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Lechería familiar Valentín Efrén Espinosa Ortiz1, Randy Alexis Jiménez Jiménez1, Gretel Iliana Gil González1, Arturo Alonso Pesado1, Luis Brunett Pérez2 y Luis Arturo García Hernández3 La producción de leche de vaca en nuestro país –de diez mil 711 millones 619 mil litros en 2010– se desarrolla en condiciones muy heterogéneas desde las perspectivas económica, técnica, social y ambiental, y es una de las diversas actividades de la familia. Esta producción se realiza en cuatro sistemas: el especializado, el semi-especializado, el de doble propósito y el familiar. Este último también es mencionado por diferentes investigadores como “sistema campesino de producción de leche”, “producción de leche en pequeña escala”, “sistema de producción familiar o de traspatio” y “lechería o producción familiar” En los años recientes la lechería familiar en México ha aportado entre nueve y 11 por ciento de la producción nacional y ha participado aproximadamente con el 7.98 por ciento del inventario del país, teniendo rendimientos de seis a 12 litros por vaca. Su importancia social y económica radica en que suma alrededor de 127 mil unidades de producción, que representan el 35 por ciento de las unidades de producción lechera nacional. Predomina en los estados de la región central del país. Se caracteriza porque sus unidades se desempeñan en pequeñas superficies de terreno, principalmente en los patios de las viviendas; los animales pueden estar estabulados o semi-estabulados, y combinan recursos de superficie de riego y de temporal, aprovechando los rastrojos de los principales cultivos como el maíz, la avena y el trigo. Las vacas también se pastorean en praderas nativas y, en menor medida, en praderas cultivadas; como complementos los productores utilizan maíz en grano y subproductos agroindustriales, y en menor cantidad, alimentos comerciales. Los hatos son de entre uno y 50 animales. El ganado es producto de la cruza de las razas Holstein Americano, Suizo, Jersey y Criollo. Otro elemento que distingue este sistema productivo es su bajo nivel tecnológico, porque los productores realizan pocas prácticas reproductivas, de mejoramiento genético; carecen de registros de producción, y las instalaciones son rústicas. Predomina el sistema de ordeño manual, aunque en los años recientes se ha incorporado el mecánico y la práctica de dos ordeños al día. Las actividades son realizadas generalmente por mano de obra familiar, siendo sus conocimientos tradicionales. Lo anterior se relaciona, entre otras causas, al bajo nivel educativo reportado por algunos investigadores (50 por ciento de los productores tiene la primaria terminada y 30 por ciento carece de estudios).
La venta de leche proporciona ingreso complementario para la familia, que desempeña otras actividades como albañilería y comercio. El autoconsumo es importante; se considera que la familia consume como leche cruda entre tres y y cinco por ciento de lo que produce y además crían a sus becerros. Así, la actividad es cultural y nutricionalmente fundamental en la alimentación del productor y su familia, porque en ocasiones carecen del ingreso para adquirir leche comercial. El excedente de leche se vende directo al público, sin tratamiento previo de enfriamiento o pasteurización; también se comercializa por intermediarios, quienes la recolectan de la unidad de producción, y la llevan a diferentes puntos o ciudades, donde la venden a agroindustrias locales como panaderías, procesadoras de lácteos, queserías artesanales y empresas trasnacionales. El actor sobresaliente de la cadena comercial es el “botero” o intermediario, quien se lleva hasta el 32 por ciento de los beneficios económicos netos por la venta de la leche. La lechería familiar presenta ventajas sociales como la accesibilidad a la población rural, contribuye a las estrategias de vida de las familias campesinas y genera empleos, además de que da un valor agregado al precio del grano de maíz. Es la actividad agropecuaria que proporciona liquidez diaria o semanal al productor y complementa sus ingresos, lo que impacta positivamente en los flujos económicos de la familia productora y de la comunidad. *Investigación fi nanciada por PAPIIT IN301010. Globalización y producción doméstica de leche* Valentín Efrén Espinosa Ortiz1, Randy Alexis Jiménez Jiménez1, Gretel Iliana Gil González1, Francisco Alonso Pesado1, Enrique Espinosa Ayala2 y Ramón Soriano Robles3
El surgimiento de la globalización implicó para la agroindustria lechera en general y los consumidores un cambio radical de los escenarios en que se desarrollaban. Las políticas neoliberales que se aplicaron en el país se ven reflejadas en la entrada de México al Acuerdo General Sobre Aranceles y Comercio (GATT) hoy Organización Mundial de Comercio (OMC), así como en la firma de acuerdos mercantiles como el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), el cual ha favorecido a Estados Unidos en la rama lechera debido a que su gobierno federal cuenta con varios sistemas para asegurar la venta de productos lácteos, comprando los excedentes y dando incentivos a las exportaciones. Los años 80s y 90s se caracterizaron por el establecimiento de políticas neoliberales que promovieron la desregularización de los mercados y su liberación; el Estado dejó de intervenir en los procesos productivos y comerciales. La heterogeneidad del sistema de producción lechero en pequeña escala o familiar hace que los efectos de la globalización resulten diferenciados. El uso de nuevas tecnologías como el ordeño mecánico y la inseminación artificial repercute en una mayor dependencia técnica y de los mercados externos. Con el TLCAN se abrieron amplias expectativas de comercio para los productores e industriales estadounidenses, mientras que para México las perspectivas se veían difíciles; la disminución del número de pequeñas unidades de producción lechera es una tendencia generada por la globalización en la industria láctea a escala mundial. Esta tendencia en México ha sido poco estudiada, pero se sabe que hay varios factores asociados, como son: los altos costos de producción y la alta exigencia en la calidad de la leche. Algunos trabajos mencionan que el alto costo de la alimentación es causado por el elevado precio al que los productores adquieren el alimento balanceado, y señalan que la lechería familiar es uno de los principales mercados para las grandes empresas de alimentos balanceados. Pero no hay verdades absolutas, ya que existen trabajos que demuestran que la lechería familiar es rentable. Esta rentabilidad la proporciona su propia génesis campesina, ya que aprovecha los recursos y/o factores de la producción existentes en las unidades familiares tales como el maíz en grano, rastrojo generado de sus propias cosechas, la mano de obra familiar, la tierra, etcétera. De acuerdo con la lógica de producción campesina en que se desenvuelve, el sistema de producción familiar sólo considera en sus costos productivos los gastos directos, es decir que los recursos propios se consideran costos implícitos, aun cuando cumplen una función vital en el desempeño de las actividades. El otro elemento económico importante es que las unidades familiares abastecen un mercado local para la distribución de la leche y sus derivados, por lo que el sistema familiar no depende tan directamente de los precios ni de los mercados internacionales, lo cual se podría ver como una estratégica de sobrevivencia de este sistema. La lechería familiar presenta desventajas cuando los pequeños productores se ven afectados por los escenarios de apertura comercial, pues éstos exigen una mayor calidad, competencia y competitividad. Pero en el injusto escenario que impone la apertura comercial, este sistema muestra ventajas comparativas, al no depender de los mercados externos ni considerar los costos de oportunidad de los insumos que producen en sus unidades de producción familiar. Así, la producción de leche en pequeña escala es una opción de complemento de los ingresos económicos para pequeños productores y una opción de sobrevivencia en las poli-actividades que tiene la familia campesina. *Investigación financiada por PAPIIT IN301010.
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