ir fácilmente la pena de tu amor
No dejaré al amigo hasta que me muera
Del amigo me ha quedado el dolor del recuerdo
No cambiaré ese dolor ni por mil remedios.

En su obra, Molaví describió el sufismo desde su propia experiencia y expresó un amor universal. Musulmán convencido, afirmó la validez de todas las religiones. Murió en Konya, hoy Turquía, en 1273.

Cuando visitamos la tumba de Attar, el jardinero de aquel lugar, Seyed Mahdi Ghazi, se encontraba regando y cuidando las flores mientras cantaba una melodía preciosa. Cuando le preguntamos qué era aquello, nos respondió que era un verso de Molaví: “Si creces trigo de mis cenizas/ a partir de ese momento, el pan de trigo que cocines te embriagará./ La masa y el panadero se volverán locos/ su horno recitará versos amorosos embriagantes./ No vengas a verme a mi sepulcro sin el daf (pandero)/ que no se debe estar triste en la fiesta de Dios./ Para olvidar tu dolor ponte la mortaja.”

Saadí

Abu-Mohammad Mosleh al-Dinbin Abdallah Shirazi, mejor conocido como Saadí, nació en Shiraz hacia 1210, durante una época marcada por la violencia. Por el oeste, el mundo musulmán fue invadido por los cruzados europeos y, por el este, por el ejército mongol de Gengis Khan. Los sucesores de este último invadieron Irán, destruyendo ciudades y masacraron pueblos.


Muchachas en el mausoleo de Saadí

Saadí estudió teología en la Universidad de Bagdad, una de las más prestigiosas de su tiempo. Tras sus estudios emprendió diversos viajes por el norte de África, la península arábiga y el este asiático; sus pasos lo llevaron también hasta India y Asia central.

Sus viajes duraron más de veinticinco años. Este bagaje de experiencias sirvió al poeta para redactar sus dos obras magnas: El Bustán o El jardín de las frutas, un poema épico y filosófico que expresa las virtudes musulmanas, publicado en 1257, y el Golestán o El jardín de rosas, una colección de prosas y poemas que documentan sus viajes, publicado en 1258: “Mientras estés atado a tu hogar y a tu comercio/ no podrás, oh tú que eres inmaduro,/ convertirte en un humano verdadero.”

Su conocimiento de diversas regiones y culturas lo llevó a generar un pensamiento humanista, como se advierte en este verso que se encuentra en la entrada del edificio de las Naciones Unidas en Nueva York: “Todo hombre es como un hueso, siempre ligado a otro./ Juntos, los miembros forman un solo cuerpo y tienen un mismo origen./ Si la vida causa dolor a un miembro,/ ninguno de los otros permanecerá indiferente./ Si a ti no te provoca nada el dolor de los demás,/ no podremos llamarte ser humano.”

Saadi murió en 1293. Su tumba, junto con la de Hafez, son lugares emblemáticos y de visita obligada en la ciudad de Shiraz. “Cuando me miras, todo mi cuerpo se vuelve corazón,/ cuando te miro, todo mi corazón se vuelve mirada.”

Hasta el día de hoy, el Golestán es un modelo para los hablantes del persa, quienes consideran a Saadí como el “maestro de la dicción” y el “mejor de los oradores”. En este texto Saadí hace uso magistral de sus conocimientos del Corán, al intercalar pequeños fragmentos. Su faceta de consejero alterna con poemas reivindicativos de justicia para mostrarse devoto y religioso a la vez que enemigo de la moralina y la falsa religiosidad. En el Golestán de Saadí, se muestran muchas facetas del poeta viajero y del mundo que lo rodeaba. Hasta el día de hoy, los iraníes extraen moralejas y dichos de esta obra para dar consejos sobre el buen comportamiento. Fue traducido al inglés por primera vez en 1609. Saadí dijo sobre su propio Golestán: “Una rosa sólo vive durante cinco o seis días,/ la alegría de mi jardín de rosas existe por siempre.”

