De
solicitud rechazada en solicitud denegada, realizó su deseo
Matilde Petra Montoya Lafragua, nació en la Ciudad de México; el 14 de marzo de 1857 queda en la historia como la primera médica mexicana. Se graduó el 24 de agosto de 1887. Fallece el 26 de enero de 1938. Llegar a este lindero para ocupar este sitio profesional, no fue una vida deslizada, sin tropiezos; fueron tres los intentos de inscripción para llegar ser alumna de la Escuela Nacional de Medicina, actual Facultad de Medicina de la UNAM. En compás de espera para tener más edad y conocimientos, se graduó de Partera y Obstetra. Paralelamente, en escuelas privadas, fue cursando los estudios del entonces bachillerato. Ante el primer rechazo, intenta cursar la carrera de Medicina en Puebla. Abandona dicha ciudad por el rechazo social. En 1882, cuando tenía 24 años, logra traspasar la emblemática puerta del antiguo Palacio de Medicina en calidad de alumna. Su inscripción, sus años de tránsito escolar, su titulación, se encuentran registradas en los periódicos como un espejo fiel de la sociedad de la época. Frases de encabezados de la prensa de entonces fueron filos que no quebraron su deseo de saber y servicio; entre otras: 舠debe de ser perversa e impúdica la mujer que quiere estudiar medicina舡; no confiar en ella porque puede ser 舠masona舡 o 舠protestante舡. Ya inscrita, ante la hostilidad de compañeros y docentes y basándose en que tenía materias no válidas por haber sido cursadas en escuelas privadas y no en San Ildefonso, es dada de baja antes de los primeros exámenes finales del primer año. San Ildefonso no recibía mujeres. Matilde ofrece por escrito cursar por la tarde las cuatro materias que no le validan: Solicitud rechazada. Escribe una
carta al Presidente Porfirio Díaz. Este la turna al Secretario
de Instrucción y Justicia, Joaquín Baranda, quién
a su vez, con otro escrito, 舠sugiere舡 al Director de San Ildefonso
舠de facilidades舡 a la Señorita Montoya. Este respondió:
舠se podrá acceder a la solicitud de la interesada en consideración
a su sexo舡. En consideración a su sexo y no por un vacío
en el reglamento para excluir a mujeres. Por ello también se reconoce
a Matilde como la primera mujer que estudió en San Ildefonso. Matilde sabía que solo le quedaba el uso de la ley para conservar su honorabilidad y realizar su objetivo. Entonces, por segunda vez escribe una carta al presidente Díaz exponiendo su problema. El presidente envía un escrito a la Cámara de Diputados pidiendo una revisión del reglamento de la Escuela Nacional de Medicina, pero como la Cámara no está en sesiones, emite un decreto para que la señorita Montoya no retrace su examen profesional. El decreto, textualmente, es solo para que la Escuela Nacional de Medicina realice el examen profesional a la alumna Montoya y cumpla todos los requisitos dentro del reglamento. Ella presenta su examen teórico ante jurado designado, tesis bajo director de tesis; al día siguiente, examen práctico en hospital. El decreto pasa a la prensa distorsionado dejando por versión: 舠Matilde Montoya se recibió por decreto presidencial舡. Llega la fecha: 24 de agosto de 1887, a la 5 de la tarde, para el examen teórico. Faltaban minutos para su examen profesional teórico. La autoridad de la escuela dispone un salón menor y no el salón Solemne de Exámenes. Pero minutos antes de las 5 de la tarde llega un propio, con la comunicación de que 舠el señor presidente Porfirio Díaz salía de Palacio, acompañado de su esposa y algunas amistades, para presenciar el examen de la señorita Montoya. Con rapidez abren el salón Solemne y dan así el ambiente de jerarquía que se daba a los alumnos. El examen dura las dos horas reglamentarias, dando respuesta correcta a todas las preguntas. Aprueba por unanimidad. Cuando se lee el acta de 舠aprobado舡, algunas damas de sociedades literarias, maestras de escuelas, su madre, algún familiar, amigos y periodistas que se encontraban en el patio principal, pendientes de esta culminación, se conjuntan en un largo aplauso. El presidente Díaz y su esposa, felicitan a la examinada. El presidente expresa al director que, en su representación, acudirían al examen práctico su secretario privado y el Ministro de Gobernación. Al día siguiente, 25 de agosto, sería el examen práctico. Desde las seis de la mañana Matilde está en el Hospital de San Andrés, ubicado en los terrenos que hoy ocupan el Museo Nacional de Arte y la Cámara de Senadores. El examen se inicia a las siete. Matilde, el jurado, los representantes del presidente Díaz y, a prudente distancia, sus amigos, recorren las salas y ante cada paciente asignado, la examinada explora y responde con precisión y conocimiento. Como era el método, al final, la parte ritual y medida de temple: el anfiteatro. Con el bisturí, la examinada hace las disecciones que le indican y con el mismo señala las minucias anatómicas que le preguntan. El Jurado sesiona ritualmente en privado; sale y da el resultado: aprobado. El Secretario de Gobernación hace un discurso declarándola Profesora en Cirugía y Obstetricia. María Argumedo lee un poema que lleva creado para ella. Un aplauso se va escuchando desde ese sitio hasta la calle al paso de Matilde Montoya con el jurado, los funcionarios enviados, su madre, amigos, personal del hospital, enfermos y periodistas. Ese sonido humano de palmas en contento, debió ser bálsamo que curara sus heridas de la batalla por sostener su deseo y goce por el saber y el servicio. El tiempo en ella debió cambiar de dimensión porque pasó a ser 舠fundante舡 al graduarse en una profesión que, por su sexo como limitante, le estaba prohibida. Ese día por la tarde le entregan el Acta de Examen Profesional en la Escuela Nacional de Medicina -con la presencia de los representantes del presidente de la República- en la oficina menor de la Sociedad Filioiátrica de Beneficencia de Alumnos. No era la costumbre, por la jerarquía del documento se entregaba en el Salón Solemne. De este hecho dio cuenta la prensa con enojo señalando que el trámite se había realizado 舠en un cuarto de trebejos舡. Así eran los tiempos de Matilde. Su titulo fue recogido por una familiar semanas después, donde
oficialmente se entregaban, en la Junta Directiva de Instrucción
Pública del Distrito Federal, dependiente del Ministerio de Instrucción
Pública y Justicia. Firmó de recibido: Paz Gómez. Cuando cumplió 50 años de graduada, varias asociaciones de mujeres profesionistas le hicieron un homenaje en la Sala Manuel M. Ponce de Bellas Artes. Para celebrar el Centenario de la Titulación de Matilde Montoya, en 1987, la Federación de Asociaciones de Médicas Mexicanas le dedicó un congreso y una 舠vitrina de homenaje舡 en la biblioteca de la antigua Escuela de Medicina, y en 1988 se develó un busto de ella en el jardín José Martí, de la avenida Cuauhtémoc, en la zona de hospitales. Al día siguiente de su examen, el editorialista, del periódico 舠Siglo Diez y Nueve舡, que escribía con el seudónimo de 舠Cero a la Izquierda舡, le dedico una bella pieza literaria de dos páginas donde, por primera vez, en letra impresa, quedó para la historia y para nosotras: 舠A la Señorita Matilde Montoya, Primera Médica Mexicana舡 El pasado 23 de octubre, "Día del Médico", el Presidente Vicente Fox, develó un busto de homenaje a "Matilde Montoya, Primera Médica Mexicana" en el patio central de la Secretaría de Salud, en la rotonda de "Médicos Ilustres". |