Las lenguas de América
Angélica Ortiz López* (poesía huichola)
Nació en Santa Catarina Cuexcomatitlán, municipio de Mezquitic, Jalisco, en 1969. Es profesora e investigadora del Departamento de Estudios en Lenguas Indígenas de la Universidad de Guadalajara, donde colabora en el proyecto La Adquisición del huichol como lengua materna. Textos suyos se incluyeron en Relatos huicholes, Reflexiones sobre la identidad étnica, Libro de lecturas de 2º y 3º grados en lengua huichola de la Secretaría de Educación Pública; en las revistas La Rueda, Papalotzi y México Indígena; en periódicos como La Jornada, Voz del Norte y Nayarit Opina. Participó en el XIV Festival Internacional de Poesía de Medellín, Colombia. Es coautora de Lluvia de Sueños, poetas y cantantes indígenas, Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, México, 2005. Fue becaria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes en los periodos 2000-2001 y 2003-2004. Textos inéditos suyos aparecerán en Wixárika Niawarieya, Poesía Huichola. Las traducciones al español pertenecen a la autora. Por razones de composición tipográfica, hemos modificado en esta entrega a La Jornada el signo correspondiente a la consonante glotal oclusiva de la lengua huichola que usualmente se representa con el signo de interrogación en posición elevada (?) y hemos empleado el apóstrofo (‘), que representa en las lenguas mayances el cierre glotal. Mantenemos, en cambio, la grafía ? para representar el fonema vocálico central y cerrado que se distingue del fonema vocálico i, de posición anterior, no central, de pronunciación igual a la española.
Nemutatsuaka
Nemutatsuaka ’ena tetetsie nehakaiti
’ena netsuariya ’aixi ma’ane, ’aixi mitiutsuani,
nehixite ri kwinie mitihatika.
Tanaiti temuyetsuari hipati kwinie hipati yaki,
ne hiki kwinie nemireutsuamiki ’aimieme ’ena nemaka
netsuariyatsie ne’uyeniereti.
Heiwa tsepa pemikareutsuamiki pemitatsuaritiarieni,
tsi tsuariya mitatsikuweiyane tanuiwaritsie tamiiyatsie,
Tuukari mikaxuawe tsuaritsie mieme xeikia.
’Aimieme hiki nemutatsuaka mexi neyiwe,
mexi nehamarike,
mexi nehixite katiwawe.
Tsuariya mikayutua,
maiweti mi’ane, meiti’enietiyeika xeikia kemi’ane mitatsuaka,
tsi ta’iyaritsiepaiti hatineikati mi’ane
’aimieme xei ’ukai ’aixi retsuarieti ’aixi yeme kana’aneni.
Estoy llorando
Estoy llorando sentada aquí en esta piedra.
El llorar aquí vale la pena, se llora bien:
mis ojos ya están hinchados.
Todos lloramos por algo; unos poco, otros mucho,
hoy, lloro sin dejar de mirar a través de mis lágrimas.
A veces no quieres llorar, pero te hacen llorar,
el llanto nos persigue y morimos con él.
No hay día especial para llorar.
Por eso, hoy lloro, mientras puedo,
mientras sé llorar,
mientras mis ojos no se han secado.
El llanto no se vende,
el llanto es sagrado para aquel que lo llora,
y una lágrima bien llorada merece respeto por aquel que no la llora.
NENausi
Atsi pepikahaineni nenetapani seikia,
kataku ’aniuki tau hanutahitiani,
hiki tikali pitatsanukanama.
Pepikahaumaka, nekulika ’eki ’aku Nenausi;
tikali li peukuyeika, ya kuta tepiyini, ¡’au pi’i!
Neneupitia taxukuri tepitamani,
muwa ne’imiali nepitanuiya,
muwa ne’iili nepitakenikeyu,
nehatiyilati ’aha nepa’iniatakeyu,
’awewiya netemawieti nepiyiane,
neneupitia, ’eki ’aku Nenausi, nekulika, ¡’au pi’i!
Hiki li, tahikiate ’ikalitia temisewi
Ta’iteili li muyunuiwitiane,
tatuukali meuhane temi’iwiyani,
pepikaumaka li, ’eki ’aku Nenausi.
Mi Nausi*
No digas nada, sólo abrázame,
no vaya a ser que tu voz despierte al sol,
ahora que la noche nos cobija.
No tengas miedo, hermanita grande; sí, tú, mi Nausi.
La noche se desvanece pronto, hagámoslo ahora, ¡di que sí!