El director del complejo cultural de Saadí dice que los días de primavera, los de mayor afluencia, el mausoleo recibe 15 mil visitantes diarios. El empleado de la librería comenta que durante esa temporada vende sesenta libros de Saadí y cuarenta de Hafez diariamente, número importante tomando en cuenta que la gente suele comprar los poemarios en la puerta de los mausoleos y no en la librería. Tres personas en un grupo de amigos que se encontraban en la cafetería del mausoleo de Saadí nos comentaron:

–Me llamo Shahrzad… He venido a Shiraz desde Teherán por motivos de trabajo. Y siempre que vengo, visitar este mausoleo es obligatorio. Para mí, Shiraz sin Hafez y sin Saadí carece de sentido. La poesía es una parte importante de mi vida.

–¿Suele leer poesía regularmente o depende de su estado de ánimo? Es decir ¿lee poemas profesionalmente o como un pasatiempo?

–No me lo tomo como algo profesional pero es parte de mi existencia…

–Yo soy Yasamán. También soy médico. Creo que la poesía está presente en todos los momentos de la vida de nosotros los iraníes. Sólo que de maneras y estilos diferentes. Puede que al ser mayores, la poesía que nos gusta sea también más madura. Es decir el estilo de poesía que nos gusta cambia según nuestro estado del alma.

–¿Creen que la poesía podría ser una buena característica para describir el alma iraní?

–Creo que la poesía, igual que la música, es una parte importante del alma iraní. Puede que esto se deba a que nuestros antepasados difundían el amor, la delicadeza, la pureza y la amistad, y a que el rastro de todo eso se ha quedado en nosotros, aunque nos parezca que cada vez es más borroso, nunca se borra. Puede que algunas veces se empalidezca, como la llama de una vela que puede debilitarse, pero nunca se apaga.

–Me llamo Mohammad, vivo en Teherán y soy ingeniero. Suelo leer mucha poesía, pero nunca intento memorizar los versos. Creo que la poesía es muy espontánea, es decir, dependiendo del ambiente en el que uno se encuentre, inconscientemente, le vienen poemas a la mente… Por ejemplo, hoy mismo, al entrar en el mausoleo de Saadí, sin pensarlo, de repente me acordé de algunos de sus poemas… creo que lo mismo le pasa a todos los iraníes… no es algo que debamos memorizar forzosamente para que se convierta en nuestra cultura: ya lo es.

Hafez


Vista nocturna del mausoleo de Hafez

Shams al-Din Muhammad Shirazi, nace en Shiraz, al sur de Irán en 1315 y muere en la misma ciudad en 1389. Su padre murió cuando él era pequeño, pero a pesar de las dificultades económicas su madre logró darle una buena educación. Aprendió de memoria el Corán, razón por la cual recibe el nombre de Hafez, que significa “el que preserva el libro sagrado”. Trabajó como copista y más tarde fue profesor de estudios coránicos en la Universidad de Shiraz.

Vivió una época turbulenta durante las invasiones de Gengis Kan y Tamerlán. Los constantes cambios políticos lo llevaron a autoexiliarse en Isfahán. En esta etapa de su vida Hafez permeó su poesía de espiritualidad y melancolía: “De un horizonte a otro existen ejércitos de tiranía,/ pero desde la eternidad hasta la perpetuidad existe la oportunidad para el derviche.”

Hafez es sin duda el poeta persa más popular. No hay hogar en el que no se encuentre su Diván, compilación de poemas, mismo que ha adquirido un lugar muy especial entre los iraníes, pues recurren a él para hacer consultas sobre el futuro o encontrar soluciones a los dilemas del presente. Hasta la fecha es uno de los libros mas vendidos en Irán, se le encuentra en ediciones de lujo y de bolsillo para llevarlo en los viajes. La temática de estos versos se divide en tres: aquellos que celebran el amor, el vino y el goce de los placeres mundanos; aquellos de contenido místico y los que fueron dedicados a los benefactores y mecenas de Hafez. “Todo aquel en cuya mente pesa la pena de un amor/ es como granos de incienso puesto al fuego en un dulce quehacer.”

