VIERNES Ť 13 Ť JULIO Ť 2001

Ť Homenaje póstumo al arqueólogo en el Museo Nacional de Antropología

Piña Chan fue un ser generoso y siempre necesitó saberse querido y aceptado, señala Beatriz Barba

Ť Ubican el reciente hallazgo en Becán, Campeche, como parte de su legado

ARTURO JIMENEZ

CHANEn 1984, Román Piña Chan cayó de una pirámide de la zona arqueológica de Becán, accidente que si bien no logró retirarlo de la investigación, la reflexión y la docencia, sí limitó su capacidad de movimiento.

Becán marcó al especialista, pero al mismo tiempo, con su trabajo, Piña Chan también dejó su huella en ese sitio prehispánico de Campeche, su estado natal. Quizá el arqueólogo mexicano más importante de los últimos años, Piña Chan murió el 10 de abril, hace tres meses, a los 81 años.

La tarde del miércoles pasado, un día antes del emotivo homenaje al investigador, ayer en el Museo Nacional de Antropología, la arqueóloga Lucía Campaña descubrió una tumba prehispánica en el edificio número 9 de Becán. Es como si Piña Chan se hiciera presente, comentó Sara Bermúdez, presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. Fueron Bermúdez y Sergio Raúl Arroyo, director del Instituto Nacional de Antropología e Historia, así como autoridades campechanas, quienes encabezaron la mañana de ayer el homenaje nacional rendido durante todo el día a Piña Chan.

''Supe de él como se sabe de los personajes legendarios. No era secreta su fama de sabio, de hombre activo y generoso", dijo Arroyo, y luego mencionó libros fundamentales como Mesoamérica. Ensayo histórico-cultural o El pueblo del jaguar.

Productor de conocimientos

Más allá de las voces oficiales estuvieron su esposa, Beatriz Barba de Piña Chan, y varios familiares, amigos, colegas, alumnos y admiradores de su obra. De las dos primeras mesas surgieron anécdotas, referencias a sus muchos libros y apretados comentarios de sus investigaciones de campo por casi todas las zonas arqueológicas importantes del país.

Noches de temible aguardiente en San Cristóbal de las Casas o encerronas de ginebra a fuerza de tormentas tropicales en la isla del Carmen, fueron compartidas por Carlos Navarrete, antropólogo y compadre de Piña Chan. La atracción por el mar que el arqueólogo sentía fue recordada por el etnólogo Roberto Williams, quien lo definió como un ''productor de conocimientos".

En el largo presídium del auditorio Jaime Torres Bodet del Museo Nacional de Antropología estaban Arturo Romano Pacheco, Jaime Litvak, Angel Iván Rivera Guzmán, Arturo Oliveros, Lorenzo Ochoa, quienes hablaron sobre diversos aspectos del trabajo de Piña Chan:

Las culturas preclásicas, las de Oaxaca, las del norte, las de occidente, las del Golfo de México, las del Altiplano. Ochoa dio ejemplo de la sencillez de Piña Chan cuando mencionó su poco difundido descubrimiento de las figuras olmecas 68 y 63, en La Venta.

'CHAN-1'Debo dejar claro que Piña Chan fue una persona de pocas palabras en cuanto a fórmulas sociales", confiaría anoche al auditorio su esposa, Beatriz Barba, investigadora emérita del INAH. Y agregó: ''Era un hombre tímido y por lo tanto la expresión de sus sentimientos era parca y a veces cortante, pero en cambio era muy generoso, comprensivo y excelente amigo, y necesitó siempre saberse querido y aceptado.

''Escogió para morir el 10 de abril porque era zapatista de corazón, después de casi 17 años de estar reducido a un exasperante espacio como consecuencia del accidente de trabajo que sufrió en Becán.

''Lo vi deprimirse en un principio a tal grado que temimos por su vida, pero por las múltiples manifestaciones de amistad que todos ustedes le hicieron, poco a poco encontró un nuevo camino y ritmo de producción, que consolidó y le permitió estar activo; por todo ello estoy, de nuevo, muy agradecida."

Otro y el mismo homenaje a Piña Chan se realizará el 19 de julio próximo en la ciudad de Campeche, en el Teatro Francisco de Paula Toro, a partir de las 10 de la mañana y durante todo el día, hasta el anochecer.