Deja que coloquemos el mismo xukuri,**
que ahí quiero tener mi semilla,
ahí mismo quiero también poner mi flecha,
que creciendo probará de tu agua.
Busco y persigo lo que tú sabes hacer,
tú, mi Nausi, mi hermanita grande, ¡di que sí!
Ahora ya somos uno bajo la noche,
nuestra semilla está creciendo,
en los días venideros lo habremos de cuidar,
ya no tengas miedo, tú, mi Nausi.
’Aniuki
’Aniuki nemaye’erietiyeika
Tatewarí aurie ne’utikaiti.
’Eki ’auwenitsie
neta ne’itsitsie.
Nemikaramate ketipaimexia titi
nemireuku nemetsita’enieti,
ya titi ’a’ixatsika
neheinitsita paiti nemetima.
Nunutsi yu’iyarita pai
’a’imiari mukaxei.
Hiki miki ’emutewi, mitikema ri.
’Ahepai ’uwenitsie mitiutiyeixa.
Yutiiriyama mitiwaruti’ixatsitiwa,
me’ita’enieti memeukukutsu.
Miki mi’ane mikawaranutahitiwa,
tsi miramate kename ’ixatsikaya
wareukutiwati waheinitsita paiti
’ukateteke ’u’iwieximeti.
Tus palabras
Recuerdo tus palabras,
sentados junto a Tatewarí.***
Tú, en tu equipal,
yo en mi petate.
No recuerdo cuántas veces
me dormí escuchándote,
tus palabras
se seguían grabando en mis sueños.
Como semillas
las dejabas caer
sobre mi corazón de niña.
Ahora ha crecido y tiene sus propios poderes.
Igual que tú se sienta en su equipal.
A sus hijos entrega su palabra,
y éstos se duermen escuchándolas.
Jamás los despierta,
sabe que sus palabras
penetran en los sueños
como semillas.
Kenaniukani
Pemikanetseuyeiwa pemaine,
’ahixite yiki pita haitikaikaku titi.
’Ahixite meri mutiniuxia,
neheki ma’ukaiyataxi.
Tanaiti temite’itawa;
tsepa aniuki kemaine mikatiyuritini.
’Ahixite pita xeikia nemixeiyani,
kepauka pemineti’itaiyani.
Xika ke ’ahixite ’aniuki pai ’utiyuani,
’ana ke yuri nemitita’eriekaxiani.
¡Meriki tsepa! Kenaniukani, kenaniukani...
Sigue hablando
Dices que ya no me quieres,
cuando tus ojos dicen lo contrario.
Fueron tus ojos los que hablaron primero,
por mí derramaron sus lágrimas.
Todos mentimos.
Cuando habla tu boca nada es cierto.
Mi vista se fija bien en tus ojos
cuando tratas de engañarme.
Hasta que tus ojos logren decir lo que tu boca,
empezaré a creerte.
¡Qué importa! Sigue hablando, sigue hablando…
Tuaxa xawari
’Ahixie nemutinuiwaxi,
netsuari pemu’eni tikariki
’axawari ne’itari matia
mexi metseri tanierekai.
’Aheima tuukari neukakikani ke ti
yaxeikia petitse’iti takwa pemuwe.
Ta’ukitsiema wa’iyari pe’anumaiti pemitiwe
’ahetia nuiwakate temi’ane.
Ketipaimexia ne’utatsuakame peminetiuxei,
’ana nunutsi tsuarieya pemitiu’eni,
hiki ’ukaratsi tsuarieya maniuka, neu’eni.
’Eki tuaxa, ta’ukitsiema wananá pemihiki,
’axawari neuxatia.
Hojas de roble
Nací bajo tu mirada,
escuchaste mi llanto en la noche,
tus hojas fueron mi estera
mientras la luna observaba.
Aunque los años pasan sobre ti,
sigues parado igual de fuerte en el patio.
Conoces el pensar de Nuestros Padres,
nacimos bajo tu follaje espeso.
Cuántas veces me habrás visto
llorar bajo tus ramas;
entonces era un simple llanto de niña,
ahora el llanto es de una mujer que habla.
Tú, roble frondoso, raíz de mis antepasados,
ofréceles tu nutrida sabia.
* De próxima aparición en el volumen compilado por Carlos Montemayor Las lenguas de América. Recital de poesía II, que publicará el Programa México Nación Multicultural, de la UNAM.
* Flor Blanca y olorosa de la región cálida de la Sierra Wixárika
** Jícara votiva
*** Nuestro Abuelo el Fuego