El poeta alemán Goethe se refirió a él de esta forma: “¡Oh Hafez! Tus palabras son grandes como la eternidad, pues no tienen ni principio ni fin.”

En el mausoleo de Hafez conversamos con algunas chicas:

–¿Podrían contarnos por qué están aquí?

–Es viernes por la tarde y aquí es Shiraz. ¿Qué lugar mejor que Hafezieh (Mausoleo de Hafez) para pasar un viernes por la noche?

–¿Suele venir mucho por aquí?

–No mucho, algunas veces.

–¿Y usted?

–Sí, vengo con mucha frecuencia.

–¿También consulta a Hafez para pedirle presagios?

–Así es.

–¿Y cree en eso?

–Sí. Depende de lo que siento. Siempre que se lo pregunto con fe, me da buenas respuestas al instante.

–¿Y usted?

–Claro que creo en ello, aunque no le consulto mucho.

–¿Leen otros versos además de los de Hafez?

–Sí.

–¿Cuáles?

–Los Ghazalyat-e-Shams de Molaví y mucha poesía contemporánea.

–¿Cuándo fue la última vez que consultó a Hafez para pedir un presagio?

–Hace unos minutos.

–¿Fue bueno el presagio?

–Sí.

–¿Y usted?

–También hace unos minutos.

–¿Y la respuesta qué tal?

–Muy buena. Nunca te deja sin respuestas…

–¿Quiénes son sus poetas favoritos?

–Me gustan mucho Hafez, Ahmad Shamlú y Mehdí Ajaván Sales.

–Entonces lee tanto a los poetas clásicos como a los contemporáneos.

–Sí, así es.

–¿Con qué frecuencia suele leer poesía?

–A Shamlú y a Ajaván Sales les leo dependiendo de mi estado de ánimo, pero a Hafez cada domingo por la noche.

–¿Y por qué?

–Porque nos han enseñado nuestros antepasados que los domingos por la noche son las noches de Hafez. Y que es muy oportuno pedir un deseo y consultar a Hafez al respecto.

En Teherán realizamos una entrevista a la arquitecta Afarín Neysarí, dueña de la galería de arte Aún. Dado que el nombre de su galería retoma un concepto utilizado por Hafez para expresar sentido, fuerza y sustancia. Lo que nos comentó condensa el sentir de muchos iraníes:

–Es muy interesante: la tía de mi marido, una mujer de unos noventa y tres años, cada vez que vamos a visitarle, después de un rato, pide que alguien recite un poema. Bueno, ella es la mejor en eso y es la que empieza y sigue recitando poesía durante un largo rato, como unos treinta minutos. Recita a Hafez, Molaví, Ferdusí, etcétera, y es verdaderamente impresionante.

–Su marido nos comentaba que su tía es mazdeista*

–Sí, así es.

–Entonces, ¿eso significa que en la cultura iraní, independientemente de los antecedentes religiosos y culturales, la poesía pertenece a todos?

–Exactamente. Es más bien una cuestión nacional, y no étnica o religiosa…

–¿Cree que la poesía es de alguna manera cosa de todos los iraníes?

–Sí, la poesía está presente en nuestra vida cotidiana. Por ejemplo, siempre que queremos explicar algo muy bien o darle un valor especial, citamos un poema. También los enamorados siempre se escriben poesía, así que la poesía es muy importante para nosotros.

* El mazdeísmo es una religión de origen iranio,
la predominante en Persia antes de la conquista islámica.
En Irán existe una comunidad mazdeista muy importante.

Traducción de versos y testimonios de Irma Navabi Shekufe Mohammadi Tahereh Arabsaeedi